Compañía Nacional de Danza. Foto: Jesús Vallinas

La Compañía Nacional de Danza en el Liceo, del 4 al 9 de marzo, y la Sasha Waltz & Guests en el Real, del día 9 al 12, recuerdan las tendencias que fraguaron la creación coreográfica actual. La primera homenajea a Granados con Anhelos y tormentos y la segunda a Stravinski.

Con Homenaje a Granados la CND recuerda al compositor -de cuya muerte se cumple un siglo- reuniendo a músicos afines en una noche heterodoxa que además incluye un estreno mundial. Los bailarines se enfrentan por vez primera a The Vertiginous Thrill of Exactitude, trepidante pieza creada por Forsythe en 1996 sobre el último movimiento de la Novena sinfonía de Schubert; mantiene la ligereza del divertissement y se ha labrado justa reputación como uno de los ballets más exigentes técnicamente. Los tutús de Stephen Galloway añaden exclusividad y evocan la tradición académica.



Otro ballet de repertorio llega a la CND: In the Night, de Jerome Robbins, fue estrenado por el New York City Ballet en 1970 y se ha convertido en una de sus piezas más populares. La nostalgia de los nocturnos de Chopin reúne a tres parejas que plasman las múltiples facetas del amor; el vestuario de Anthony Dowell envuelve al Robbins más romántico. Dimo Kirilov -antiguo bailarín de la CND- firma el estreno mundial de la velada: Anhelos y tormentos. Sobre varias piezas de Granados, que interpretará al piano Rosa Torres-Pardo, y diseño sonoro de The Lab, el coreógrafo bucea en la tradición romántica y neoromántica para construir una obra íntima a partir de sus recursos vitales y expresivos; los figurines son de Íñigo Aragón y la iluminación, de Olga García Sánchez. Raymonda Divertimento, en versión de José Carlos Martínez sobre el original de Glazunov y Petipa, cierra la noche con un despliegue de virtuosismo académico que permite el lucimiento del cuerpo de baile. En el foso del Liceo, su orquesta titular estará dirigida por José María Moreno.



Sasha Waltz & Guests. Foto: Bernd Uhlic

Sasha Waltz & Guests fue fundada en los años noventa por la coreógrafa alemana para afianzar la creación interdisciplinar; tras un breve periodo en el que asumió la dirección del Schaubühne am Lehniner Platz de Berlín, la compañía volvió a la actividad con un formato internacional y variable. El programa que ofrece en el Real, donde Titus Engel gobernará a la Sinfónica de Madrid, reproduce el que la compañía presentó en Berlín y Bruselas en 2013 conmemorando el centenario de La consagración de la primavera. La danza-teatro de Sasha Waltz (1963) impone todo su dramatismo en una obra tan compleja y reinterpretada como la compuesta por Stravinski. Su versión, coproducida por el Mariinski y la Monnaie, subraya la conciencia grupal del individuo, la aceptación del ciclo vital, y la muerte y el renacer que conlleva; desde una perspectiva bastante cercana a la del original de Nijinsky, el ballet mana del primitivismo que exhibe la partitura y reivindica el trabajo grupal que Waltz había explorado en obras anteriores.



Dos piezas equilibran el tríptico: Escena de amor -dúo que forma parte de su Romeo y Julieta creado en 2007 sobre música de Berlioz- y Preludio a la siesta de un fauno, una visión contenida y plástica que busca la sensualidad que rezuma el poema sinfónico compuesto por Debussy y estrenado por Les Ballets Russes. La tradición del neoexpresionismo alemán del siglo pasado flota en las coreografías de Waltz y reaviva el germen que esconde la creación actual. @ElnaMatamoros