MARTHA ARGERICH EN EL CONCERTGEBOUW. Obras de Schumann y Ravel.
De Argerich se dice que es impredecible y que sus versiones son apasionadas. A mí me parece fácil de prever: sonará con verosimilitud porque toca con verdad. Y sus versiones no me parecen arrebatadas, sino vivas. Oigan el Scarbo y cuenten cuántos planos sonoros caben en un piano. De primeras, esta novedosa sonoridad parece más Argerich que Ravel, pero a medida que avanza la pieza acabamos convencidos de que este Scarbo violento y preciso es exactamente el que bullía en la mente de su autor.
Los holandeses tosen con poderío y tenacidad, pero nos da igual. Comparemos este opus 12 registrado en vivo con la grabación hecha en estudio dos años antes por la misma pianista (EMI 7-63576-2), que no diré que sea una versión muerta, pero sí que está menos viva. En el calor del directo, entre carraspeos y frituras, se alza majestuosa la gran Argerich y nos parece que a su conjuro se levanta también Lázaro Schumann. Hay muchos intérpretes recorriendo el circuito, pero qué pocos tienen el don que debiera serles propio: el de recrear las partituras, el de resucitar al compositor.