La danza española triunfa... fuera
Sonia Rodríguez, del Ballet Nacional de Canadá. Foto: Aleksandar Antonijevic
Empieza una nueva temporada y la danza española triunfa, sí, pero fuera de nuestras fronteras. Nombres como Laura Morera, Alicia Amatriaín, Sonia Rodríguez, Luz San Miguel, Juanjo Arqués y Alejandro Cerrudo encabezan, respectivamente, el Royal Ballet de Londres, el Ballet de Stuttgart, el Ballet Nacional de Canadá, el Ballet de Milwaukee, el Het Nationale Ballet de Holanda y la Hubbard Street Dance de Chicago. Más allá de Ángel Corella o Tamara Rojo -por citar a algunos de los más mediáticos- es difícil encontrar una sola agrupación de danza en el mundo en la que no haya algún nombre español ocupando puestos relevantes. El Cultural habla con ellos.
"Mis años en Stuttgart han sido de aprendizaje: no sólo en la danza, sino en la vida", afirma Amatriain (San Sebastián, 1980) a El Cultural. Esta donostiarra se marchó con catorce años "recién cumplidos" -recalca- y ha desarrollado una carrera en la que brilla especialmente el repertorio coreográfico de John Cranko, esencia de la compañía. "Aquí me han hecho una persona feliz y con los pies en la tierra", dice Amatriain. "Aprendo siempre porque cada espectáculo es nuevo, como también lo es cada momento en una sala de ballet".
Este verano cerró una temporada en la que, entre otras cosas, recibió el título de Kammertänzerin de Alemania y el prestigioso Premio Benois que se concede en el Teatro Bolshoi de Moscú, lo que algunos consideran un auténtico colofón a su trayectoria como Primera Bailarina, iniciada en 2002. "Mi carrera está llena de momentos especiales pero este año no lo olvidaré jamás", afirma. También volvió a bailar en España, "en la preciosa Alhambra de Granada ‘estrenándome' junto a la Compañía Nacional de Danza". Esta temporada, además de obras de coreógrafos como Hans van Manen y Glen Tetley, Amatriaín -con sus piernas infinitas y un gran talento dramático- volverá a meterse en la piel de la protagonista de The Taming of the Shrew, la versión coreográfica de Cranko sobre La fierecilla domada de Shakespeare.
"Nos ven muy desinhibidos"
Otra de nuestras artistas, Laura Morera (Madrid, 1977) -Primera Bailarina del Royal Ballet de Londres desde 2007- fue galardonada en 2015 en los Critics' National Dance Awards del Reino Unido tras su interpretación de Lisa en La Fille mal gardée de Frederick Ashton. "Me ha hecho mucha ilusión el premio por ser un papel tan británico que he bailado en una compañía tan británica... ¡y de un coreógrafo tan británico!", cuenta divertida. Está afincada en Reino Unido desde los once años -cuando llegó a la escuela de la compañía desde Madrid- pero su personalidad conserva "una parte muy española que viene de los primeros años en mi país" y hace que le den papeles dramáticos porque, según explica, a los españoles nos ven muy desinhibidos: "Luego empecé a ser británica y desarrollé un humor muy adecuado a ciertos ballets".Esta temporada protagonizará Anastasia, de MacMillan. "Es un ejemplo de por qué me encanta ser bailarina: poder contar una historia y emocionar al público sólo con movimiento", explica. Además de participar en las funciones de despedida del bailarín Carlos Acosta en el Royal Albert Hall de Londres, esta temporada visitará Tarrasa en una gala con bailarines de su compañía. "Habrá piezas del repertorio clásico y también otras de Ashton, MacMillan, Wheeldon... nunca vistas en España", cuenta ilusionada. "No soy una estrella, aunque soy muy respetada en mi mundo y el público del Covent Garden me quiere mucho". Según la bailarina, aprecia y disfruta el haber alcanzado la máxima categoría "en esta gran compañía... sin ser inglesa".Luz San Miguel, Alicia Amatriain, Sonia Rodríguez o Alejandro Cerrudo... encabezan hoy grandes compañías internacionales
Sonia Rodríguez nació en Toronto en 1972 de padres españoles y vivió en Madrid desde los cinco años, donde empezó sus estudios de danza; ingresó en el Ballet Nacional de Canadá en 1990 y es Primera Bailarina desde el año 2000. "El BNC ha sido mi familia, una plataforma con un repertorio increíble en la que he sido estimulada e inspirada a ser mejor cada día, tanto por los bailarines como por los maestros y repetidores", explica. Sonia se enfrenta este año a varios retos atractivos; el primero será la Cenicienta que James Kudelka creó para ella. Después vendrán Onegin de Cranko, Un tranvía llamado deseo de John Neumeier y finalmente un ballet nuevo que el coreógrafo William Tucket preparará para la compañía. "Lamento mucho no haber tenido más oportunidades para bailar en España", dice Sonia. "Cuando llegó el momento de buscar compañía, no había muchas opciones y la situación en el Ballet Nacional (actual CND) no parecía muy estable", recuerda. "Sólo he tenido la oportunidad de bailar en España una vez en 1996... hace demasiado tiempo". Tras 27 años en escena, conserva dos momentos especiales: la concesión de la Orden del Mérito Civil por el Rey Juan Carlos en 2011 y la Estrella en el Paseo de la Fama de Canadá.
