Otorgado por la revista El Cultural desde hace trece años, el Premio Valle-Inclánes el galardón más prestigioso de la escena española. Con el respaldo y patrocinio de la Fundación Divinas Palabras, institución presidida por el empresario teatral Enrique Cornejo, premia lo mejor de nuestra escena.
El nombre del ganador de esta XIII edición se dará a conocer, como ya es tradición, al final de una emocionante cena durante la cual, y mediante el sistema Goncourt, se van eliminando, entre plato y plato, a los 11 finalistas. El premiado de este año se unirá a una lista que ya integran Juan Echanove,Angélica Lidell, Juan Mayorga, Nuria Espert, Francisco Nieva, Carmen Machi,Miguel del Arco, Carlos Hipólito, Concha Velasco, Aitana Sánchez-Gijón, Ernesto Caballero y Alfredo Sanzol, ganadores en los años anteriores.
Presidido por el jurista y dramaturgo Antonio Garrigues Walker, el jurado de esta edición del Premio Valle-Inclán ha estado formado por el académico de la RAE y presidente de El Cultural, Luis María Anson; el redactor jefe de Cultura de El Mundo, Manuel Llorente; el abogado y periodista José María García-Luján; la directora de RNE, Paloma Zuriaga; el periodista de TVE Antonio Gárate, presentador de 'La hora cultural' del Canal 24 Horas; los productores de teatro Mariano Torralba y Robert Muro; la periodista colaboradora de El Cultural y editora, Liz Perales; el crítico y poeta Jaime Siles; el crítico Javier Villán, el periodista y poeta Jesús Fonseca y la escenógrafa Ana Garay.
Estos son los 12 autores, actores y directores que competirán este año por el Premio Valle-Inclán: Magüi Mira, Sergio Peris Mencheta, Israel Elejalde, Irene Escolar, El Brujo, José Sacristán, María Hervás, Silvia Marsó, Alberto Conejero, Mario Gas, Josep Maria Flotats y Ramón Paso.
Magüi Mira, por Consentimiento
Magüi Mira (Valencia, 1944) llevó el texto de la dramaturga británica Nina Raine al escenario del Teatro Valle-Inclán para mostrar las vicisitudes de siete personajes ante la dura encrucijada de la violación, un tema desgraciadamente de gran actualidad. Tras Festen, Mira volvía con El consentimiento, una obra capaz de mezclar el humor hilarante con la violencia extrema. Directora y autora de la versión, Mira, nominada también al Valle-Inclán en 2013 y 2014, se enfrentó a un “texto valiente” capaz de ahogar de contradicciones a sus personajes. “El planteamiento de Raine es poliédrico, para que podamos ver ese torbellino que refleja la verdad de la calle, convirtiéndolo en arte puro sin perder un átomo de su esencia”, explicaba Mira, que contó con los actores Candela Peña. Clara Sanchis, David Lorente, Nieve de Medina, Jesús Noguero, Pere Ponce y Lucía Quintana para narrar esta gran historia.
Sergio Peris-Mencheta, por Lehman Trilogy
Ya conocíamos de sobra la capacidad para el espectáculo de Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975). Quizá el tour de forcé en ese terreno, el de epatar al público con un despliegue de medios escenográficos e interpretativos descomunal, fue La cocina, que estrenó en 2016 en el Valle-Inclán y que le valió una nominación. Brutal. Esta última temporada siguió en esa línea formal conLehman Trilogy. Si bien puso en la palestra menos actores, la plenitud de su trabajo (hacen imitaciones, canta, bailan…) sirvió para narrar la historia de la saga judía de los banqueros Lehman, encarnación de todas las vicisitudes del capitalismo yankee, con un lúdico didactismo. Sin caer en el panfleto, dejó bien definidas las circunstancias que condujeron al fatídico crash del 2007.
Israel Elejalde, por Un enemigo del pueblo
Israel Elejalde (Madrid, 1973), que ya fue nominado en las ediciones de 2016, 2017 y 2018 del Premio Valle-Inclán por La clausura del amor, Hamlet y Ensayo, respectivamente, opta al galardón en esta ocasión por su labor interpretativa en la versión libre de Un enemigo del pueblo, el clásico de Ibsen. El actor encarnó al protagonista de la obra, que descubre que las aguas del balneario local que atrae a los turistas están contaminadas. El polémico montaje, dirigido por Àlex Rigola y estrenado en el Teatro Kamikaze, obligaba al público a hacerse incómodas preguntas sobre la democracia y la libertad de expresión y a votar, lo que, según el resultado, podía desembocar en que la función fuera incluso cancelada.
Irene Escolar, por Mammón
La actriz madrileña Irene Escolar (Madrid, 1988), sucesora de una honorable saga de cómicos y finalista en dos ocasiones, nos dio una muestra definitiva de sus sobradas dotes para la comedia en Mammón. La teníamos ubicada en registros más dramáticos últimamente, tras Blackbird, El público y el Vania deRigola. Con esta desopilante parábola sobre la codicia humana, que parte originalmente del mito asirio de Mammon y luego camina hacia el gran casino del mundo, Las Vegas, sacó a relucir su vis cómica en la piel de una stripper descarriada. Nao Albet y Marcel Borrás firmaron esta road movie delirante que nos arrancó innumerables carcajadas.
