Image: Marco Baliani, narraciones desde la trinchera

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Escenarios

Marco Baliani, narraciones desde la trinchera

6 octubre, 2017 02:00

Marco Baliani interpretando al soldado que protagoniza Trinchera

El reputado director italiano, uno de los fundadores del teatro narrativo, desembarca en el Círculo de Bellas Artes con dos piezas, Trinchera y Kohlhaas, que reflexionan sobre la resistencia, la rebeldía, la justicia y el individualismo.

"Pienso que, en el ADN de los seres humanos, se encuentra desde siempre la predisposición a narrar historias oralmente. Esta capacidad nace como antídoto al miedo, al miedo a la muerte y al miedo a nuestra propia fragilidad, que desde siempre acompañan a nuestra especie". Sobre esta firme creencia en la oralidad ha basado su aproximación al teatro el actor director y dramaturgo italiano Marco Baliani (Verbania, 1950), dos de cuyas obras llegan estos días al Círculo de Bellas Artes en el marco del ciclo El Gran Río. Resistencia, rebeldía, rebelión, revolución, que con motivo de la Revolución rusa reflexiona desde múltiples enfoques acerca del concepto de "conflicto".

Ecléctica y compleja figura del teatro italiano contemporáneo, Baliani ha experimentado con dramaturgias corales, monólogos, espectáculos cívicos, teatro infantil, e incluso con el cine y la ópera lírica, pero es en la corriente del teatro narrativo, inaugurada por Darío Fo y muy pujante en el país transalpino, donde encuentra el mejor acomodo su poesía basada en la maravilla y el encanto frente a lo que se narra y pone en escena.

Su aproximación definitiva a esta escuela creativa se produjo en 1989 con la obra Kohlhaas, que el director construyó "después de años de experimentación sobre la forma del cuento oral, sobre todo a través de historias para niños, de las que nace mi interés por la oralidad. Con Kohlhaas quise construir una historia que pudiera interpretar mediante un cuerpo que narra". Y eso es lo que ha logrado durante casi treinta años con esta pieza inspirada en la novela Michael Kohlhaas de Heinrich von Kleist, escritor dramático fundamental del romanticismo alemán, una inquietante parábola sobre la imposibilidad de alcanzar el deseo de justicia.



¿Cuál es la justicia?

La historia se ambienta en la Alemania del siglo XVI, donde el criador de caballos Michael Kohlhaas sufre el abuso de un acaudalado aristócrata cuando trata de atravesar sus tierras para vender animales. El noble le arrebata sus caballos y le ridiculiza, obligándole para recuperarlos a solicitar unos documentos que no existen. Incapaz de encontrar una salida legal a su injusticia, decide enfrentarse al noble y se convierte en un bandido sediento de vengativa justicia que saquea población tras población sembrando muerte y caos.

Mediante la voz de un narrador, en este caso Riccardo Rigamonti, se nos guía a través de estos hechos creando espacios, personajes y emociones que toman corporeidad en la mente de cada espectador. Un solo hombre, una silla y la poderosa historia de Michael Kohlhaas, que persigue el sueño de cualquier ser humano, un mundo justo. De este modo, la fuerza del relato reside en el cuerpo y la voz del intérprete volviendo a lo que Baliani considera la esencia del teatro, la comunicación.

Y flotando en el aire la gran pregunta que sobrevuela la obra, ¿justificamos a Kohlhaas o lo condenamos? "Yo no juzgo al protagonista, porque la tarea del teatro es mostrar conflictos y suscitar preguntas. En la vida real es también difícil juzgar según qué comportamientos, depende de con cuanta fuerza la injusticia golpea un alma, depende de qué grado de desigualdad anida dentro de una sociedad", explica Baliani sobre una reflexión que sigue siendo válida hoy igual que en el siglo XVI o hace 30 años. "La relacion entra justicia e injusticia social siempre está vigente y siempre es conflictiva". En Kohlhaas nos demuestra hasta qué punto pueden confundirse la víctima y el verdugo y cómo las certezas desaparecen alrededor del concepto de justicia. Nos advierte del peligro inherente a todo esto: el colapso de toda una sociedad.

(Des)Humanidad masificada

Además de esta obra seminal, Baliani interpretará en Madrid, está vez sí como actor, uno de sus más recientes éxitos, Trinchera, obra compuesta con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial, por la que ganó el Premio Nacional Franco Enriquez a la mejor interpretación. "Trinchera nace para reflexionar sobre la pérdida de la individualidad y de la dignidad humana que aquella guerra generó de forma masiva por primera vez en la historia". Una masificación que el director considera que se continuó extendiendose durante el siglo XX hasta llegar con gran fuerza a nuestros días.



Baliani se aproxima en esta representación al tipo de existencia de un soldado anónimo, exento de nacionalidad, en el espacio más emblemático de aquella contienda: la trinchera. A través de la composición de imágenes y sonidos, que el director utiliza "como una jaula metafórica dentro de la que el soldado-actor está obligado a moverse", la pieza recrea la cotidianeidad de la supervivencia, los gestos de locura que ya parecen normales, las acciones derramadas por la inercia o la ausencia de esperanza de cambio. "Mi soldado no tiene nombre, no tiene nacionalidad ni pertenencia, tampoco tiene una historia, pero se convierte así en la fragmentada epopeya de cientos de seres parecidos a él, atrapados también en el infierno en el que se encuentra".

En este sentido, la narración carece de temporalidad lineal, y se fracciona y convierte en un imparable fluir de fragmentos. Y es que, a cada instante el soldado está expuesto a una muerte inútil y atroz, por lo que vive también en otra dimensión temporal. "En Trinchera el conflicto central reside en la dualidad entre humanidad y desumanidad, y el lugar de la trinchera es la línea divisoria entre estas dos condiciones", destaca Baliani. Así, el soldado, que pierde su conciencia de individuo y se convierte en el engranaje de una inmensa fábrica productora de muerte. El sometimiento del hombre a la contienda, que caracteriza a la Primera Guerra Mundial, inaugura el camino que más adelante transitarán los totalitarismos del siglo XX.

Preguntas sin respuesta

Aunque, en opinión del director, esta situación solamente ha ido a peor en estos cien años. "En nuestro siglo XXI aquella situación de pérdida del yo se ha reforzado aún más", sentencia el dramaturgo. "El sistema económico actual nos estimula a ser individuos aparentemente diversificados y únicos, pero solo para consumir mejor los productos, y en este consumo, la homologación y la masificación son enormes, pero nosotros no podemos verlas y nos autoengañamos de ser únicos".

Por eso son tan importantes textos y obras como las de Marco Baliani, representaciones que susciten interés, remuevan la conciencia y fomenten la reflexión. Que en el más puro estilo del teatro narrativo, "hagan visible lo invisible únicamente gracias a una voz que cuenta". "El teatro puede ser un excelente instrumento para alertar las conciencias, no tanto sobre el futuro, sino sobre lo inmediato, el presente", opina Baliani, "pero esto depende de la manera en que lo vayamos a hacer, de las formas y de los lenguajes que se utilicen". Para el director, la clave está en sugerir, en suscitar y en dejar que el espectador absorba la historia y la haga suya, mucho más que en caer en adoctrinamientos estériles e interesados. "Un teatro que se llama político o civil puede ser aburridísimo y obvio. No es suficiente indignar al espectador, es necesario que él se preocupe, que se alarme, que se haga preguntas. Eso es mucho más importante que darle respuestas".