Estremece el impacto que la danza tuvo en Joseph Campbell y el desborde emocional e intelectual que supuso en su visión del arte y la filosofía. El éxtasis del ser. Mitología y danza se incorpora ahora a los títulos de Campbell que Atalanta incluye en su cuidado catálogo. El autor, influido por su relación de cincuenta años con Jane Erdman –relevante bailarina y coreógrafa norteamericana– encontró en la danza la semilla que podría impulsar la supervivencia del mito en la sociedad occidental del siglo XX.
Un elocuente prólogo de Nancy Allison –especialista en el trabajo de Erdman y muy vinculada a la Fundación Joseph Campbell– acerca al lector a la confianza que él tenía en la capacidad del arte y la mitología para alcanzar la sabiduría trascendental del universo. Allison llama a esta recopilación de escritos “una especie de poema de amor a Erdman, su musa y compañera durante el maravilloso viaje de una vida inspirada e inspiradora”.
Campbell había sido profesor de Erdman en el Sarah Lawrence College de Nueva York con tutorías privadas sobre arte y filosofía; para cuando acabó el curso, quien había descubierto una nueva manifestación viva del arte gracias a la efervescente danza del momento era Campbell. En 1972 fundaron el Open Eye Theater en Nueva York, dando cobijo a cualquier experimento teatral que mezclara danza, mito, investigación antropológica y pensamiento humano, además de a la lectura semanal de las conferencias de Campbell. El libro revela el bullicioso ambiente creativo del que la pareja fue artífice y protagonista.
Una primera parte con siete artículos y la transcripción de una conferencia escritos entre 1944 y 1978 da paso a Mitología y forma en las artes escénicas y visuales –quizás lo más relevante del volumen por ser inédito–, que nos acerca a los primeros años de la Danza Moderna tal como surgió a ambos lados del Atlántico.
"No pretendan los aficionados a la danza descubrir aquí anécdotas de camerino"
Son trece desbordantes capítulos en los que Campbell recuerda la revolución intelectual que supuso el acercamiento de occidente a las artes y filosofías orientales, la influencia de Freud o Jung en el proceso coreográfico y el despertar del mito en la imaginación humana hasta alcanzar la plenitud en escena. Aparecen Cézanne, Bourdelle, el parisino Salon des Refusés de 1863, Picasso, Braque o Dalí, pero también Aristóteles, Ovidio, Kant, Wagner, Joyce, Yeats, el teatro noh… Y ofrece un aparentemente ligero repaso a la Danza Moderna más elocuente que cualquier colección de biografías ya que pone en relación sus inquietudes, retos, dudas y descubrimientos con otras disciplinas intelectuales haciendo hincapié en el trepidante mundo que vivieron.
El trabajo de Duncan, Graham, la Denishaw School, Wigman, los habitantes del Cabaret Voltaire, Cunningham o la propia Erdman –con su implicación en las guerras europeas y los conflictos sociales que tanta inspiración y compromiso significaron en los inicios de la Danza Moderna– protagoniza la segunda mitad del volumen.
No pretendan los aficionados a la danza descubrir aquí anécdotas de camerino, sino una herramienta fundamental que vincula la danza a las zonas más profundas del pensamiento, por lo que la publicación es relevante en todos los campos de reflexión. “¿Siente alguien el mismo desasosiego que yo al ver un espectáculo de danza?”, se pregunta el autor en la primera página de este libro. No busquemos una respuesta a ello en sus páginas posteriores, sino un intenso deseo de averiguar más. elna matamoros