Pat Metheny y Linda May Han Oh durante su concierto en Noches del Botánico

"Todos los guitarristas deberían escuchar a Pat Metheny", se escuchó decir anoche en su concierto en las Noches del Botánico de Madrid. Una afirmación que podría haber salido de la boca de cualquier miembro del público, repleto de melómanos y, seguramente, de no pocos guitarristas. El músico estadounidense (Misuri, 1954) ha sido uno de los virtuosos de este instrumento más influyentes de las últimas décadas, abanderado del jazz fusión, y tiene en su haber 20 premios Grammy, más de medio centenar de discos y un repertorio tan amplio como ecléctico.



Anoche, con su ensortijada melena y sus desenfadadas deportivas, demostró por qué es uno de los mejores guitarristas del mundo en un largo concierto de casi dos horas y media en el que estuvo acompañado por otros tres músicos excepcionales: la contrabajista malaya Linda May Han Oh, el pianista británico Gwilym Simcock y el impresionante baterista mexicano Antonio Sánchez, segundo de a bordo que acompaña a Metheny desde hace casi dos décadas.



Aquel espectador detrás de nosotros tenía razón: cualquier amante de la guitarra, aficionado o profesional, podría sacar provecho viendo el virtuosismo que desplegó una vez más Metheny, su control del tempo, su amplísimo rango dinámico, la sensibilidad en el fraseo y la claridad en la articulación del sonido incluso a velocidades de vértigo, a pesar de algunas notas fallidas disculpables. Ayudó a sumergirse aún más en su música el hecho de que al principio del concierto, por deseo de los artistas, se pidiera al público apagar los teléfonos y no realizar fotos ni vídeos durante la actuación, petición que a grandes rasgos fue atendida. Se prescindió de la tecnología también en la puesta en escena; no habría estado mal poder ver en las dos pantallas laterales primeros planos de esas ocho manos prodigiosas en acción.



La tecnología se cobró su venganza: al menos en la grada, la sonorización del concierto fue muy deficiente durante buena parte del concierto. Metheny comenzó en solitario con su famosa guitarra Pikasso de 42 cuerdas, y al tocar las del mástil intermedio el sonido llegaba a saturar. Cuando pasó a la típica guitarra de jazz de cuerpo hueco, la resonancia era zumbona en determinadas frecuencias, mientras que el resto de instrumentos se oían demasiados decibelios por debajo, aun teniendo en cuenta que la mezcla está pensada para que sobresalga el protagonista de la noche. Se escucharon incluso gritos de protesta comprensibles teniendo en cuenta que la entrada más barata costaba más de 35 euros.



Estos percances sonoros, que se solucionaron progresivamente, no lograron sin embargo eclipsar el excelente recital de Metheny y sus músicos, y tampoco el resto de factores que acompañan a este festival "de lujo" comandado por el veterano promotor Julio Martí que cuida al máximo cada detalle, empezando por un telonero de primera división, Diego García 'El Twanguero', que ofreció antes de que cayera la tarde un interesante recorrido musical por el continente americano armado solo con su guitarra y un pedal de percusión.



Metheny culminó el concierto encadenando tres fantásticos dúos, primero con Oh, después con Simcock y finalmente una larguísima conversación guitarra-batería con Sánchez fruto de un entendimiento absoluto: como los grandes músicos de jazz que son, ambos sobrevolaban el compás sin apenas ‘tocar tierra', llevando el pulso mentalmente y sin que la precisión del tempo se resintiera lo más mínimo. Después remató el espectáculo la banda al completo y ofreció una generosa ronda de bises antes de poner rumbo a Valencia (día 4), Córdoba (5), Murcia (6) y Barcelona (7) dentro de su gira veraniega por Europa.



Como nos contó en una entrevista anterior, a Pat Metheny le gusta la guitarra, entre otras muchas cosas, porque es "indefinida": "Si le dices la palabra ‘guitarra' a 50 personas, te dirán 50 definiciones distintas de la imagen que ellos tienen de lo que significa este instrumento". Anoche, con sus cambios de instrumento (tocó cuatro guitarras diferentes), de tempo y de carácter, brindó al público madrileño muchas de esas versiones posibles.



@FDQuijano