La inauguración de los Veranos de la Villa con el ballet Bodas de sangre de Antonio Gades, cincuenta años después de su estreno en Roma, ha devuelto a la actualidad al gran coreógrafo. La reposición en Madrid de esta joya dancística, que Gades ideó como “un ballet que pudiera bailar cualquier bailarín”, se completa con Suite Flamenca en el programa que la Compañía Antonio Gades ofrecerá en Conde Duque los días 18 y 19 de julio.

El programa se une a otras actividades que la compañía tiene este verano, como la exposición en el Festival de Almagro sobre las adaptaciones a la danza de los clásicos que hizo el coreógrafo y una gira por Italia con su Carmen, que contará con la figura del ballet español del momento, Sergio Bernal.

La formación celebra sus sesenta años. Capitaneada durante los cuarenta primeros por el bailarín, en los últimos veinte un equipo de mujeres con su hija María Esteve y su viuda Eugenia Eiriz a la cabeza tomó las riendas. Cada vez quedan menos compañías privadas de danza española en nuestro país y una formación de mediano formato como esta, con 26 bailarines, es compleja de sostener.

Eiriz, directora de la Fundación Antonio Gades que gestiona y administra el legado, echa la vista atrás y reconoce que los cuatro lustros transcurridos no han sido fáciles, pero ahí siguen: “Me impresionan e, incluso, me entra un poco de vértigo”.

Pregunta. ¿Cómo es gestionar una compañía privada de danza española en España?

Respuesta. Nos hemos metido en la dinámica que siguen todas las compañías de danza de este país. Hemos tenido la suerte de ser compañía residente de Getafe, mediante un convenio tripartito con la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento que ha sido muy importante para nosotros. El ayuntamiento de Getafe ha jugado un papel fundamental para nosotros al cedernos un espacio, y nosotros, a cambio, organizamos un aula de danza a precios totalmente municipales en la que damos clase a 370 personas. También contamos con subvenciones que otorga el INAEM para giras, estamos en la media de las que otorgan a las 200 compañías que existen, y tenemos una subvención nominativa de 50.000 euros del Ministerio de Cultura.

P. ¿Es suficiente?

R. No existe ninguna compañía como la nuestra en España. De nuestro perfil existen la de Pina Bausch, y otras como la de Maurice Béjart, la de Martha Graham… Compañías fuertemente apoyadas que permiten formar a nuevas generaciones de bailarines imbuidos de un estilo que luego van a poder desarrollar y transmitir a la nueva creación. Eso es lo que a nosotros nos gustaría hacer, sabemos que tenemos mucho que ofrecer de la obra de Gades, pero las instituciones tienen que reconocer estas obras como fundamentales dentro de la cultura española, no sólo de la danza. Echo de menos un apoyo más decidido. ¿Realmente es patrimonio cultural el repertorio de Gades? Pues apóyenlo, porque solos es muy difícil. De hecho, le diré que Fuenteovejuna ya no figura en nuestro repertorio, no podemos representarla.

P. ¿Por qué?

R. Fuenteovejuna tiene 32 bailarines en escena, pero ese no es el problema. Sufrimos un terrible accidente después de una gira que hicimos por Brasil. Toda la carga del espectáculo se mojó y quedó destrozada horriblemente, y en ella iba el vestuario [de Pedro Moreno, inspirado en la vestimenta que usaban las gentes del campo en los años cincuenta]. Llegó a España dentro de un barco en el que lo habían metido todo sin haberlo secado, por lo que ha quedado completamente destrozado.

Eugenia Eiriz, viuda de Antonio Gades y directora general de la fundación que lleva su nombre. Foto: Clarissa Lapolla

La batuta artística de la Compañía descansa en Stella Arauzo, que fue una de las bailarinas principales de Gades; ella es garantía de transmisión directa del estilo del maestro en la representación de las cinco piezas que componen su repertorio: Bodas de sangre, Suite Flamenca, Carmen, Fuego y Fuenteovejuna. A estas se suman otras de carácter divulgativo, como Movimientos: La danza de la punta al tacón, repaso a la evolución de la danza española a través de Gades y de sus maestras como La Argentinita, Pilar López o Mariemma.

P. Existe un estilo Gades de danza. ¿Cómo lo definiría?

R. Hay una técnica, pero hay un trabajo muy profundo de lo que Gades decía siempre: “la danza no está en el paso, sino en lo que hay entre paso y paso”. Eso hay que trabajarlo mucho, todos los días. Lo que parece natural en el escenario, esos sentimientos de nuestros bailarines, es técnica también y hay que trabajarlo. Y luego Gades decía también: “Yo no quiero que el bailarín sea más alto o más guapo, quiero creerlo como personaje”. Y cuando tú ves bailar a nuestra compañía te das cuenta de que nuestros bailarines son personajes que nos cuentan la historia del pueblo, que siempre es el protagonista de las obras de Gades.

