El brasileño Nelson Freire, uno de los pianistas más sobresalientes de la música clásica mundial y todo un referente en su país, falleció la madrugada de este lunes en su residencia de Rio de Janeiro a los 77 años, según ha informado la prensa local, aunque la causa de la muerte no ha sido revelada. Seguro, equilibrado y honesto, Freire destacaba por su fidelidad a la partitura escrita y por ser uno de los grandes intérpretes de Chopin. Fue solista con la Filarmónica de Berlín, la Sinfónica de Londres y la Sinfónica de Viena. Era un artista al margen de los circuitos, del márketing o de las capillas.
Nacido en Boa Esperança en 1944, Freire ya sorprendía a sus familiares cuando con tres años tocaba de memoria piezas que habían sido ejecutadas por su hermana mayor, Nelma. Con 5 años ya comenzó a presentarse en público interpretando obras como la Sonata en Lá mayor, K. 331 de Mozart. En 1957, a los 12 años de edad, fue séptimo en el Concurso Internacional de Piano de Río de Janeiro, cuyo vencedor fue el austríaco Alexander Jenner y en la prueba final ejecutó el Concierto para piano N.º 5 "Emperador", de Beethoven. El jurado del Concurso estaba compuesto por Marguerite Long, Guiomar Novaes y Lili Kraus. Ganó del entonces Presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek, una bolsa de estudios para ir Viena a aprender con Bruno Sidelhofer, que también enseñó a Friedrich Gulda.
Desde 1959, se embarcó en una carrera internacional que le llevaría a dar recitales y conciertos en las grandes ciudades de Europa, Estados Unidos, Centroamérica, América del Sur, Japón e Israel y a trabajar con muchos de los más prestigiados directores, como Pierre Boulez, Eugen Jochum, Lorin Maazel, Kurt Masur y Andre Previn. En 1964, conquistó el primer premio en el Concurso Internacional de Piano Vianna da Motta en Lisboa y en Londres recibió las medallas de oro Dinu Lipatti y Harriet Cohen. "Es uno de los pianistas más emocionantes de todos los tiempos", escribió la revista Time, después de su primer concierto en Nueva York.
Nelson Freire daba entre 50 a 60 conciertos por año, porque pensaba que si se exponía más acabaría perdiendo frescura. No era de su agrado adelantar programas con mucho tiempo de antelación, dado que –según sus propias palabras- uno nunca sabe cuáles serán sus deseos o gustos con alguna obra programada para el momento que tenga que ser ejecutada delante del público. Por eso, efectuaba a menudo cambios en los programas ya preparados. Era amigo cercano de la célebre pianista argentina Martha Argerich, su compañera en decenas de viajes musicales.
"Leo las obras, las escucho -no me importa decir que siempre escuché muchos discos y lo sigo haciendo-y ahí veo si tengo interés en ellas o no", comentaba Freire en una entrevista en El Cultural en 2004. "Cuando lo tengo, la obra viene a mí. A veces algunos fragmentos aparentemente fáciles se vuelven muy difíciles. Ahí, lo mejor es dejar descansar la obra, que pase un tiempo. Sorprendentemente, suele marchar por sí misma. A lo mejor es un problema psicológico".
Entre sus compositores preferidos hay que destacar su predilección por Chopin. Los críticos consideran que sus versiones de genio polaco eran las de mayor nivel de los últimos años, en la línea interpretativa marcada por Rubinstein, pero con una calidez personal que resta artificiosidad a los pasajes más pirotécnicos del compositor. Su grabación de los 24 Preludios de Chopin recibió el Edison Award y ganó otros premios como el Classic FM Gramophone Awards (2007) con el CD de los conciertos de piano Brahms. En 1999 triunfó en Varsovia con su interpretación del Concierto para Piano y Orquesta N.º 2 de Chopin, marcando los 150 años de aniversario de la muerte del compositor.
A fines de 2019 se fracturó el brazo derecho al caer mientras paseaba en la rambla de Rio de Janeiro y fue sometido a una cirugía. Su regreso a los escenarios estaba previsto para el año pasado, pero fue postergado debido a la pandemia de covid.