El Brujo, por Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia
Una de las entregas más sentidas y documentadas de Rafael Álvarez El Brujo(Lucena, Córdoba, 1950), que sigue cultivando el monólogo para expresar sus inquietudes sobre todo lo que le rodea. Anécdotas existenciales incluidas. Nada es ajeno a este actor de raza que ha subido a los escenarios textos tan celebrados como Autobiografía de un Yogui (aún en Madrid), San Francisco, juglar de Dios o El Evangelio de San Juan, entre otros. En Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia, el cómico realiza un personal homenaje al teatro griego y vuelve a dar una nueva lección de interpretación y de dominio absoluto de la escena. “Me enamoré de Esquilo. Y aluciné con él. Y me inventé otro Esquilo. Y jugué con él. Me he bañado en el manantial de la tragedia griega con el pretexto de este espectáculo”, señaló con motivo de su paso por la última edición del Festival de Mérida.
José Sacristán, por Muñeca de porcelana
"Podemos decir que Muñeca de porcelana es una colonoscopia que le hace Mamet al poder. Le mete por el culo una sonda y nos muestra su lado más siniestro, más grotesco y más miserable". José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937), tótem de nuestras tablas, define con esta contundencia la obra con la que ya optó al Premio Valle-Inclán en 2016 (un año antes fue candidato por El loco de los balcones). Tras una larga gira por toda España, el montaje dirigido por Juan Carlos Rubio pudo verse de nuevo en Madrid en 2018, en el Teatro Bellas Artes, lo que le ha permitido al actor volver a ser nominado.
María Hervás, por Las Crónicas de Peter Sanchidrián
Tras tres nominaciones por tres obras en las que aparecía sola en escena,Confesiones a Alá, Amnesia e Iphigenia en Vallecas, María Hervás (Madrid, 1987) vuelve a optar al Premio Valle-Inclán por su trabajo en una obra coral en la que vuelve a demostrar su intensidad, su descaro y su hondura como actriz. Se trata de Las crónicas de Peter Sanchidrián, un texto escrito y dirigido por José Padilla que nos introduce en un transbordador intergaláctico de última generación para disfrutar de un guateque eterno en el que hay horror, suspense, acción, ciencia ficción, romance y fantasía.
Silvia Marsó, por 24 horas en la vida de una mujer
Silvia Marsó (Barcelona, 1963) se ha especializado en personajes femeninos complejos y de carácter en los últimos años: la Yerma de Lorca, Nora en Una casa de muñecas de Henrik Ibsen, Amanda en El zoo de cristal de Tennesse Williams… Ahora consigue una nominación al Premio Valle-Inclán por dar vida a una aristócrata salida de la pluma de Stefan Zweig a la que una experiencia única e inesperada le hará enfrentarse a todos sus principios vitales y morales. El montaje, dirigido y adaptado por Ignacio García, toma la forma de un musical de cámara intimista en el que Marsó brilla en todas las facetas posibles.
Alberto Conejero, por Todas las noches de un día
Melodrama de corte clásico, con la lucha de clases como trasfondo. Un jardinero hosco entra a servir en la casa de una dama de posibles que padece una misteriosa herida procedente de un oscuro pasado. Algo palpable desde el arranque de la función, cuando mira las tijeras de su operario con sospechoso deseo. A ella la encarna con elegante decadencia Ana Torrent. A él un convincente Carmelo Gómez. Luis Luque dirigió con poética luz Todas las noches de un día de Alberto Conejero (Jaén, 1978) -ya nominado por La piedra oscura-, un drama hilvanado con su maestría habitual y un potente aliento lírico. El crescendo emocional estalla en un desenlace conmovedor.
Mario Gas, por El concierto de San Ovidio
El Centro Dramático Nacional tenía la espina de no haber podido celebrar elcentenario de Buero Vallejo en tiempo y forma. Dificultades de encaje en su programación y de entendimiento con sus herederos truncaron la intención deErnesto Caballero. Hubo que esperar una temporada para homenajear al maestro del posibilismo. Fue Mario Gas (Montevideo, 1947), nominado ya en tres ocasiones, el que recuperó con mano maestra El concierto de San Ovidio, una parábola contra la explotación del hombre por el hombre. Montaje ambicioso y certero con el que el buque insignia de nuestra escena honró a una figura clave del teatro español en la segunda mitad del siglo XX.
Josep Maria Flotats, por Voltaire/Rousseau. La disputa
La querencia francesa de Josep Maria Flotats (Barcelona, 1939), nominado tres veces más, se encarnó esta vez en dos figuras cruciales del pensamiento europeo en los tiempos de la Ilustración. Los puso frente a frente para un ejercicio de esgrima verbal que ya practicó años atrás, careando entonces, en La cena, al jacobino Fouché y al aristócrata liberal Talleyrand. En Voltaire/Rousseau. La disputa, los rivales fueron, por un lado, el incisivo y mordaz Voltaire, interpretado por el propio Flotats. Y por otro, el romántico avant la lettre Rousseau (Pere Ponce). El tema crucial de su discusión es la idea Dios y la religión que deriva de ella. Posiciones encontradas que cada uno defiende con hábiles y fundamentados argumentos. Un festín para el intelecto.
Ramón Paso, por Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales
Hijo de la actriz Paloma Paso Jardiel, nieto del dramaturgo Alfonso Paso y bisnieto del escritor Enrique Jardiel Poncela, el dramaturgo y director de escena Ramón Paso (Madrid, 1976) consigue una nominación al Premio Valle-Inclán porLas leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales, que se puede ver en el Teatro Lara. La obra es una tragicomedia de humor negro y sexual que tiene como base cuatro historias urbanas que se mezclan abordando temas tan humanos como la infidelidad, la muerte, el amor, la soledad o los homicidios bienintencionados de carácter erótico.