Con Juan Mayorga, sobre todo, me río muchísimo, y me apetece comenzar haciendo esta declaración porque toda la importancia de Juan tiene cero de solemnidad, y mucho de inteligencia.
Creo que es la persona de teatro que más fe tiene en el público. Tiene en el público más fe que la que el público tiene en sí mismo, así que se atreve a poner los listones del juego del teatro todo lo alto que puede. Uno de los grandes momentos de mi vida en el escenario lo he disfrutado gracias a él en Avilés, en un encuentro con público joven antes de la función de El Golem. Si alguno de los que estabais allí leéis esto, os mando un saludo.
Juan ama la vida sin dejarse ni un recoveco y se lanza a las posibilidades y a los misterios de cabeza. Para él las palabras son un juego infinito, dibujos y sonidos con los que se construye la humanidad y un misterio por su fuerza y su capacidad para transformar. Las palabras producen cambios, y para lograr el bien, y lo bueno, Juan nos recuerda que hacen falta palabras. Sin ellas no es posible la transformación. Nuestra amistad se ha hecho en torno a las palabras y estas palabras son un pequeño brindis de alegría y de felicitación.
¡Felicidades Juan!