Despliegue de redondillas, romances, décimas, sonetos, octavas reales... Es lo que nos ofrece, desde el punto de vista formal, Álvaro Tato en Todas hieren y una mata, que estrena el próximo jueves 7 en el Teatro Fernán Gómez. “Escribir en verso es volver música el idioma”, explica a El Cultural el autor. “Las leyes métricas del Siglo de Oro nos obligan a aspirar a la perfección técnica y a la síntesis lírica; ese rigor nos libera y nos conecta con el corazón del oyente”. El ‘ideólogo' literario de Ron Lalá ha demostrado su pericia para traer estas fórmulas al presente. Le avala el trabajo realizado hasta la fecha con su popular compañía (Siglo de Oro, siglo de ahora, Cervantina...) y con Helena Pimenta, que le ha reclutado como adaptador de sus últimos montajes en la CNTC.
Sus versos narran esta vez la historia de Aurora, una dama lectora con una biblioteca enterrada en un jardín. Tal personaje entronca con algunos paradigmas de la libertad femenina de nuestro teatro áureo. “Esa libertad es un tema central en la dramaturgia de esa época”, zanja Tato ante la sospecha de que el asunto se está forzando hoy para agarrarse al signo de los tiempos. “Y no me refiero sólo al caso (heroico) de Teresa de Ávila, María de Zayas o Sor Juana. También Cervantes, Lope, Tirso o Calderón hacen gravitar varias de sus obras más significativas en torno a la mujer y su libre albedrío. Redescubrir esas autoras y esos personajes hoy es una labor fascinante, inagotable y necesaria”.
Tato la acomete acompañado de otro ronlalero, Yayo Cáceres, que dirige el montaje bajo las premisas del ‘teatro pobre', intentando recrear el aroma escénico de los corrales de comedias. “La imaginación del espectador es el verdadero escenario. Un círculo de candilejas, un elenco maravilloso y una fiesta de recursos físicos para evocar bosques, jardines y palacio... Yayo es pura metáfora”, dice Tato, que con Todas hieren... articula además una reflexión sobre el paso del tiempo (al que alude el título, tomado del adagio latino) y una reinvención de la comedia de capa y espada, “un género que sigue hablando de nosotros mismos”.