P. ¿Cómo ve la danza española actual?

R. La danza española está como está el arte en general. Es muy rica, en el sentido de que hay muchos estilos, compañías con una personalidad muy acusada, y Gades sigue teniendo un peso específico, ha sido un gran evolucionador.

P. ¿Cree que ahora hay renovadores de la danza española al estilo Gades?

R. Hay figuras importantísimas. Israel Galván es muy importante dentro del mundo del flamenco, no se puede ser más flamenco y más revolucionario. Es un estilo muy personal. Sara Baras tiene una personalidad enorme dentro de la danza flamenca. Y luego hay compañías muy importantes, como la de Antonio Najarro, que tienen su sitio. Ahora, sobre las grandes evoluciones de la danza española, Gades dio un paso de gigante. ¿Hay algo más contemporáneo que Bodas de sangre?

En el centro, de izda. a dcha., Eugenia Eiriz, Stella Arauzo y María Esteve, junto a la compañía Antonio Gades. Foto: Clarissa Lapolla

Excepto el periodo que dedicó a fundar el Ballet Nacional de España, Gades tuvo compañía propia y con ella comenzó a crear coreografías por una razón económica: no podía pagar derechos de autor a otros coreógrafos. Su obra se caracteriza por una gran economía de medios y un depuradísimo estilo. Para Bodas de sangre contó con la colaboración de Alfredo Mañas para la adaptación dramática. El resultado es una pieza emocionante y sintética, apasionada y austera. Como es habitual en muchos de sus trabajos, ya incluye bailes populares y celebraciones, que investigaba por los pueblos de España, y que introduce con un gusto e inspiración exquisito. Esta coreografía comenzó a elaborarla sin música, hasta que finalmente se colaron temas tan populares como ¡Ay, mi sombrero!, de Pepe Blanco, en la música que compuso Emilio de Diego.

P. A la difusión de este ballet contribuyó enormemente la película de Saura.  ¿Desde la Fundación están pensando en trabajar la vertiente cinematográfica de Gades, porque también en eso de filmar ballets se anticipó?

R. El último sueño de Gades fue precisamente ese, hacer Fuenteovejuna, y había empezado a trabajar con Gonzalo Suárez. Pero creo que siempre que se habla de la trilogía de cine, Bodas, Carmen y El amor brujo, hay que hablar de un trabajo conjunto entre Gades y Saura.

P. La exhibición de espectáculos es importante, y supongo que servirá para equilibrar el balance económico de la compañía, pero también dedican mucho esfuerzo y recursos a poner en valor su archivo y a rescatar documentación.

R. Tenemos el proyecto de recuperar material documental de Antonio Gades que hay diseminado por el mundo. Espero que lo podamos hacer con las ayudas europeas. Por ejemplo, encontré información de que se habían grabado partes del Don Juan en una televisión uruguaya. De esta obra no hay nada, y entonces nos pusimos en contacto con la televisión. Esta pieza se hizo en 1964, se estrenó en la Zarzuela y fue censurada. Se juntaron las mentes más modernas de la época -García Abril, Alfredo Mañas, el escultor Corberó, el pintor Viola- e hicieron una obra que tiene mucha parte hablada, pero duró una semana y se arruinaron todos ellos, sobre todo Gades, que tuvo que volver al Corral de la Morería. Y no queda nada del Don Juan, solo la parte final de su muerte que grabó para TVE. Nos pusimos en contacto con la televisión uruguaya, pero los archivos se habían quemado en los años ochenta. Esto nos ha hecho ver que hay mucho material sobre Gades y que es nuestra obligación encontrarlo.

P. ¿Cómo es su colaboración con otras figuras o ballets? Porque, si ustedes no pueden representar Fuenteovejuna, puede ser una ocasión para que lo haga el BNE que, por otra parte, Gades contribuyó a crear.

R. Nosotros tenemos la mejor disposición para facilitar la reposición de las obras de Gades. Y sobre lo que dice, estaríamos encantados siempre que se nos permitiera trabajar el estilo, porque eso es lo fundamental para nosotros. Lo que pido es bastante lógico. Estaríamos encantados de volver a ver Fuenteovejuna con ese pueblo de 32 bailarines que es el protagonista de la obra y que no se baja en ningún momento del escenario.