Image: Munich y Verona rompen el fuego

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Música

Munich y Verona rompen el fuego

Primeras citas líricas del verano

27 junio, 2001 02:00

En los próximos días arrancan dos de los más famosos festivales de ópera, situados en latitudes tan distintas como Munich y Verona. Mientras el primero, entre el 28 de junio y el 30 de julio, se organiza en torno a la idea de mito, el segundo, del 29 de junio al 2 de septiembre, apuesta radicalmente por Verdi en el centenario del compositor.

En la programación diseñada por Peter Jonas, director del festival bávaro, destacan las nuevas producciones de Los troyanos de Berlioz y de Il ritorno d’Ulisse in patria de Monteverdi. Para la grand opéra francesa se cuenta con un reparto que hoy podemos calificar de muy aparente, que se va a mover en escena bajo el dictado del imaginativo Graham Vick y seguirá las órdenes musicales del dominador Zubin Mehta. Jon Villars, un tenor canadiense en alza, será el esforzado Eneas y Waltraud Meier probará suerte en la seductora Dido. A su lado estarán Deborah Polaski como infortunada Casandra, Gino Quilico, Stella Doufexis y Jan-Hendrik Rootering. La figura del viajero hacia ítaca en la obra de Monteverdi -première el 17 de julio- va a ser encarnada por el barítono californiano Rodney Gilfry, un asiduo de Glyndebourne, mientras Penelope será Vivica Genaux, que se diera a conocer en aquel Alahor in Granata de Donizetti del sevillano Teatro de la Maestranza. En el reparto aparecen también Toby Spence, Dominique Visse, Tómas Tomasson, Alison Hagley, Anthony Rolfe Johnson y la veterana Elena Zilio. La escena es cosa de David Alden y el foso del especialista, aunque siempre un punto desvaído, Ivor Bolton.

Homenaje

De alto relieve se prevé el homenaje al bávaro Werner Egk en el centenario de su nacimiento, con la puesta en escena de Irische Legende, una ópera sobre texto del poeta inglés Yeats que será ofrecida en versión concertante y dirigida por el ascendente Philippe Augin. Susan Anthony y Dietrich Henschel, un barítono cada vez más afirmado, son sus principales protagonistas. La cita, el 28 de julio en el Teatro del Príncipe Regente. Al lado de estas primicias el festival se alimenta, como siempre, de las producciones más importantes de la temporada: I puritani (con Gruberova), El caballero de la rosa -todo un clásico- (con Kirchschlager), Arabella (con Fleming), Elektra (con Lipovsek), Falstaff (con Terfel), Fidelio (con Moll), Traviata (con Gallardo-Domás), Serse (con Murray)...

Culto verdiano

Cinco óperas más el Requiem son las obras de don Giuseppe que se programan en la Arena de Verona, ese magno anfiteatro inaugurado para el arte lírico en 1913. Aida fue el título de esa ocasión y uno de los de este año del centenario. La cantan, sobre un montaje de Pizzi de 1999, Sylvie Valayre y Norma Fantini, dos artistas muy diferentes: más poderosa (hasta cierto punto) la primera, más musical y refinada la segunda. La nueva producción es Il trovatore, que viene firmada en lo escénico por el veterano, exquisito y generalmente un poco anticuado Franco Zeffirelli, y en lo musical por Daniel Oren, experto en la Arena veronesa. Los cuatro protagonistas son de lo más salvable de la actualidad para hacer una ópera hoy prácticamente incantable como ésta: Fiorenza Cidolins, Salvatore Licitra -buena pero inmadura voz, como demostró el pasado año en La forza del destino de Madrid-, Elisabetta Fiorillo, que se alterna con Larissa Diadkova, y Leo Nucci, que se turna con Ambrogio Maestri. Alberto Gazale, que dejó un agridulce sabor de boca en el Don Carlo de hace unos meses en el Real, será el rey de Babilonia en un Nabucco que mostrará una vez más las aficiones gigantistas y el boato del escenógrafo Hugo de Ana; Ramón Vargas encarna al Duque de Mantua en el Rigoletto de Charles Rabaud, e Inva Mula (que también hace Gilda) será Violetta en La traviata del director de escena Gilbert Deflo. El Requiem, que abre el certamen, reúne bajo la batuta nerviosa y temperamental del maestro francés Georges Prêtre las voces de Daniela Dessì, Olga Borodina, Vincenzo La Scola y Carlo Colombara. Un cuarteto aceptable.