"En nuestra sociedad, el imaginario colectivo sobre la violación se asocia no solo a la oscuridad y los callejones vacíos, sino también a los monstruos solitarios que, fruto de un desequilibrio, atacan a mujeres no se sabe bien por qué motivo. Hay que salir de ahí y ser conscientes de que la mayoría de las violaciones no ocurren así, sino en entornos seguros donde la víctima y el agresor se conocían, en las que este último era un ser perfectamente integrado en la sociedad". Este es el mensaje que Pilar G. Almansa (dramaturga) y Cecilia Geijo (directora) quieren transmitir en El buen hijo, la obra de teatro que se estrena este viernes en El Teatro Luchana de Madrid. "Hay que cambiar la imagen del violador y entender que cualquiera puede serlo", añade Almansa.
El buen hijo cuenta la historia de Tirso, un hombre aparentemente "normal": es funcionario, sale de cañas con los amigos y ha tenido alguna que otra novia. Conocido como El Cachorro, ingresa en prisión tras cometer una violación y la psicóloga con la que se reúne intenta hacerle ver que ha cometido un gran error. Sin embargo, el protagonista no es capaz de reconocer lo que ha hecho debido a que "nuestras creencias tan extendidas y arraigadas no le permiten ver lo que realmente es: un violador", explica Cecilia Geijo.
No es la primera vez que un tema tan polémico y latente en la sociedad se lleva a los escenarios. En El Pavón Teatro Kamikaze se estrenó Jauría, obra escrita por Jordi Casanovas y dirigida por Miguel del Arco, que cuenta la historia de La Manada basándose en las transcripciones del juicio y las publicaciones en varios medios de comunicación. Después de contemplar ese caso, otros menos mediáticos como la violación en el parque de María Luisa de Sevilla y leer Las estructuras elementales de la violencia de Rita Laura Segato, antropóloga y feminista argentina, Almansa y Geijo comenzaron a preguntarse qué es lo que lleva a los hombres a cometer dicho acto, cómo perciben a la mujer y cómo perciben su propia masculinidad.
Llevando el guion a una conversación entre el preso y la psicóloga, Pilar G. Almansa se decantó por ese formato tras ponerse en contacto con Zulema Altamiro, psicóloga de prisiones, que le facilitó el pograma de Control de Agresores Sexuales del Ministerio del Interior del Gobierno de España. "Al ver el formato del tratamiento, el orden de las sesiones y cómo se deconstruía la personalidad del paciente para buscar el reconocimiento de la violación, pensé que era el hilo conductor perfecto para la obra", cuenta la dramaturga a El Cultural.
Pilar G. Almansa, autora de Cama, obra en la que aborda la igualdad dentro de las relaciones heterosexuales, y Cecilia Geijo, con quien ya había trabajado anteriormente en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid) y formaron junto a Loli Garayalde la compañía La Pitbull, se unieron y dieron forma a este proyecto. Decidieron centrarse en la violación cruenta tras reunirse con Territorio Violeta. Esta plataforma, que premia e impulsa la programación de obras que trabajan en favor de la igualdad de género, nació en 2017 debido a la asociación de Rosa Merás (Arteatro Producciones Teatrales) y Silvia Pereira (Entrebastidores), dos profesionales con larga trayectoria en las artes escénicas.
Sin embargo, la obra de teatro profundiza y se apoya en el mandato de masculinidad del que habla Rita Laura Segato. Según la escritora, "el hecho de que un hombre agreda sexualmente a una mujer, no tiene como objeto el placer sexual del hombre, sino que éste refuerce su propia imagen de masculinidad. La mujer es el instrumento para que el hombre se sienta hombre". Lo que se pretende plantear es que un hombre siempre lleva a cabo una violación con un espectador en el horizonte, esté o no presente, y ese espectador siempre es un hombre, ya que "la sexualidad masculina se configura a partir de ese mandato, en el cual la mujer es un instrumento para configurar su imagen". No obstante, "no hace falta llegar a la violación como hoy la percibimos, pues la mujer ha tenido desde siempre, como decía Virgina Woolf, "el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre el doble de su tamaño natural", recuerda la dramaturga.
Tanto Almansa como Geijo dudan acerca de si las artes escénicas pueden o no crear conciencia sobre temas sociales, ya que "aunque el arte ayuda a crear una mayor conciencia, el entretenimiento, por sí solo, relaja porque nos hace evadirnos de la realidad, pero no favorece la empatía. Algo que el teatro sí hace", opina Cecilia Geijo. "Lo que se puede hacer desde el teatro es pelear por el relato. Gracias a lo que ha ocurrido en el último siglo, y cada vez con más intensidad y sofisticación, las mujeres estamos batallando por configurar el relato público, tanto sobre nosotras mismas como sobre los hombres", sostiene Almansa.
La obra, que ha sido premiada tras su paso por el Festival de Teatro Independiente Toledo Escena Abierta, está producida por Territorio Violeta e incluida en el catálogo del Festival Territorio Violeta por su compromiso con la equidad de género en las distintas fases de la producción. El festival galardonará a los montajes premiados durante sus representaciones del 18 de octubre al 29 de noviembre en Alcalá de Henares. El buen hijo se podrá ver en distintos puntos de España: en el Teatro Luchana hasta el 27 de septiembre, el 23 y 24 de noviembre en San Fernando de Henares y Parla, el 30 de noviembre en Villanueva del Pardillo en Madrid, y el 13 de diciembre en la Sala Trejano, en Mérida.