“Una pieza híbrida entre la lectura de un libro, una obra de teatro, un concierto y una colección de arias de ópera”. Así define el actor, director y productor John Malkovich (Illinois, EE. UU., 1953), en conversación telefónica con El Cultural desde Viena, el peculiar espectáculo con el que recalará en Madrid los días 11 y 12 de agosto, en el marco del festival Veranos de la Villa.
La obra, que se representará en el patio central del Centro Cultural Conde Duque, se titula The Infernal Comedy. Confesiones de un asesino en serie y está concebida para un actor (Malkovich, autor además de la idea original), dos sopranos (Susanne Langbein y Chen Reiss) y orquesta barroca (la Wiener Akademie, dirigida por Martin Haselböck). Se interpretará en inglés con sobretítulos en español.
En este espectáculo, el popular y camaleónico actor se mete en la piel de un personaje real: Jack Unterweger (1950-1994), un asesino en serie austríaco que, después de su primera condena por homicidio en 1974, cobró notoriedad como escritor y 15 años después fue liberado gracias a una campaña a su favor. Fue exhibido en programas de televisión como ejemplo de reinserción, hasta que al poco tiempo se descubrió que había seguido matando tras su liberación.
En total fue acusado de matar a doce mujeres en distintos países, en su mayoría prostitutas que violaba y estrangulaba con sus propios sujetadores. El 29 de junio de 1994 se le condenó de nuevo a cadena perpetua, esta vez sin posibilidad de redención, y esa misma noche se ahorcó en su celda.
¿Qué se puede esperar de un espectáculo con semejante monstruo como protagonista y este original formato escénico? Según su autor y director, Michael Sturminger, uno debe “esperar lo inesperado” si encima del escenario está John Malkovich.
"No tiendo a repetir lo mismo minuto tras minuto y noche tras noche. Hago lo que se me ocurre en el momento"
Conocido por su capacidad de improvisación, adivinamos en el actor una mueca divertida al otro lado del auricular cuando le preguntamos por ello: “Bueno, nunca me veo a mí mismo en el escenario, así que no puedo comentar mucho, pero digamos que no tiendo a repetir lo mismo minuto tras minuto y noche tras noche. Hago lo que se me ocurre en el momento”.
En este drama o, como propone el título, “comedia infernal”, tiene un peso importante el humor negro, como en muchos de los trabajos anteriores de Malkovich. “¿Acaso existe otro tipo de humor?”, se jacta el actor estadounidense.
La trama de la obra nos presenta a un John Unterweger que vuelve desde el más allá para hacer una lectura pública de su autobiografía. Este macabro Don Juan se dirige al público casi como un cómico de stand-up. Las dos sopranos representan a las mujeres asesinadas por él, y la tensión y el drama van en aumento mientras interpretan arias de Vivaldi, de Mozart, Beethoven, Haydn y Weber, que ponen banda sonora a este descenso a los infiernos.
La vocación teatral de Malkovich
John Malkovich tiene una larga carrera cinematográfica que supera las 70 películas e incluye títulos tan distintos como El imperio del sol, Las amistades peligrosas, Quemar después de leer o Cómo ser John Malkovich, aquella aclamada comedia fantástica en la que se interpretaba a sí mismo y que fue el debut del Charlie Kaufman como guionista y Spike Jonze como director. No obstante, su carrera interpretativa comenzó en el teatro, y ha mantenido viva esa faceta hasta hoy, en paralelo a sus trabajos para el cine.
"El teatro es algo vivo, orgánico, efímero, completamente provisional. En realidad, solo existe en nuestras mentes"
“El teatro es algo vivo, orgánico, efímero. Me recuerda a la vida en el sentido de que tienes que estar ahí, en una noche dada, para ver qué pasa, no como otras artes que son permanentes. El teatro es completamente provisional. En realidad, solo existe en nuestras mentes”, opina el actor.
Malkovich creció en una familia en la que nadie se dedicaba a las artes escénicas. De hecho, iba a seguir los pasos de su padre, que era director de conservación ambiental del estado de Illinois, y empezó a estudiar ecología en la universidad. Pero, gracias a una novia que hacía teatro, descubrió su verdadera vocación: “Fui a ver sus ensayos y la obra me resultó cautivadora. Tuve esta sensación de mirar esas vidas que se representan en el escenario y que, si la obra es buena, te hacen reflexionar sobre tu propia vida, quién eres, qué has hecho, de qué te arrepientes y qué desearías haber hecho de manera distinta. Me resultó muy atractivo”.
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Aquello ocurrió en Chicago, donde se convirtió en 1974 en uno de los primeros miembros de la compañía Steppenwolf (llamada así en honor de El lobo estepario de Herman Hesse), que habían fundado los actores Terry Kinney, Jeff Perry y Gary Sinise, los dos primeros con una discreta pero larga carrera en cine y televisión, y el tercero con bastante éxito y conocido sobre todo por su papel del teniente Dan en Forrest Gump.
