El valor de la razón frente al auge de los dogmatismos y la intolerancia. Sobre este principio fundamental el dramaturgo Miguel Murillo (Badajoz, 1953) ha escrito Hipatia de Alejandría, texto sobre la heroica filósofa y científica egipcia que subirá al Teatro Romano del Festival de Mérida el 21 de julio bajo la dirección de Pedro A. Penco. Hipatia (Paula Iwasaki), hija del matemático y astrónomo Teón (Alberto Iglesias), fundaría, en el siglo V a. C., una escuela para difundir su conocimiento y moriría, pese al apoyo del prefecto de Roma Orestes (Daniel Holguín), a manos de la intolerancia y el fanatismo de patriarcas como Cirilo (Rafa Núñez).
“Soñaba y trabajaba para liberar a los seres humanos, como los alumnos que acudían a su cátedra y que provenían de distintos lugares, religiones y clases sociales, de la tiranía de la sinrazón”, señala a El Cultural Murillo, que ve en su ejemplo grandes paralelismos con lo que está ocurriendo en la actualidad: “Por desgracia, y lo vemos cada día, el siglo XXI está asistiendo al auge de ideologías totalitarias que amenazan con destruir los logros sociales que tanto ha costado alcanzar”.
Miguel Murillo ha contado para la obra con los estudios de Maria Dzielska, Leconte de Lisle y Mario Luzi
Para la dramaturgia, el autor extremeño ha consultado toda la bibliografía que ha podido sobre la científica, en especial los trabajos de la historiadora polaca Maria Dzielska, por basarse, según Murillo, en las fuentes originales y huir de las versiones que la han retratado como racional, romántica, nostálgica o incluso “chiflada”. “La historia –precisa Murillo– no ha sido difícil de crear porque hay rastros biográficos muy concretos pero el personaje me ha costado algo más”.
También ha contado con los estudios del francés Leconte de Lisle, por su exaltación de las ideas sobre Cristo y los dioses antiguos, y con los dramas de Mario Luzi en torno a Hipatia y Sinesio. Murillo siente no haber visto aún Agora, la recreación cinematográfica de Alejandro Amenábar de 2009 protagonizada por Rachel Weisz, que la deja pendiente para después del estreno. “Hipatia es protagonista de un momento histórico esencial para definir la historia antigua. El Imperio Romano entra en descomposición. Teodosio declara el cristianismo como religión oficial y la ciencia y la filosofía de las escuelas neoplatónicas inician una nueva dimensión en torno a la idea del mundo, el universo y el hombre. Se produce en Alejandría un momento de cambio en el que, además de Hipatia, una multitud de personajes desarrollan sus teorías, luchan por difundir sus creencias y por conseguir la hegemonía de sus ideas”.
La puesta en escena, diseñada por Diego Ramos para el escenario del certamen que dirige Jesús Cimarro, ha puesto de nuevo en pie la ciudad de Alejandría. Según Murillo, tiene elementos poéticos que contribuyen a acercar y unir esos dos mundos en litigio: “Las creencias de los dioses antiguos que se encarnan en el universo y la cátedra de Hipatia, en la que domina la razón al servicio de la ciencia. Hemos contado con una escenografía simbólica que está presidida por la elipse, el gran descubrimiento de Hipatia en relación a las órbitas astrales. En su biografía se encuentra presente la dignidad y el papel de la mujer en la ciencia desde la antigüedad”.