Este sábado la Sinfónica de Galicia y una solista de excepción, la pianista Maria Joáo Pires, inauguran una nueva edición del Festival Mozart de La Coruña. Un certamen que, tras un comienzo algo titubeante -y sin tener un escenario operístico en condiciones, algo ya resuelto-, se ha asentado y ofrece en este tercer año calidades propias de festivales de más campanillas y, sobre todo, de mayor presupuesto.

Estamos en las puertas del 111 Festival Mozart de La Coruña, ciudad que tomó el testigo de Madrid cuando las instituciones que patrocinaban, en mayor o menor medida, la muestra capitalina -INAEM, Fundación Caja de Madrid, Ayuntamiento, Comunidad- se llamaron andana. Es de alabar que con 200 millones de pesetas -si es verdad lo que se nos dice- se pueda montar una selección de actividades tan prieta y coherente y de interés musical cierto. Incluso con llamadas de auténtica altura.

La ópera, principal atracción

La ópera es desde el principio, como lo era ya en Madrid, la principal atracción. Se anuncian cuatro títulos, dos de Mozart, y dos de su entorno (en una apreciación elástica). Le nozze di Figaro (1 y 3 de junio) recreará la producción -discutible pero muy válida- de La Maestranza dirigida por J. L. Castro y tendrá en el foso a Jesús López Cobos, cada vez más afincado en la ópera dentro de nuestro país, en el que casi siempre ha dirigido conciertos. Su Idomeneo del pasado año tuvo calidad; como la tiene el reparto, donde a priori destacan la exquisita Susanna de Isabel Rey y la Condesa de Veronique Gens. Umberto Chiummo -que ya cantó en Sevilla-, Shimell y Groop completan las primeras partes.

Don Giovanni (17 y 19 de junio) tiene como protagonista a Michele Pertusi, un bajobarítono lírico que puede dar buen juego. Eva Me¡ y Patricia Schumán son las dos damas, Raúl Giménez un previsible buen Ottavio, Luperi un tonante Comendador y Carlos Chausson un intencionado Leporello. Víctor Pablo Pérez, que cada vez afina más sus aproximaciones a Wagner y a Mozart, estará en el foso en esta producción del Maggio Musicale Fiorentino firmada por Jonathan Miller -esperemos que con mayor acierto que en El caballero de la rosa-.

Il viaggio a Reims de Rossini (1 de julio) tiene en su extenso reparto algunos nombres de relie
ve y de supuestas buenas prestaciones -Norberg-Schulz, Podles, Moreno, Blake, Pertusi, Palatchi, Rodríguez-Cusi...- y una batuta conocedora y musical -antes que precisa-, la de Alberto Zedda. Se trata de una nueva producción del propio festival que dirige escénicamente Lorenza Codignola.

Un Fidelio salzburgués

Fidelio de Beethoven (25 de junio) se brinda en versión concertante y es, sin duda y pese a ello, uno de los puntos fuertes de la edición; porque en el podio se sitúa el siempre estimulante y original Guenadi Rojdestvenski, que cuenta con un reparto de nivel salzburgués, con Hildegard Behrens, ya mayor, pero siempre gran y poderosa artista, Johan Botha, Monte Pederson y Kurt Rydl en los principales papeles.

Entre los conciertos con orquesta destacan los de Maria Joáo Pires con Krivine (Cuarto de Beethoven) -con recital subsiguiente de la propia pianista portuguesa-; Zacharias -con su esposa Marie Luise Hinrichs- como solista y director (Haydn, Mozart, Beethoven); Rilling con su Real Filharmonia y el Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana -Las estaciones de Haydn-; Les Musiciens du Louvre, con la estrella ascendente de Minkowski; Leonhardt, dirigiendo -a su modo seco y austero- la Orquesta del Siglo de las Luces (Mozart)...

Es buena idea que el grupo de cámara de la Sinfónica de Galicia -que es la agrupación estable del festival- se foguee por su cuenta, como va a hacer con Casas, Spadano o Biondi. Excelente es asimismo la breve selección de música de cámara, que incluye a cuartetos tan acreditados como el Hagen (Mozart, Beethoven, Schubert), Borodin (Siete palabras de Haydn) o Mosáiques (Mozart, Boccherini).

El certamen transcurrirá hasta el 1 de julio, aunque concentra el mayor número de actos durante los fines de semana.