Oskaras Koršunovas. Foto: Dmitrijus Matvejevas
El director lituano pone el broche al Festival de Otoño a Primavera con su Hamlet, una versión cruel y explícita que constituye una lúcida denuncia de la falsa seguridad, la comodidad y las apariencias que reinan en nuestra sociedad occidental.
Pregunta.- Visita de nuevo el Festival de Otoño a Primavera, ¿qué opina de este evento y de la dramaturgia española?
Respuesta.- En la actualidad España es uno de los países con los que nuestro teatro tiene una de las relaciones más profundas, hemos representado aquí casi todos los años y visitado los principales festivales. Espero que mantengamos una hermosa relación con este festival de Madrid, que en cada edición nutre su programación con grandes nombres internacionales. Hablando del teatro en España, este país tiene una base muy sólida en la dramaturgia, me refiero a los escritores clásicos como Lope de Vega o Calderón de la Barca. Desconozco en particular las propuestas que se hacen en la actualidad, pero considero que si el país tiene esta gran tradición de dramaturgia clásica, seguro que tiene un presente y un futuro brillantes en la dramaturgia contemporánea.
P.- Acomete de nuevo la representación de una obra clásica, ¿qué ha cambiado en todos estos años en la sociedad que pretende reflejar?
R.- Hamlet es relevante en todas sus frases, empezando por "Algo huele a podrido en Dinamarca", más actual que nunca, y terminando por la pregunta universal de "¿Quién eres?". Los valores en juego son válidos en cualquier sociedad, en la de nuestro tiempo, igual que en la de la época de Shakespeare. Por eso el autor y su texto son universales, porque cualquiera pude entrar en esa confrontación con nosotros mismos que plantea. Ese núcleo de comprender quienes somos es un valor humano universal.
P.- Habla de la importancia de su visión personal, de cómo se relación usted mismo con Hamlet, ¿cuál es su visión de la obra, qué ocurre en Hamlet?
R.- El espectáculo en sí como un resultado final no era lo principal que nos planteábamos, la clave para nosotros fue el proceso de creación del espectáculo. Queríamos simplemente buscarnos y conocernos a nosotros mismos como seres humanos, y también como profesionales de teatro. Cuando empezamos los ensayos de Hamlet en nuestro Elsinore local (en Lituania) no había crisis, pero más tarde vimos que nuestro juego, nuestro Hamlet, atrapaba el tiempo. Nuestra generación vivía en una falsa seguridad y calma, pero de repente todo se rompió y llegó una crisis absoluta. Teníamos la misma situación en Lituania cuando acabamos de ensayar la obra y ese es el tema del que hablamos en nuestro Hamlet.
P.- Su versión plantea una transformación radical del texto shakesperiano, ¿qué buscaba, qué pretendía destilar?
R.- En nuestro Hamlet el punto de partida de la creación fue la percepción de que sólo podríamos actuar si nos vemos en las situaciones de la obra. Este texto es una oportunidad de encontrar la confrontación con nosotros mismos, el encuentro con nuestra conciencia como profesionales del teatro y, por supuesto, como seres humanos. Montar un Hamlet es como una obligación para un director, y en aquel momento yo sentía que mi propia vida interior estaba relacionada con la vida de Hamlet como personaje dramático. Ahí es donde quizá reside ese punto personal.
Un momento del Hamlet de Koršunovas, quizás la más cruel y explícita revisión del clásico shakesperiano. Foto: D. Matvejev
P.- El centro de su montaje es la duda, la necesidad de comprendernos, ¿consigue responder a la pregunta de quiénes somos?R.- Es una pregunta sin respuesta, por eso es una búsqueda constante. Debemos buscarnos todo el tiempo, en mi caso como ser humano y como profesional del teatro. Debemos buscar la respuesta a la pregunta "¿quiénes somos?" y de esa manera empezar a atisbar la superficie de nuestro yo. Por eso en la obra tienen tanta importancia los espejos. El espejo es la principal medida para que los actores y también el público, alcancen esa confrontación consigo mismos.
P.- Reivindica la absoluta vigencia de esta obra y en su dramaturgia destaca el empeño por escenificar espectáculos clásicos como si fueran contemporáneos, ¿qué podemos extraer hoy de Hamlet? ¿Y del teatro clásico?
R.- No importa hace cuántos siglo naciera Shakespeare, él es el dramaturgo más contemporáneo. La única razón por la que he representado las obras de Shakespeare es la oportunidad de hablar de hoy en día, sobre mi experiencia personal dentro de sus obras. Cuando estoy representando a Shakespeare, estoy tratando de percibir el mundo a mi alrededor, captar la esencia del tiempo, de mi tiempo y del suyo. Por otra parte, cualquier conversación acerca de cuán actual es Hamlet hoy en día puede sonar bastante ingenua, ya que esta obra siempre está de tan rabiosa actualidad que en todo momento puede asociarse de manera creíble con los hechos de hoy en día. La vida de cualquier joven de principios del siglo XXI es, en su esencia, como la de Hamlet. En cuanto al teatro clásico, tengo una fórmula para clasificar los clásicos como obras contemporáneas y obras contemporáneas como clásicos. Trato de percibir en los clásicos lo que es actual hoy, lo que es eterno. Por supuesto, los clásicos inmortales, las obras que huyen de su época a todos los niveles y se convierten en universales.
P.-¿Qué papel concede al teatro en la sociedad actual? ¿Como instrumento de conocimiento, motor de cambio social, como advertencia del futuro...?
R.- En mi opinión, el teatro debe ser moderno, lo que a menudo, por desgracia, no es muy común porque el público está acostumbrado, e incluso busca, un teatro seguro y conservador que crea una ilusión de seguridad. Pero el mundo está cambiando y los valores del teatro deben reflejar esto e incluso adelantarse a su propia época. El teatro debe ir más rápido que el tiempo, dejarlo atrás, no se trata de duplicar, reproducir, sino de aventajar al tiempo. El teatro debe sacudir al espectador, hablarle de lo que siente y reflejarlo dentro de sí mismo. Las mismas cosas funcionan cuando hablamos de Hamlet y es lo que hemos tratado de hacer. Por lo tanto, la advertencia del futuro es algo cercano a nuestra idea.
P.- Tras este Hamlet siguió explorando clásicos como Chéjov, Beckett o Brecht, y muchas otras obras de Shakespeare, ¿qué es lo próximo que prepara?
R.- Además de trabajar el teatro clásico también he hecho muchas obras de contemporáneo, pero tiene que ser una contemporaneidad universal, transmitir cierta atemporalidad. Lo próximo que voy a representar será Cleansed, de la prematuramente desaparecida Sarah Kane, en el Teatro Nacional de Oslo. Además, también abordaré en el Teatro Nacional de Lituania el em>Tartufo de Molière, cuya crítica a los falsos devotos está muy de actualidad en la Europa de hoy donde triunfa el populismo, y participarán algunos de los actores de este Hamlet.