Dan Jemmett. Foto: Sergio Parra

El británico Dan Jemmett, afincado en Francia, se ha convertido en un director frecuente en nuestras tablas, especialmente en La Abadía, donde presenta, a partir del 17, Nekrassov, la comedia de Sartre que reflexiona sobre los medios de comunicación y el compromiso político.

Se echaba de menos a Sartre en estos tiempos convulsos de ascenso al poder de la intolerancia y de las fake news. El olfato de José Luis Gómez ha recuperado para La Abadía Nekrassov, una comedia del autor de El ser y la nada inspirada en la sátira de Courteline. Su director, Dan Jemmett (Londres, 1967), sitúa la obra, de la mano de siete actores (entre ellos José Luis Alcobendas, Carmen Bécares y Ernesto Arias), en un apartamento parisino en ruinas. Jemmett, cuya relación con La Abadía viene de obras como El burlador de Sevilla, El café o Shake, reflexiona sobre los resortes de la información y la desafección política. No podría llegar en mejor momento.



Pregunta. ¿Cómo conecta una obra que se escribió en 1955 con la sociedad de 2019?

Respuesta. Puede que no sea lo mismo porque nos encontramos en un mundo más globalizado, con una comunicación acelerada, pero tengo la sensación de que Sartre intuía lo que nos jugábamos. Creo que llegó a imaginarse la prensa de hoy. En esta obra predice en cierta forma cómo se iban a difundir las noticias. También la forma en que se ejercería el control sobre las naciones, sobre la gente, creando noticias falsas, manipulándolas... La idea de Sartre sobre el miedo está en el texto. Era algo de lo que se hablaba profusamente en los periódicos. Así que creo que en esta obra vemos la semilla de lo que iba a ocurrir después.



Intrigas, amenazas... guerra

P. ¿Por qué cree que Sartre eligió el formato de la farsa?

R. Tal vez porque no estaba tratando con ideas abiertamente filosóficas. Estaba en el ámbito político. Es posible que creyera que era la mejor forma de hablar de peligros muy reales, de intrigas, de la amenaza del fantasma de la guerra, de esa idea de equilibrio de poder que era tan frágil en ese momento al comienzo de la Guerra Fría.



P. ¿Cree que los medios de comunicación actuales están desempeñando el papel que se les exige en una democracia?

R. Me parece que estamos en una especie de endgame. No creo que la democracia de hace 50 o 60 años fuera la misma. Hoy existe una falta de credibilidad en la noción misma de democracia. Las cosas están mucho más fragmentadas.

El teatro de Sartre está polvoriento. Tengo la sensación de que desenterramos algo que no se ha visto en mucho tiempo"

Puede que antes la prensa independiente desempeñara un papel importante a la hora de criticar o pedir cuentas a ciertos regímenes. Hoy es casi imposible para cualquier medio de comunicación ponerle cara a lo que se está criticando. La prensa libre e imparcial está desapareciendo porque es muy difícil saber quién es el enemigo. Es realmente complicado exponer todas esas cosas de forma periodística. El mercado de hoy se las arregla para absorberlo todo. Basta ver lo que hace Donald Trump. Cada vez que la prensa intenta publicar un nuevo horror sobre él, le da la vuelta para su provecho. Así que creo que la prensa está en un punto de inflexión en este momento. Tal vez esta obra nos ayude a recordar su papel ético.



El elenco de Nekrassov. Foto: Sergio Parra

P. Usted vive y trabaja en Francia. ¿Qué le dijeron cuando se enteraron de que iba a dirigir una obra de Sartre?

R. Casi nadie la conocía. Creo que no se ha representado nunca. De hecho, no creo que Sartre se represente en Francia. Tal vez sí algunas obras más conocidas como A puerta cerrada. Sigue siendo conocido y venerado pero creo que la gente lo ha olvidado, aparte de sus ideas filosóficas. El público tiene muy clara su línea política pero su teatro está algo polvoriento. Mi impresión es que estamos desenterrando algo que no se ha visto en mucho tiempo.



P. ¿Ve a Sartre como un hombre de teatro?

R. No lo creo. Lo usó de manera muy eficiente y sutil. Es el lugar donde sus ideas llegan a fusionarse, pero no creo que fuera un hombre de teatro. En ese momento era una gran figura de su época, muy popular. Vivió un momento histórico en el que sucedieron cosas increíbles en el teatro, entre ellas Samuel Beckett. Y probablemente se infectó, en el buen sentido, de todo lo que estaba sucediendo en París. Pero parece que el teatro tenía un papel secundario en su trabajo.



P. ¿Asoman sus ideas filosóficas en la obra?

R. La verdad es que no lo sé muy bien. No había leído El ser y la nada pero estudiamos algunos de los conceptos más conocidos, como el de ‘Mala fe' acuñado por él. Llegas a entenderlos a través de George De Valera, el protagonista. La noción de libertad personal y otras cosas parecidas están expuestas con mucha fuerza. Percibimos la idea de cómo nos comportamos con otros seres humanos, la lucha que llevamos a cabo para ser nosotros mismos...



El periplo teatral de Jemmett no se acaba en La Abadía.Tras el estreno de Nekrassov -que estará sobre su escenario hasta el 24 de febrero- el director se marchará a Ginebra para hacer, hasta marzo, una versión de El sueño de una noche de verano que ha titulado Soy invisible. Después cruzará el Atlántico para llevar a Montevideo una versión de la brechtiana Madre Coraje.



@ecolote