Momento del 'combate intelectual' de El filósofo declara. Foto: David Ruano

A Mario Gas tan pronto le vemos dirigiendo a Nuria Espert en una obra sublime como Incendios (hasta el 30 de octubre en La Abadía) como interpretando con vehemencia a uno de los personajes de El filósofo declara, un montaje dirigido por Antonio Castro sobre un texto del escritor Juan Villoro que estará en el Teatre Romea de Barcelona a partir de este domingo, 23. La obra, adaptada para su representación en España por el propio Villoro y Patxi Larrañaga, aborda el duelo de dos filósofos que han sido compañeros de estudios, desafíos y fatigas y que han optado por maneras diferentes de llevar a cabo sus ideas existenciales. Sobre el escenario, además de Gas, estarán Rosa Renom, Ricardo Moya, Meritxell Calvo y Jordi Andújar.

Al autor de Arrecife siempre le ha intrigado saber cuando verá por última vez a una persona. El filósofo declara parte de esta encrucijada dramática para mostrar a dos intelectuales en plena confrontación final:"Su amistad ha sido una forma peculiar de rivalidad. Estos profesionales de la razón procuran mantener las emociones a distancia. Pero el encuentro será diferente porque los acompañará una mujer que definió la vida de ambos. ¿Hay límites para la inteligencia? ¿En qué momento las ideas se transforman en neurosis? George Steiner dice que un lugar común es una idea cansada. Por contraste, el disparate puede ser visto como una idea anticipada. En esa zona se mueve la obra, en el demorado encuentro de dos precipitados".

Castro considera que lo original de esta obra es la forma en la que Villoro coloca al intelectual frente al espejo y lo analiza: "Estamos acostumbrados a ver a los pensadores como críticos del mundo pero rara vez nos enfrentamos al paradigma del pensador como crítico de sí mismo". Por eso define este texto como un ejercicio inusual, honesto, divertido, pertinente (tanto como que la filosofía está siendo relegada en los planes de estudio) y muy divertido: "La obra también aborda la relación de los intelectuales con su entorno, tanto con la sociedad como con el poder. Unas criaturas que, después de todo, no son tan ajenas a nosotros".

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