Música

Las fronteras de la música

Ramón Barce, en la Real Academia de Bellas Artes

27 febrero, 2000 01:00

El madrileño Ramón Barce ocupará el sillón que dejó vacante Joaquín Rodrigo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Para tomar posesión, Barce acudirá a la institución con un discurso de entrada y, según es costumbre entre los académicos compositores, una partitura para ser estrenada.

Ramón Barce, nacido en Madrid en 1928, pertenece a esa singular hornada de compositores españoles que, en medio de la década de los cincuenta, supieron romper barreras para conectar los acontecimientos musicales españoles con los europeos. Se les ha agrupado de diferentes maneras, pero ha cundido sobre todo la denominación de "generación del 51". Son los Halffter, De Pablo, Bernaola, Barce, Castillo, Guinjoan, Soler, Blancafort y algunos más que, o están cumpliendo ahora setenta, o los van a cumplir en seguida o, como es el caso de Barce, los han cumplido hace poco. En conjunto forman una excepcional reunión de talento y personalidad.

Abriendo caminos

Varios de ellos salen en la célebre foto del Grupo Nueva Música, reunido en torno a los veladores de un café del Madrid de 1957, con Enrique Franco, el crítico que les dio nombre, fumando en pipa en primer plano. Allí vemos a Barce de pie, con corbata de lazo y mirada viva.

Desde aquellos tiempos, Ramón Barce no ha dejado de abrir caminos musicales. A veces, en compañía de otros y, a veces, en solitario. Tras la fundación de Nueva Música, vemos a Barce participar en el nacimiento del Aula de Música del Ateneo de Madrid, donde muchos jóvenes compositores vieron estrenada su música. En seguida, en los primeros años sesenta, Barce participa en la fundación del Grupo Zaj, el pionero español del "happening" y del arte conceptual, y el encargado de dinamitar la ortodoxia serial recién instaurada. Además, Barce está detrás del Grupo Sonda y de la revista de igual nombre, y de la fundación de la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles, que presidió durante más de un decenio.

Pero los de más trascendencia son los caminos que abrió en solitario. Sobre todo, Barce ha sabido encontrar un camino personal en su creación musical. No se trata sólo, ni principalmente, de un sistema de composición, sus célebres "niveles" tonales, sino de todo un mundo sonoro armado en torno al cruce de curiosidad intelectual y sensibilidad musical. Sus Conciertos de Lizara, sus Cuartetos de cuerda, sus cuatro Sinfonías y sus cuarenta y ocho Preludios para piano muestran al compositor del orden y de la exploración sistemática, pero también están en su catálogo el Coral hablado, para tres hablantes y tres auxiliares, o la Música fúnebre en homenaje al Che Guevara para demostrar que la búsqueda de Barce no es un frío ejercicio de cálculo.

El sistema de niveles, que es una forma nueva de ordenar armónica y melódicamente el mundo de los sonidos, además de servirle a Barce como mecanismo de composición, nos proporciona un retrato de la personalidad musical de su autor. Los "niveles" de Barce constituyen un sistema a la vez culto y sensorial. Es culto porque sólo tiene sentido en el contexto del más progresivo pensamiento musical de los años sesenta, y es sensorial, porque ofrece al oyente la posibilidad de apoyar su escucha en la preponderancia de una nota sobre las demás. El igualitarismo entre los sonidos de la escala era un dogma de la academia de Darmstadt que obligó a todo el mundo a pensarse otra vez la música desde el principio, pero como mecanismo de composición no daba mucho de sí. Los "niveles" de Barce constituyen una respuesta lúcida, personal y poco transferible.

Mente enciclopédica

Como suele ocurrir con los sistemas, sólo el autor lo puede usar sin empobrecerse. El Preludio en nivel mi bemol de Ramón Barce no está en la tonalidad de mi bemol, pero crea en torno a la nota principal de mi bemol un tejido de notas y de intervalos que pone orden tanto en la composición como en la escucha. Y, de paso, define y perfila el mundo sonoro de su autor.

Catedrático de español, crítico, ensayista, escritor y traductor, conferenciante y conversador, Barce es un intelectual de amplias miras. Autor del clásico ensayo Fronteras de la música, Barce es además traductor y editor de conocidos libros de técnica y pensamiento musical. Es normal que una personalidad así esté en la Academia.