Kraftwerk durante su concierto del sábado en Madrid. Foto: Noches del Botánico
Seguro que los veteranos miembros de Kraftwerk se sintieron orgullosos y satisfechos el sábado al ver a una marea de gente absorta iluminando la noche madrileña con las pantallas de sus smartphones. Sumemos a esa estampa el hecho de que todo el público llevaba unas gafas de 3D para disfrutar del espectáculo visual con el que la banda viste sus conciertos en los últimos años y tendremos la síntesis perfecta del leitmotiv argumental que ha sustentado toda su carrera: una oda al progreso tecnológico humano, a la sincronía entre el hombre y la máquina.Lo que pudimos ver en las Noches del Botánico durante una hora y tres cuartos fue la versión corta de lo que ya presentaron hace dos años en el Museo Guggenheim de Bilbao durante ocho noches consecutivas en las que interpretaron respectivamente ocho de sus discos. Así, en la versión madrileña los pioneros de la música electrónica condensaron sus grandes éxitos: Autobahn, Trans Europe Express, Computer Love, The Model, The Robots, el épico The Man Machine y la más destacada por su duración y complejidad: Tour de France, una auténtica suite con distintos movimientos (prólogo, primera etapa, contrarreloj, segunda etapa…) que propició los compases más bailables de la noche mientras la pantalla proyectaba imágenes antiguas de la carrera ciclista en blanco y negro y unos efectos visuales al estilo realidad aumentada perfectamente sincronizados con la música.
El público local siempre ovaciona a sus ídolos cuando estos hacen una mención a su ciudad, y Madrid no fue una excepción cuando en un vídeo de tema espacial apareció una imagen de satélite de España con un marcador de Google Maps sobre la capital, antes de que un platillo volante aterrizara virtualmente en el recinto de las Noches del Botánico.
El público con gafas de 3D durante el concierto de Kraftwerk. Foto: Noches del Botánico
A los mandos de sus atriles minimalistas, con sus trajes ajustados a cuadros y luciendo su pelo cano (quienes aún lo conservan), los de Düsseldorf cantan (Vocoder mediante) a todo lo que en algún momento supuso un milagro tecnológico para la humanidad, ya sean los trenes de alta velocidad, las autopistas, la radio, las luces de neón o las bicicletas. Pero no todo es una celebración acrítica del progreso material: en Radioactivity se alterna la señal de peligro nuclear mientras una voz robótica pronuncia los nombres de las ciudades afectadas por desastres nucleares, de Chernóbil a Fukushima y la frase "stop radioactivity". Una invitación a la reflexión a través del baile.
@FDQuijano