María José Montiel
No toda la música contemporánea destroza la voz
27 marzo, 2002 01:00María José Montiel. Foto: Mercedes Rodríguez
La agenda de María José Montiel está llena de proyectos apasionantes. Acaba de cantar el Réquiem de Verdi en Parma, la cuna del compositor. El 28 de marzo inicia una gira con la Filarmónica de la Radio Holandesa con obras de Ravel y Falla, y en mayo debutará en el Comunale de Bolonia con La Favorita de Donizetti. A ésta seguirán Carmen, Charlotte en Werther, Octavian. Toda una galería de personajes fascinantes a los que dará cuerpo esta cantante madrileña que ya lleva una década larga de carrera tranquila pero sólida e inteligente.
-Usted estudió con Ana María Iriarte. ¿Qué ha aprendido de ella, y de otras cantantes de su generación, como Teresa Berganza, Isabel Penagos o Pilar Lorengar?
-Todas nos han dejado a las nuevas generaciones un legado de increíble riqueza musical. Mi maestra insistía siempre en la proyección de la voz, en que llegara hasta el fondo del teatro, y traspasara la orquesta. También hacía mucho hincapié en la respiración. Ella fue quien me instó a irme a Viena, y allí tuve la suerte de entrar en el Opera-Studio, lo que me permitió seguir por supuesto trabajando y formándome, y además hacer mis primeros papeles en la Staatsoper.
-¿Qué supuso Viena para usted?
-Mi formación vocal y estilística ha estado muy influida por esta etapa. Aunque había estudiado en el Conservatorio de Madrid, allí fue donde crecí musicalmente, donde realmente conocí a compositores como Schumann o Brahms. Todas las noches podías ver una ópera diferente, con unos cantantes increíbles. En Madrid, iba a la ópera desde muy pequeña, y hacía las famosas "colas" de toda la noche, y había escuchado a cantantes maravillosos. Pero allí era a diario. Y, de pronto, hacer pequeños papeles con Bonisolli, con Cappuccilli, con Gwyneth Jones, con Christa Ludwig, era como un sueño. También conocí a Sena Jurinac, con la que hice varios cursos.
-Un maestra muy dura.
-Muy estricta, pero me inculcó una disciplina férrea en el estudio. Aunque detrás de esa apariencia hay una persona de una ternura inmensa. También me ayudó mucho Oliviera Miljakovic, que me animó a cantar papeles como Sesto o Idamante. Mientras en otros países se piensa que hay que cantar a Mozart con la voz blanca, en Viena no se ve así. Creo que hay que cantarlo con el estilo adecuado, pero con el color de voz que uno tiene. Jurinac lo cantaba maravillosamente sin tener la voz blanca. Berganza sigue siendo allí una referencia. Como en Rossini.
Repertorio español
-Usted ha participado en importantes recuperaciones del repertorio español, como Merlín de Albéniz o Las golondrinas de Usandizaga.
-He actuado en proyectos en los que la fuerza de la música española ha hecho poner en pie al público del Carnegie Hall, con la Sinfónica de Montreal y Dutoit, en La vida breve de Falla, o las Cinco canciones negras de Montsalvatge en la Sala Pleyel de París con la Orquesta Nacional de Francia y López Cobos. Tuve la suerte de participar en esa obra monumental que es el Merlín de Albéniz, que ya es una partitura universal, o en Las golondrinas, dentro del verismo español, que musicalmente me parece extraordinaria.
-¿Está bien escrita para la voz?
-No es peor que la música verista italiana. La ópera española es muy difícil de cantar. Quizá porque nuestros compositores, a diferencia de los belcantistas italianos o de Verdi, no estaban tan pendientes de la voz, de ayudar al cantante, de que los intervalos no hiciesen perder la belleza del canto. El verismo, en general, no se preocupa tanto de esto. Cavalleria rusticana, por ejemplo, es un reto enorme. Son modas de una época, una forma de escribir.
-Recientemente, en el Requiem de Verdi, ha cantado el papel de mezzo, y pronto va a cantar la Leonora de Favorita que habitualmente suelen interpretarlo las mezzos.
