Seis juglares para Lehman Brothers
Sergio Peris-Mencheta (en el centro) junto al elenco de Lehman Trilogy
Sergio Peris-Mencheta adapta Lehman Trilogy, de Stefano Massini, con media docena de actores-músicos que interpretan 138 personajes para contar el ascenso y la caída de una saga familiar que durante siglo y medio marcó el rumbo del capitalismo financiero hasta su quiebra en 2008. El montaje se estrena este viernes 17 en Avilés y estará un mes en los Teatros del Canal de Madrid antes de proseguir su gira.
El gran propósito del teatro consiste en abordar cuestiones universales a partir de casos particulares. Por eso, la historia de la familia Lehman, que es también la historia del capitalismo financiero y global, es una auténtica joya para un dramaturgo. El autor italiano Stefano Massini (Florencia, 1975) supo verlo y escribió Lehman Trilogy, un texto que abarca más de siglo y medio de esta saga familiar y que ha sido considerado una de las mejores crónicas teatrales hasta la fecha de la historia del sistema económico dominante y de una crisis mundial cuyas consecuencias aún arrastramos.
La obra original es un largo monólogo escrito en verso libre, de cinco horas de duración, que al contar la historia de los Lehman recorre también grandes hitos de la historia política y económica, como la guerra civil estadounidense, la gran depresión de 1873, el crack de 1929, las dos guerras mundiales, las crisis del petróleo de 1973 y 1979 y, por supuesto, la de 2008. La obra ha sido llevada a escena con distintos enfoques y ahora Sergio Peris-Mencheta la sirve por primera vez en español convertida en lo que él llama "balada para sexteto en tres actos". Se estrena este viernes 17 en Avilés y, tras pasar el día 19 por San Javier (Murcia), recala durante un mes en los Teatros del Canal de Madrid, del 24 de agosto al 23 de septiembre. Después la gira continuará por ciudades como Sevilla, Bilbao o Granada.
El estreno mundial de la obra de Massini tuvo lugar en el Théâtre du Rond-Point de París en 2013, llevándose el premio de la crítica al mejor espectáculo teatral francés de aquella temporada. También fue llevada a escena en 2015 por Luca Ronconi, a la sazón director artístico del Piccolo Teatro de Milán. Fue su último trabajo antes de morir y precisamente el autor de Lehman Trilogy fue nombrado su sucesor al frente del prestigioso teatro italiano. Traducida a numerosos idiomas, la obra no ha dejado de llevarse a escena. Además del montaje de Peris-Mencheta y su productora, Barco Pirata, actualmente en Londres puede verse la versión del National Theatre con la dirección del cineasta Sam Mendes.
Peris-Mencheta conoció la obra hace dos veranos a través de una producción de la Sala Villarroel y el Festival Grec de Barcelona, dirigida por Roberto Romei. "Aunque entendí más o menos un 60 % del texto porque la función era en catalán, la obra me fascinó. Me gustó el montaje, pero yo inmediatamente me lo imaginé de otra manera. Cuando compré la obra en italiano, me enamoré del texto". Así fue como Peris-Mencheta se embarcó en el proyecto de hacer su propia versión, que le ha llevado dos años de intenso trabajo.
El elenco de Lehman Trilogy durante un ensayo. Foto: B. Serrano
Seis actores-músicos, 138 personajes
El requisito principal para formar parte del elenco de la obra era que sus seis miembros fueran a la vez actores, cantantes y músicos, ya que la música es crucial en este montaje. No obstante, el director y autor de la versión no lo considera propiamente un musical, sino "una obra con momentos musicales", explica a El Cultural. "La obra es muy verborreica, y desde el principio pensé que la música era un buen hilo conductor para contar esta historia que abarca más de 160 años y una buena manera de oxigenar la información". Peris-Mencheta destaca además del texto su carácter didáctico: "Massini da al espectador una clase de economía sin que este se dé cuenta y desde un lugar objetivo y nada panfletario. Por eso la obra puede gustar a gente de izquierdas y de derechas, navega muy bien por el camino de en medio".El texto original tiene forma de monólogo y recae en cada versionador la tarea de darle forma en escena. En el caso de la versión londinense de Sam Mendes, son tres actores. La que puso en pie Ronconi contaba con 27 actores, mientras que Peris-Mencheta se imaginó desde el principio un elenco formado por "seis juglares, seis vendedores de crecepelo, seis maestros circenses, seis trileros que nos hagan viajar durante tres horas a través de la historia de la saga Lehman". Eso sí, entre los seis interpretan 138 personajes, lo que supone uno de los mayores retos del montaje. "En las tres horas que dura la obra los actores no paran ni un minuto. Uno de ellos llega a cambiarse hasta 45 veces de vestuario", señala el director, que asegura haber trabajado en la dramaturgia de la obra todos los días durante dos años.
El elenco lo componen Pepe Lorente, Leo Rivera, Víctor Clavijo, Aitor Beltrán, Darío Paso y Litus Ruiz. Este último es además el responsable de casi todas las composiciones originales que se interpretan en la obra. El montaje viaja por la historia de la música afroamericana, de la canción de trabajo y los espirituales negros hasta el rhythm and blues, pasando por el minstrel, el ragtime o el blues. La razón es que fue en el sur, en medio de plantaciones de algodón, donde nació el imperio de los Lehman. Además, por el origen judío de la familia, tiene también una presencia importante la música yiddish. "La cultura judía es muy musical, se canta en las fiestas, todos tenemos muy presente El violinista en el tejado. Además, esta mezcla de música negra y judía no es nada nuevo… Bob Dylan es precisamente eso, un judío que toca música negra".
"Ni Lehman ni brothers"
Lehman Brothers arriesgó demasiado. Se involucró en el negocio de las hipotecas subprime, concedidas a personas que se endeudaban por encima de sus posibilidades. Y la burbuja le estalló en la cara a un emporio que, como recuerda Peris-Mencheta, ya no tenía nada de Lehman ni de brothers: "El último de los Lehman muere a finales de los 60, su apellido se convirtió en una marca, en una gran fachada que refleja la deshumanización del sistema". Una deshumanización progresiva que se plasma en la obra: "Desde el minuto uno empatizamos con ese pionero que se juega la vida en 1844, que llega con una maleta, pone una tienda de telas y empieza a crecer", opina el director. "Pero a medida que avanza la obra los personajes van perdiendo su cultura, ya no es tan importante cerrar los sábados, ni por luto. Se apegan cada vez más y más al dinero, y cuando la obra se acerca a nuestros días, a una crisis de la que tú has sido víctima y colaborador necesario, dejas de empatizar".@FDQuijano