Christina Rosenvinge
Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) publica Un hombre rubio (El Segell del Primavera, 2018), un disco en el que la cantautora pone voz a un narrador masculino. No es la primera artista en la historia de la música popular que lo hace; recordemos, sin ir más lejos, a la Ana Torroja de Mecano, aunque lo habitual en estos casos es que la letra haya sido escrita por un hombre. En el caso de Rosenvinge hay detrás una intención deliberada, ya lo anuncia su título, de reflexionar sobre la masculinidad y su dimensión emocional, algo que considera parte fundamental de la toma de conciencia feminista. La autora presenta este nuevo trabajo el sábado en la sala Joy Eslava de Madrid. El día 8 de marzo estará en la sala Apolo Barcelona, posteriormente visitará La Coruña, Vigo y Villagarcía de Arosa y en junio volverá a la capital catalana para actuar en el festival Primavera Sound. Al explicar esta indagación en el género masculino, Rosenvinge alude en primer lugar a una de las definiciones de "hombre" que ofrece la RAE: "Ser animado racional, varón o mujer". Además aduce una intención de "jugar con distintas identidades masculinas: hijo, padre, amante... También he dejado abierta la posibilidad de que mediante el uso del masculino general en realidad esté hablando de mí misma... o de mí mismo. ¿Cuando una mujer habla de la soledad como emoción universal debería hablar en masculino para incluir a los hombres?", se pregunta la compositora y cantante. El origen de todo el proyecto se halla en la segunda canción del disco, "Romance de la plata", escrita en homenaje a su padre, "un ingeniero danés con alma de romántico" que aprendió español leyendo el Romancero gitano de Lorca y que en su viaje de bodas convenció a la madre de Rosenvinge para quedarse a vivir en España. La canción es "una oda a su azarosa vida, a la visión arrebatada del mundo que representa su apellido danés: rosen, la rosa, y vinge, el ala. La Belleza y la Libertad", explica la artista. El asunto de la paternidad vuelve a aparecer en una de las canciones más emotivas del disco, "Pesa la palabra", que curiosamente nació de una frase que el torero Manuel Díaz "El Cordobés" pronunció a la salida de su juicio por paternidad frente al otro "El Cordobés", Manuel Benítez: "Yo tuve un padre de humo". En esta canción, la autora se pone en el lugar del padre incapaz de reconocer a su hijo. Rosenvinge define la línea narrativa general del disco con la de "un hombre misterioso que dialoga con sus fantasmas mientras busca el Santo Grial y pide protección a los dioses durante la travesía". En consonancia, los arreglos musicales del álbum tienen un marcado carácter que en ocasiones suena a desierto, especialmente en la mencionada "Romance de la plata" y en la canción que abre el disco, "La flor entre la vía", de solemnes reminiscencias tribales y compuesto en compás de 5/4. En ella, Rosenvinge se pone en la piel de un adolescente que rechaza los patrones de masculinidad convencionales: "No tengo proezas de conquistador, / no tengo certezas como pensador, / no entiendo nada de un motor, / no soy de esa cofradía". Tras la muerte de David Bowie, Rosenvinge volvió a escuchar todos sus discos y esa influencia, especialmente la de The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, se hace patente en algunas canciones de este Un hombre rubio, sobre todo en el acompañamiento instrumental de "El pretendiente", que narra la travesía de un joven africano en busca de un futuro mejor en Europa. La artista se encerró a escribir este disco durante cuatro meses y para grabarlo ha contado con Manuel Cabezalí en la guitarra y el bajo, Juan Diego Gosálvez en la batería, David Tuya Ginzo a los teclados y Dany Richter como ingeniero de sonido. Un hombre rubio responde a la energía de tocar en vivo. Está concebido como contrapunto de un directo que ha ganado en contundencia y dramatismo gracias a la larguísima gira de Lo nuestro, afirma Rosenvinge. "He tomado las herramientas del rock clásico y las he puesto al servicio de la poesía más desesperadamente lírica". @FDQuijano
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