Image: Caetano y Teresa, cuando las voces se multiplican

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Escenarios

Caetano y Teresa, cuando las voces se multiplican

5 mayo, 2017 02:00

Caetano Veloso y Teresa Cristina

Parada en el Circo Price de Madrid de la gira 'Caetano presenta Teresa' en la que el músico brasileño introduce a la cantante que interpreta conocidos temas del compositor Cartola para acabar actuando a dúo con Veloso.

Fue una noche de muñecas rusas. Caetano Veloso presentaba Teresa Cristina que presentaba Cartola, y así se abría el telón para lo mejor de la música brasileña.

Teresa Cristina interpretando Cartola, figura legendaria en lo que llamamos de "Samba de raíz", fue tan hermosa y potente que llegó a rascar el cielo habitado por Ella Fitzgerald y Billie Holiday. Había algo de litúrgico en su voz y belleza y en la elegancia de su performance. Con toques de humor y sutileza, hubo incluso un momento para la reivindicación feminista con la inversión de género narrativo en el tema Tive sim (Sí, he tenido), donde ahora una mujer habla a su pareja de "otro grande amor antes del tuyo" con guasa y naturalidad.

Para el público español, además, fue una buena oportunidad para matar dos pájaros de un tiro al tomar contacto con las clásicas composiciones de Cartola, considerado por muchos críticos como el mayor sambista de la música brasilera. Muchas veces versionado (no tiene desperdicio el álbum Ney Matogrosso interpreta Cartola de 2002), Cartola gana en la voz femenina un espacio tan cómodo como si de Chico Buarque se tratara.

Se podría decir que la desnudez aterciopelada de la voz de Teresa Cristina recreando el mito de Cartola no se vio arropada (¿para qué vestir lo bello?), sino ornamentada por la guitarra de Carlinhos Sete Cordas. La afinidad entre los dos y la complementariedad entre el gran guitarrista y la interprete hizo que nada más hiciera falta.

Cantante más conocida en Brasil asociada al "samba de pandeiro", Teresa Cristina alcanza con ese concierto a la vez madurez y frescor, probando que la contradicción sí puede habitar la potencia. No en balde llega de la mano de Caetano, el maestro. Un nombre para no olvidar.

Cuando entra Caetano, encuentra el auditorio ya embalado en esa dulce cadencia brasileña que sería una nana si no fuera hipnótica. Al principio con una voz más pesada de lo habitual (quizás una alergia primaveral a la madrileña) empieza su concierto con Luz do sol, iluminando con languidez a su público fiel (entre el cual por cierto no podrían faltar los hermanos Almodóvar, Fernando Trueba, De Pedro…). Sin embargo, es con el tercer tema, Um indio, cuando finalmente llega al escenario el Caetano comme il faut, el Caetano de siempre y siempre otro.

En ese momento el concierto gana la sutil connotación política que estará presente durante la velada, a lo mejor de forma invisible para los más distraídos. Caetano actualiza la canción de 1977 ("después de exterminada la última nación indígena/y el espirito de los pájaros de las fuentes de agua límpida [vendrá un indio] más avanzado que la más avanzada de las tecnologías.") que gana relevancia en un momento en que en Brasil la matanza de indios es un secreto a voces, y la convulsión política en tiempos de pos-verdad sofoca legítimas reivindicaciones en medio del ruido en una nación hoy polarizada. A eso se suma la elección de uno de sus temas políticos de la fase tropicalista, Enquanto seu lobo nao vem, que habla de las manifestaciones populares en una época en la que, como dijo ayer "estábamos entusiasmados y temerosos", refiriéndose a las revueltas de 1968.

Muy bien amparado por la mesa de sonido pero sólo con su guitarra, con un repertorio elegante y muchos clásicos (Os passistas , Leaozinho, Desde que o samba é samba, Onde esta você agora, Branquinha, Menino do Rio) no faltaron en su repertorio velados homenajes a las voces femeninas que siempre le han acompañado, como Gal Costa (Meu bem, Meu Mal; Força Estranha), seguido por Maria Betanhia (Esse cara), así como una impecable versión de Love for Sale, de Cole Porter, a capela. Pero fue con Minha voz, Minha vida cuando el concierto tocó algo espiritual, algo tan confesional como evidente, ("mi voz, mi vida, mi secreto y mi revelación/ mi brújula y mi desorientación"), donde este hombre de 75 años entregados con maestría a su arte rozó por momentos la consciencia de lo efímero. La misma energía se pudo sentir en una versión muy entregada de Cucurrucucu Paloma, en que su voz tocó fibra a fibra el lamento inicial de la canción.

A camino del final el concierto tomó un tono más distendido, con Caetano invitando al público a cantar con él Abraçaço y el refrán de Tieta, consiguiendo el curioso fenómeno de tener al público español cantando con alegría y armonía "eta, eta, eta, é a lua/ é o sol/ é a luz de Tieta, eta, eta". Para el bis, como no podía ser de otra manera, Caetano, Teresa Cristina y Carlinhos Sete Cordas se reunieron para un caluroso final donde destacó Tigresa (un himno al poder femenino y negro), Miragem de Carnaval y Dois mais dois sao cinco ("todo va mal/ todo/ todo es igual cuando canto y soy mudo (…) todo cierto/ como dos y dos son cinco").

Tratándose de Caetano las matemáticas no son exactas y al final, ni tan mal.