Arranca el otoño y con él comienza el curso, también para el Teatro Real y la Compañía Nacional de Danza. Estos últimos han escogido iniciar la temporada con un exigente cuarteto de coreografías contemporáneas que el coliseo madrileño ha programado para cuatro únicas funciones.
En la noche del estreno, la apertura estuvo a cargo del ballet Bella Figura de Jirí Kylián. Esta creación de un sólo acto, bailada por primera vez en 1995 por el Nederlands Dans Theatre, es "un viaje en el tiempo, la luz y el espacio" según las palabras de su artífice. Con Bella figura, Kylián intenta encontrar la hermosura en cada gesto físico y la CND aporta la altísima calidad de sus bailarines para lograrlo. Ni siquiera un incidente técnico, solucionado con elegancia, pudo empañar una ejecución tan precisa como sublime. Una vez más, la representación logra captar la majestuosidad de la coreografía original fluyendo sobre la música. Mientras tanto, en un escenario en ocasiones enmarcado con negras cortinas, la danza mana sin límites.
A continuación, y como si un eximio postre fuera, la escena se inunda con KÜBLER-ROSS, de la sudafricana Andrea Schermoly. Este dueto fue concebido en 2014 y se basa en la teoría de las cinco fases que transita todo duelo. Según la psiquiatra que da nombre a la pieza de Schermoly, al enfrentar una contrariedad se comienza por negar, luego aparece la ira que precede a la negociación, más tarde llega la depresión y al final se acepta la realidad.
En apenas cinco minutos dos bailarines representan el tránsito que caracteriza el duelo con soltura técnica y alguna inseguridad pasajera. Sin embargo, el apoyo visual proyectado desvirtúa la interpretación al desviar la atención del espectador. En creaciones tan redondas como KÜBLER-ROSS estos efectos deberían atenuarse para dar protagonismo a la danza, más aún cuando la duración de la pieza se asemeja a un suspiro.
Luego de una alargada pausa, el telón sube para dar paso a Morgen, coreografía con la Nacho Duato vuelve a colaborar con la CND. En ella el bailarín, coreógrafo y otrora director de la CND refleja la angustiosa soledad sufrida por quienes llegan atentar contra sus vidas. A pesar de que no está entre mis favoritas de Duato, es innegable la calidad coreográfica de este ballet oscuro que llega a oprimirte. La escena se llena con doce magníficos bailarines en plenitud física que logran una perfecta ejecución muy a pesar de las laberínticas complejidades técnicas que tienen que afrontar. Al contrario de lo que ocurrido en KÜBLER-ROSS, en Morgen los recursos de apoyo enriquecen el universo recreado sobre el escenario.
['Giselle' sigue siendo maña para la Compañía Nacional de Danza]
Para el final se reservó Sad Case, de la cordobesa Sol León y el británico Paul Lightfoot, quienes, además, estaban presentes en el Teatro Real la noche del estreno de este programa. A pesar de que tanto León como Lightfoot me merecen la mejor de las opiniones como creadores, Sad Case se me atraganta. Mientras la mejor música latina reverbera en el teatro, los movimientos se me antojan sosos, en total disonancia con una música que pide algo más.
Sad Case fue creada en 1998 y cuenta con un aval de calidad, para mí incomprensible. En cada ocasión que he tenido de verla la misma pregunta me asalta: ¿dónde está el mambo que suena? De cualquier manera, la ejecución de los bailarines, nada obvia, fue excelsa. Ya sabemos que hasta el Sol tiene manchas y no por ello deja de brillar.