Doble ración de Lisbeth Gruwez
Alumna estrella del polifacetico coreógrafo Jan Fabre, hace ya tiempo que la bailarina Lisbeth Gruwez se va consolidadndo como una de las figuras en alza del siempre efervescente panorama dancístico belga. Espectáculo tras espectáculo, la también coreógrafa se ha reafirmado como una artista especialista en la investigación del cuerpo hasta llegar a sus últimos pliegues, llegando a convertirlo en caja de resonancia de nuestras emociones más primitivas. Ahora llega a Madrid en el marco del Festival Otoño a Primavera para estrenar en el Teatro Pradillo un doble programa en el que destacan dos nombres propios, Alfred Hitchcock y Bob Dylan.
La primera de las piezas, We're pretty fuckin' far from okay (que podrá verse los días 26, 27 y 28), se inserta en este ámbito de las emociones marca de la casa. El núcleo del espectáculo son los miedos, los temores y las angustias. El miedo es el cuerpo humano en su forma más instintiva, es el cuerpo en trance, algo profundamente arraigado en nuestra estructura genética. Incluso antes de que podamos enfrentarlo de forma consciente, nuestro cuerpo se prepara para tomar una decisión vital: ¿luchar, correr o bloquearnos?
En We're pretty fuckin' far from okay Gruwez explora la irracionalidad del miedo situando al público ante un escenario minimalista y diáfano donde una pareja de bailarines, ella misma y Nicolas Vladyslav, recrean las diferentes pulsiones del individuo, sus reacciones emocionales, psicológicas y físicas cuando experimenta temor. Mediante un vocabulario de gestos extraídos de nuestros reflejos naturales y cotidianos, Gruwez le propone a cada uno que se reconozca y se identifique en una completa experiencia inmersiva. El punto de partida del trabajo no es otro que las películas de terror de Alfred Hitchcock, en particular, Los pájaros, ya que, en sus propias palabras, "el miedo del que se habla es irracional. Es una fobia, incluso una paranoia. Y eso resuena fuertemente en nuestro mundo actual".
La pieza, estrenada en 2016 en el Festival d'Avignon es la tercera parte de una investigación que Gruwez desarrolla sobre el cuerpo estático y sobre la voluntad de control, tras las piezas It's going to get worse and worse and worse, my friend (2012) y AH/HA (2014). Cuándo se trata de controlar lo incontrolable, ¿es cierto que si se pierde el pensamiento se pierde también el cuerpo?
El segundo montaje que la bailarina belga estrena a nivel nacional es Lisbeth Gruwez dances Bob Dylan (con una única function el día 29), donde trabaja en colaboración con el músico y compositor Maarten Van Cauwenberghe, a quien conoció en sus años en la compañía Troubleyn de Jan Fabre y con quien fundó en 2007 la compañía Voetvolk. En la pieza, el músico toca canciones del estadounidense Bob Dylan mientras que Gruwez baila sobre las melodías. Ambos dialogan sobre las tablas sin necesidad palabras. Son dos seres conectados por icónicos temas musicales de los 60 y los 70. Lisbeth Gruwez dances Bob Dylan es un espectáculo puro y minimalista, que traslada al espectador a ese momento en el que la tarde se desvanece y se transforma en noche, cuando la fiesta llega a su fin y los invitados se marchan a casa, cuando un individuo se queda solo en la pista de baile, sin ser molestado, y se pierde en un diálogo mágico con la música.