Un momento de El Quijote de José Carlos Martínez. Foto: Jesús Vallinas
Don Quijote cabalga otra vez de la mano de la CND tras más de quince años ausente de nuestros escenarios. El miércoles, 16, José Carlos Martínez estrena en el Teatro de la Zarzuela la obra de Marius Petipa y Ludwig Minkus junto a la Orquesta de la Comunidad de Madrid. José María Moreno y García Guerrero firman la dirección musical y la escenografía.
Inspirado en los trabajos de Marius Petipa y Alexander Gorski, Martínez ha querido celebrar sus cuatro años al frente de la CND -que patrocina la Fundación Loewe- con el que será, a partir del 16 de diciembre en el Teatro de la Zarzuela, su primer título de noche completa desde que Maya Plisétskaya montara, también de Petipa, La Fille Mal Gardée en 1990. "Con este montaje tenemos el clásico que mucha gente esperaba y a la vez un ballet que corresponde con nuestra identidad: una compañía española que baila ballet clásico", señala a El Cultural Martínez, también ex Bailarín Estrella de la Ópera de París.
Regreso a las puntas
No es la primera vez que este ballet se representa en España. Hace más de 15 años, Víctor Ullate rompía el fuego en Bilbao con esta obra con partitura del austríaco Ludwig Minkus y que actualmente cuenta con añadidos musicales de otros autores. Sí debuta en este ballet la CND. "Bajo la dirección de Nacho Duato -explica el bailarín y autor de la coreografía-, la compañía se dirigió hacia otro tipo de repertorio, se abandonaron prácticamente las ‘zapatillas de punta' y aunque el entrenamiento cotidiano sí era el habitual de una compañía clásica ese repertorio no se puso en escena". En estos cuatro años Martínez ha trabajado para conseguir un cuerpo de baile homogéneo que tuviera "el nivel suficiente" como para presentar obras del siglo XIX. "Seguiremos añadiendo nuevos títulos clásicos, eso sí, de forma paralela a la puesta en escena de piezas contemporáneas y de vanguardia".Don Quijote, que surgió como un encargo del Teatro Bolshoi de Moscú, impactó en su época. Mientras la mayoría centraba la atención en roles irreales, Don Quijote mostraba personajes de carne y hueso. En esta ocasión, Martínez ha respetado la construcción coreográfica original de Petipa, que se inspiró en la danza y el folclore español. Gorski se encargaría treinta años después de realizar una primera revisión dando más vida y espontaneidad a los personajes. "En la mía -puntualiza Martínez-, he querido continuar con ese trabajo iniciado por Gorski para contar la historia de una manera casi cinematográfica".
Será por ese guiño al séptimo arte o por imprimirle un sello propio por lo que se ha diseñado un cuerpo de baile en el que cada personaje tiene su propio hilo conductor. Asistiremos a varias acciones que se desarrollan de forma simultánea con el fin de dotarlas de mayor movimiento y veracidad en un "plano" en el que, señala el coreógrafo, habrá una plaza de verdad y no una plaza sobre el escenario. "Quería tomar como referencia la coreografía original, acercarme más al Don Quijote de Cervantes y hacer una revisión realmente respetuosa con nuestra tradición".
A este pueblo de Castilla acudirán, además de los personajes ideados por Cervantes, toreros, gitanos, majos y goyescos, perfiles muy alejados de la España de Don Quijote pero que los conecta con los que conoció Petipa por nuestro país en lugares como Madrid o Sanlúcar de Barrameda y que plasmó en su coreografía de 1869. Los anacronismos introducidos transformaron este ballet en una de las cumbres de la coreografía. A Petipa debemos que esté llena de música española. Gracias a su intervención Minkus recogió estos ritmos ya en su partitura original.
Nureyev, Baryshnikov...
Inspirada en dos capítulos de la segunda parte de El Quijote, la obra ha sido interpretada por grandes nombres del ballet contemporáneo, como Nureyev o Baryshnikov, siendo el de ‘Misha' el que más ha influido, por su espontaneidad, en el trabajo de José Carlos Martínez, que ha sufrido no pocas dificultades antes de subir el telón: "Lo más complicado ha sido trabajar con la versión original de Minkus porque costó encontrar las partituras para la orquesta. Al final, conseguimos un material en muy mal estado que hemos tenido que descifrar para poder editar una nueva partitura".Los personajes de Don Quijote han sido objeto de deseo desde su publicación en 1605. En el campo musical, de Purcell, Telemann o Salieri a Richard Strauss llegando, más recientemente, hasta Tomás Marco. En el coreográfico, Franz Hilverding, Jean Georges Noverre y Gorge Balanchine son solo unos pocos nombres de una larga lista que se inspiró en la inmortal obra de Cervantes.
Con este Don Quijote, José Carlos Martínez -que ha contado entre sus colaboradores con Mayte Chico, José María Moreno (dirección musical) y Raúl García Guerrero (escenografía)- alcanza la primera cumbre de su gestión al frente de la CND. A través de las 45 obras que ha subido al escenario hace un balance positivo de estos cuatro años pero echa de menos un teatro estable. El número de representaciones por España y el extranjero sube (de las 36 de 2012 a las 70 de la temperada pasada) y presume de haber convertido la CND en un lugar donde caben todo tipo de estilos: "A la danza le sigue faltando apoyo institucional", se queja. "Los creadores trabajan de una manera demasiado precaria pero aún así se crean proyectos muy interesantes. La percepción de la danza siempre ha sido buena, el problema está en que el número de representaciones ha disminuido. Hay compañías que estrenan una producción y luego no pueden girar con ella".
Tras Don Quijote, la Compañía Nacional de Danza llevará un nuevo espectáculo al Liceo de Barcelona en homenaje a Enrique Granados. Estará compuesto por In the Night, de Jerome Robbins, y The Vertiginous Thrill of Exactitude, de William Forsythe, además de una creación de Dimo Kirilov, antiguo bailarín de la Compañía que se encuentra trabajando sobre un montaje en el que Rosa Torres-Pardo interpretará su música en directo.
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