Más allá de su elegancia, de su sombrero ladeado y del cigarrillo en la boca, Giacomo Puccini es el espejo del paso entre el siglo XIX y el XX. Fue la figura central del mundo operístico italiano, un visionario que cambió los conceptos de la música.

Sucesor de Verdi, era arrogante y tímido, vago y brillante, primitivo, perfeccionado, melancólico, mujeriego. Amaba los fusiles, la niebla, los cigarrillos, el sexo. Constantemente infiel, Puccini muestra en sus obras sus sentimientos de culpa hacia los personajes femeninos.

Todas sus heroínas son vulnerables e inseguras, sufren de soledad y melancolía, enferman de amor hasta la muerte. Su gran instinto teatral y su poder de seducción se reflejan en todas sus doce obras. La bohème, Manon Lescaut, Madame Butterfly, Turandot, Tosca, son solo algunas de las más famosas, dedicadas a sus mujeres.

Las bailarinas de blucinQue en escena en Conde Duque. Foto: Andrea Macchia

Con motivo del centenario de su muerte, la compañía italiana blucinQue, dirigida por Caterina Mochi Sismondi, llega a Veranos de la Villa, gracias a la colaboración del Instituto Italiano de Cultura de Madrid, con un espectáculo diferente. Puccini Dance Circus Opera, per coro di corpi e strumenti es una fusión de teatro, danza, circo y ópera en torno a las figuras de cinco mujeres, las amantes de Puccini.

Un coro de cuerpos

El escenario del Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque acogió a Elisa Mutto, Sara Frediani, Marta Alba, Iolanda del Vecchio, Rocío Belen Reyes Patricio, Ivan Ieri y Michelangelo Merlanti, los artistas que componen la escena. El aire de las noches de verano de Madrid recoge a los espectadores sentados en gradas en el patio del centro cultural.  

Una voz masculina empieza a hablar en primera persona. Es Puccini que narra sus relaciones con las mujeres, las dificultades, la belleza, el amor pasional. Cinco bailarinas danzan a su alrededor al ritmo de la ópera. Cuerpos que se mueven en el espacio, sin dimensión, ni lógica aparente. 

Una lámpara de cristal, un escritorio con cartas y libros, una silla de madera y una cámara que transmite en directo en una pantalla pequeña lo que el actor decide grabar. El movimiento y el uso del espacio son clave en la presentación de un juego escénico compuesto por un "coro de cuerpos", coreografías aéreas y terrestres y atisbos de texto e imágenes fragmentadas y oníricas.

El actor Ivan Ieri en escena en el centro cultural Conde Duque. Andrea Macchia

Danza contemporánea, en suspensión capilar, recitación, trapecio, cuerda, aro gigante. La expresión corporal se desarrolla en varias formas y estilos. La iluminación suave crea una atmósfera familiar y cómoda. Los trajes de los hombres que recuerdan al siglo XIX se mezclan con los vestidos de malla ligeros, modernos de las bailarinas. La música de ópera se mezcla con ritmos más electrónicos, creando una fusión particular.

El universo de mujeres 

El espectáculo gira en torno a las características y personalidades de Tosca, Madama Butterfly, Manon Lescaut, Turandot y Mimí, figuras femeninas claves en la vida del compositor. En una hora y veinte cada artista muestra en el espacio sus habilidades acrobáticas, intercaladas por los monólogos de Puccini, interpretados por el actor principal. 

Las cinco figuras femeninas a las que se alude en la obra no son solo los iconos de las representaciones del compositor, sino también mujeres reales conocidas del propio Puccini. El actor Ivan Ieri las retrata en escena, por imágenes de un mundo que desea suscitar la reflexión sobre la identidad femenina de nuestro tiempo.

Las obras de Puccini no presentan un único tipo de mujer, sino todo un universo interconectado que gira en torno a las protagonistas. La mirada del compositor italiano las convierte no solo en heroínas, sino en seres ordinarios que experimentan acontecimientos y sueños inesperados, mujeres llamadas a elegir y siempre en busca de una solución de la que puedan sacar fuerza y valor.