Malkovich ha girado mucho por Europa actuando y dirigiendo teatro, especialmente en países como España, Francia e Inglaterra. Acaba de hacer una pequeña gira veraniega de The Music Critic, un divertido espectáculo (similar a este The Infernal Comedy en su mezcla de teatro y concierto de música clásica) en el que da voz a las peores críticas que recibieron en su día algunas obras de grandes genios de la música como Beethoven, Brahms, Debussy o Ravel y que hoy son unánimemente aclamadas. “Eso te enseña que debes intentar hacer buenas obras de arte. Aunque lo consigas, puede que a la gente no les guste. Y si no lo consigues, las odiarán más aún”.
Actor de culto “europeo”
John Malkovich es uno de los actores más reconocidos por el público cinéfilo. No obstante, solo ha sido nominado al Óscar en dos ocasiones como actor de reparto, por En un lugar del corazón (1984) y En la línea de fuego (1993), y no ganó ninguno. “Por supuesto, eso es algo que no me importa en absoluto. [La gala de los Óscar] no es el tipo de cosa en la que yo me involucre. Fui una vez, fue algo divertido y extraño. Cada vez la ve menos gente, o eso me han dicho. Yo nunca lo hice. Supongo que los ratings de audiencia habrán subido un poco este año por ver a gente abofeteando a otra gente, pero no sé cómo de beneficioso será a largo plazo para la reputación de Hollywood”, opina el actor.
En cambio, su trayectoria ha sido reconocida en Europa con premios especiales en festivales tan prestigiosos como los de San Sebastián, Locarno y Karlovy Vary. ¿Se siente más reconocido en Europa que en su país natal? “Probablemente, pero también es cierto que trabajo mucho más aquí que en los Estados Unidos. He trabajado con Bertolucci, Antonioni, Viviana Cabani, Schlöndorff, Wenders, Samuel de Oliveira, Roland Joffé, Stephen Frears… Con todo tipo de directores”.
El futuro del cine independiente
En cuanto al futuro del cine de autor e independiente dentro de Hollywood, Malkovich no se muestra muy optimista. “No parece muy prometedor. No soy un pronosticador particularmente dotado, pero no creo que haya mucho de este tipo de cine en 20 años, o quizá en dos, porque el negocio ha cambiado drásticamente. En Europa las películas empezaron como una forma de expresión; en Estados Unidos, lo hicieron como negocio. Me parecen bien las dos cosas, pero ahora de alguna manera se han fundido, por lo que es difícil hacer pequeñas películas independientes, artísticas”.
"No creo que haya mucho cine independiente en 20 años, quizá en dos, porque el negocio ha cambiado drásticamente"
“El negocio ha cambiado, las plataformas han cambiado y el papel de las películas en la cultura ha disminuido. Diría que ahora es cien veces menor, aunque podría estar equivocado. Pero obviamente las películas ya no tienen el mismo lugar en la cultura que tenían hace veinte años, o en los años setenta, o antes de eso, cuando el cine era una fábrica de sueños y la gente caía rendida ante esa ilusión. Ahora no creo que la gente se entusiasme con eso”.
En este sentido, John Malkovich recuerda que en 1972, cuando se estrenó El último tango en París, “había que conducir 175 millas para verla” (en España la gente incluso cruzaba la frontera a Francia para ello). “Cuando llegó el VHS, eliminó parte de ese impulso inmediato de ir al cine. Luego vinieron los DVD y esa tendencia fue a más, y creció también con la llegada del streaming. “De modo que, si tienes 18 años, para qué ir a ver una película nueva de alguien si puedes verla dentro de 30 años o nunca en absoluto”.
Relación con Madrid
Con The Infernal Comedy, Malkovich regresa de nuevo a Madrid, tras haber tenido que cancelar a finales del año pasado su presencia en los Teatros del Canal con otro espectáculo, Just Call Me God. “Es una pieza que me gusta mucho, pero por su peculiaridad, tras la pandemia necesitábamos reescribirla y volver a ensayarla, lo que es algo muy difícil de asumir económicamente. Si tuviéramos 30 bolos, habríamos podido hacerlo, pero para dos días era financieramente imposible”.
En cualquier caso, el actor tiene un fuerte vínculo con la capital española, donde tiene “grandes amigos”, a la que siempre está “feliz de volver” y donde ha llegado a emprender negocios relacionados con el vino, su otra gran pasión además del cine y el teatro.
Por la capital pasó brevemente por última vez el otoño pasado al volver de Marruecos tras rodar una película en la que interpreta al político y filósofo cordobés Lucio Anneo Séneca. En ella el género histórico se funde con, cómo no, la comedia negra. Dirigida por el alemán, Robert Schwentke, Seneca. On the Creation of Earthquakes se estrenará previsiblemente el próximo otoño o invierno. Recrea la Roma del siglo I, los últimos días de la vida de Séneca y su relación con el emperador Nerón. Este papel supone un vínculo más con la cultura española en el haber de este polifacético actor, director y productor siempre en busca de nuevos proyectos intelectualmente estimulantes.