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Todo Rodrigo
JOAQUÍN RODRIGO Obras para orquesta de cámara.
18 abril, 2001 02:00Tenemos dos volúmenes ante nosotros. El primero está dedicado a composiciones para orquesta de cámara. Junto a títulos ya famosos, como Fantasía para un gentilhombre -en su arreglo para flauta-, encontramos obras de menor difusión, así Dos miniaturas andaluzas, en su primera grabación mundial. El exquisito arte del músico para la estilización de aires pretéritos, su finura instrumental -y también sus limitaciones para la elaboración dramática de las células base en un proceso enriquecedor- brilla especialmente. Las interpretaciones de la Orquesta de Cámara que lleva su nombre, dirigida por el que fuera su yerno Agustín León Ara, son efusivas y frescas, pese a los perfiles algo difusos en la exposición y a ciertos problemas de ejecución. Impecable la flautista Juana Guillem.
Más relevante es el segundo disco compacto, donde aparecen algunas de las mejores composiciones del maestro levantino, revestidas de un ropaje a veces alejado de ese tan propio del neocasticismo que le hizo tan popular. En esa línea, austera, imaginativa, se sitúan las Ausencias de Dulcinea, Música para un códice salmantino, Cántico de San Francisco de Asís y particularmente Himnos de los neófitos de Qumrán, de una insólita y desnuda poe-sía, que aparece aquí, como la anterior, en su primera comparecencia discográfica. Las recreaciones que nos ofrece la batuta de Raymond Calcraft, junto al irregular Coro Filarmónico de Exeter y la Royal Philharmonic Orchestra de Londres, son plausibles. No tanto la labor del barítono solista Gerard Quinn, de voz muy opaca, no disimulada por la lejana toma de sonido.