-Estaba cantando en Venecia, y Romano Gandolfi me escuchó y me ofreció cantar la parte de mezzosoprano del Requiem. Probé la partitura y, la verdad, me he sentido maravillosamente cantándolo. Mi voz tiene un color oscuro en el centro y los graves, pero eso no quiere decir que me haya convertido en una mezzo. De hecho, me habían contratado para cantar el papel principal de Tancredi en Venecia, pero cuando me puse a preparar la ópera completa me di cuenta de que era demasiado grave. La Favorita la cantan tanto sopranos como mezzos, y creo que es muy apropiada para mi voz. Es bel canto puro, un gran papel, y además lo haré en un teatro tan importante como el Comunale de Bolonia. También estoy preparando la Charlotte de Werther, un papel que cantó Victoria de los ángeles. éstas son las óperas en las que me estoy moviendo ahora. Lo importante es que los papeles sean adecuados a cada voz, y a ellos se llega mediante el estudio constante, la preparación y la adecuación del momento.
-Va a abordar Carmen.
-Será también en Italia, en el otoño. Más que un reto, creo que es un sueño, por la riqueza de su psicología. Tendré que adecuarme a las exigencias del director de escena y el director musical, pero aunque haga una Carmen con gran carácter, que es lo que me gustaría, no quisiera ser agresiva ni llena de soberbia, sino resaltar su lado humano y femenino.
Wagner apropiado
-¿Le han ofrecido Wagner?
-De momento, no. Me gustaría, pero creo que debo esperar. Canté el Sueño de Elsa de Lohengrin en el centenario del Teatro Real, y fue muy bonito. Pero antes de decir que sí a cualquier personaje, lo canto entero para ver si resulta apropiado. Alguna vez nos podemos equivocar y aceptar cosas que no deberíamos, y otras hay que decir que no a proyectos muy golosos. Cuando acepto las cosas, procuro cantarlas primero y decir que sí o que no con mucho conocimiento de causa. Estoy trabajando algún Strauss, como el Octavian de El caballero de la rosa y el Compositor de Ariadna en Naxos.
-¿Tiene algún ídolo?
-Más que ídolos, hay cantantes que me gustan mucho. Tengo grandísima admiración por los cantantes españoles, de los que no quisiera dejarme a ninguno. Cuando sales fuera, te sientes arropada. Abrieron un camino. De hecho, el prestigio vocal que tiene España en el mundo se lo debemos a ellos, por lo que todas las nuevas generaciones tenemos que estarles muy agradecidos.
-Recientemente ha participado en el homenaje a Montsalvatge.
-Conocí al maestro hace varios años, y desde entonces he tenido el honor de que haya dado mi nombre varias veces para participar en sus homenajes. Incluso estrené una bellísima obra suya, Eufonía, hace dos años, con la Orquesta de Cadaqués dirigida por Marriner. Es uno los máximos exponentes de la música española del siglo XX. He cantado su música en Cincinnati, Helsinki, París y siempre levanta pasiones.
-En sus recitales suele alejarse del repertorio trillado. Recientemente ha publicado un precioso disco, "Modinha".
-"Modinha" me parece una joya, musicalmente hablando. El disco ha sido un éxito tan grande que lo vamos a interpretar en Rio de Janeiro y en Lisboa.
-¿Existe el lied español?
-Dentro de la música española, están las canciones que parten directamente del folclore, pero ahí están Toldrá (al que llamaban por su lirismo el Brahms español), Mompou o Guridi, que son grandes liederistas. He tenido la enorme suerte de conocerlos, sobre todo en los casi 40 recitales que he ofrecido con Miguel Zanetti, un magnífico maestro que me ha dado tanto y me ha apoyado mucho, y al que llevo en mi corazón en un sitio privilegiado. Mi colaboración con él ha sido muy íntima, muy emotiva y enriquecedora.
-¿Destroza la voz la música contemporánea?
-La que yo he cantado, no. He tenido la suerte de que muchos compositores han escrito pensando en mi voz, y en ese sentido estoy muy agradecida. Es una enorme suerte poder hablar con los compositores que están haciendo en este momento la historia. Porque ellos están hablando de lo que quieren, y puedes comentarles cosas. Soy una intérprete de mi tiempo, muy contenta de haber interpretado tantos estrenos y de poder seguir haciéndolo.