Amaitraín en Romeo y Julieta y Luz San Miguel en La Cenicienta
"Aquí era imposible"
También en las compañías de los Estados Unidos hay varios españoles que han tomado la delantera en sus filas, algunos prácticamente desconocidos en nuestro país. Luz San Miguel (Madrid, 1976) lleva once temporadas como Primera Bailarina en el Milwaukee Ballet, donde ha triunfado con un repertorio que abarca los ballets de Balanchine, Cranko, Duato, Neumeier, Glen Tetley o Paul Taylor, además de los papeles principales de ballets clásicos como El lago de los cisnes, El cascanueces y Don Quijote. Su rol favorito ha sido la Julieta que coreografió para ella Michael Pink, Director del MB. "El sueño de mi vida era bailar ese papel; ha sido el momento más feliz de mi carrera. Aquí he crecido muchísimo como artista", afirma Luz. Decidió irse de España a los 17 años: "El rumbo que yo quería tomar era imposible en ese momento en mi país; el repertorio que se hacía entonces en la CND no era lo que yo quería". Esta madrileña ya no es sólo Primera Bailarina de la compañía sino también Maestra Repetidora, lo que implica dirigir los ensayos de sus compañeros. "Estoy contentísima con este doble reto". En abril protagonizará por vez primera La Sylphide de Bournonville, entrando de lleno en una pieza emblemática del Romanticismo."Estar fuera me hizo versátil"
Mientras, otros dos españoles -Juanjo Arqués (Murcia, 1977) y Alejandro Cerrudo (Madrid, 1980)- destacan como coreógrafos en las mismas compañías en las que bailaron en el pasado. Juanjo Arqués pasó por varias compañías antes de asentarse en el Het Nationale Ballet, de Holanda. "La diversidad del repertorio de HNB me dio la oportunidad de tener acceso a distintos estilos, analizar nuevas técnicas, participar en procesos creativos... eso me hizo muy versátil, y a día de hoy soy un coreógrafo con una identidad muy personal que combina todo eso", afirma. "En la trayectoria profesional del bailarín no debería haber límites. Acomodarse en una compañía con un repertorio muy definido puede restringir tu carrera profesional. Por eso decidí dejar España". En octubre Arqués presenta una video-instalación sobre la célebre pintura La danse de Matisse en la Fundación Louis Vuitton de París. Formará parte de la exposición Icons of Modern Art. The Shchukin Collection, donde por primera vez se presentarán 130 obras de pintores impresionistas, posimpresionistas y modernistas como Monet, Cezanne, Gaugin, Rousseau, Derain, Matisse o Picasso que forman parte de esta colección.Alejandro Cerrudo está vinculado desde 2005 al Hubbard Street Dance de Chicago, donde es Coreógrafo Residente desde 2009, aunque empezó a crear piezas para ellos tres años antes. HSD, dice Cerrudo, es "un laboratorio donde puedo asumir riesgos y seguir trabajando con bailarines que ya conozco, lo que me permite no partir de cero con cada nueva pieza. Saben cómo trabajo así que tengo más libertad para arriesgar y descubrir. Estoy muy agradecido por la acogida y la forma en que me han facilitado la transición de bailarín a coreógrafo". One Thousand Pieces -su primera obra de una noche para HSD en 2009, inspirada en America Windows de Marc Chagall- supuso un punto de inflexión. En marzo estrenó The Sleeping Beauty -su primer ballet argumental- para el Ballet de Basilea y ya ha empezado una creación para el HSD que presentarán en noviembre.
Ahora espera ilusionado un proyecto que está fraguando junto al bailarín Daniil Simkin del American Ballet Theatre, quien con tres bailarines actuará en la rotonda del Guggenheim de Nueva York. Cerrudo pondrá en marcha además un espectáculo multimedia con proyecciones de 360° en tiempo real que podrá verse desde las famosas rampas del edificio. "Será algo muy experimental". Se estrenará en agosto de 2017 pero antes, en marzo, presentará una creación nueva en Stuttgart. "Cada vez que creas un ballet sientes que empiezas de cero; con cada proyecto sigues creyendo que vas a hacer algo que no has hecho hasta entonces", reflexiona Cerrudo. "Mientras tenga pasión por la coreografía, aspiro a sorprender al público".
"Nunca dejaré la danza"
Más allá de la coreografía, la breve carrera del bailarín desemboca con frecuencia en otras actividades relacionadas con su profesión. Sonia Rodríguez es consciente de que no podrá bailar para siempre, "pero sé que no dejaré el mundo de la danza". Más precavida se muestra Amatriain: "Tengo ideas para el futuro, aunque no sé por dónde me llevará la vida. Afortunadamente, en Alemania tenemos un plan de pensiones muy bueno que nos ayuda cuando tenemos que cambiar de vida". Igual que Luz San Miguel ya forma parte del equipo de ensayos de su compañía, Laura Morera aspira, en el futuro, a "ayudar a los bailarines que están empezando para que tengan una carrera feliz y recordarles que todos los días hacemos algo que amamos, y eso -precisa- es un auténtico privilegio". Un privilegio por el que han aceptado pagar en kilómetros.@ElnaMatamoros