Raúl Mallavibarrena. Foto: CNDM

Temporada laboriosa y celebratoria para Musica Ficta, ensemble fundado hace 25 años. Acaban de ‘regrabar' el Réquiem de Tomás Luis de Victoria bajo una nueva óptica y el CNDM lo acoge como conjunto barroco residente, lo que le permitirá girar por Europa.

Veinticinco años hace ya, parece mentira, que vino al mundo el grupo Musica Ficta, fundado por un joven y arrostrado Raúl Mallavibarrena (Oviedo, 1970), deslumbrado desde su mocedad por Tomás Luis de Victoria (Ávila, 1548-Madrid,1611), autor de pentagramas que son, como bien definía Rafael Mitjana, al mismo tiempo, "místicos y sensuales". El monje abulense logró alturas insospechadas, de radical novedad, sin recurrir a los intrincados contrapuntos de la escuela neerlandesa ni a comunes artificios. El inspirado manejo de la tensión entre melodía y armonía, el empleo de determinados intervalos y una arriesgada disonancia eran sus señas de identidad. El paso del renacimiento al barroco encontró en él un conspicuo y apasionado representante.



En 2002 Mallavibarrena y su reducido grupo de coralistas alumbraron una sorprendente y casi revolucionaria interpretación, recogida puntualmente en disco, de la última obra del religioso, su Officium Defunctorum, de 1605, o, para entendernos, su Réquiem, en la que la pureza de líneas y la intensidad lumínica quedaban magníficamente plasmadas en una recreación, trasladada al disco por Enchiriades (sello de la casa), que partía de una óptica muy severa, guiada, en bellas palabras del propio director, "por el negro pesimismo del texto y conducido por al abatimiento de una música casi abisal, que parecía emanada de la boca misma del fin de los días y las cosas".



Claro que una composición magistral, única en ciertos aspectos, como esta admite, reconoce el artista, otros ángulos de contemplación. De ahí que con su renovado conjunto se haya decidido a grabarla de nuevo para festejar los primeros 25 años de existencia desde una óptica muy distinta en la que los perfiles, los ángulos, se han suavizado un tanto y en la que la luz cenital penetra a través de prismas más coloreados. Permanece la impecable afinación, el acoplamiento, el empaste casi milagroso que logran las ocho voces que son las de Lore Agustí y Manon Chauvin, sopranos, Favio Ferri-Benedetti (contratenor) y Adriana Mayer, altos, Ariel Hernández y Diego Blázquez, tenores, y Víctor Cruz y Fernando Rubio, bajos.



Esta temporada Mallavibarrena y sus pequeñas huestes tienen grandes proyectos, impulsados en buena parte por el CNDM, en cuyo ambicioso ciclo Universo Barroco se integran. Sin ir más lejos, los días 17 y 19 de septiembre pasado actuaron en Bogotá, dentro del Festival de Música Sacra en el que desde algunos años participa la institución española, ofreciendo, bajo el epígrafe Columbus, la puerta del Nuevo Mundo, obras coloniales de los siglos XVI y XVII, y, con el lema Parole per l'anima y la colaboración del Ensemble Fontegara -creación también del músico asturiano-, partituras sacras y profanas en tiempos de Monteverdi. Programa éste que brindarán, el próximo jueves, 2, en el Auditorio Nacional.



Pero hay más. Resulta que Musica Ficta es esta temporada el conjunto barroco residente del CNDM, lo que lo proyecta hacia otros territorios, geográficos y musicales. Es el protagonista absoluto, dentro del denominado Proyecto Europa, del Peregrinaje Musical en la Europa de Carlos V, un ambicioso programa que viajará, entre el 13 y el 19 de noviembre, de Madrid (San Jerónimo el Real) a Milán, Lyon, Frankfurt, Luxemburgo y Bruselas. Todo un periplo en el que se escucharán composiciones de Victoria (selección del Réquiem), Palestrina, Certon, De la Rue, Isaac, Desprez y Ruimonte. De lo más atractivo. Un tour de force.