Image: Nueva etapa en Granada

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Música

Nueva etapa en Granada

El festival de la ciudad afronta cambio de director y de estilo en su programa

19 junio, 2002 02:00

Cuarteto Alban Berg

Con la inauguración el próximo viernes del Festival de Granada, se inicia oficialmente la temporada veraniega musical. Aunque ya no tiene el peso que logró en otras épocas, mantiene su prestigio y su capacidad de convocatoria. Coincide esta edición con el cambio de su director, ya que Alfredo Aracil, que ha llevado las riendas estos años, ha sido sustituido por Enrique Gámez, un buen conocedor del medio.

El Festival de Granada empieza el próximo viernes una nueva época. Tras la etapa dirigida por Alfredo Aracil, sin duda provechosa en muchos aspectos -saneamiento económico, ordenación de materias, altura de miras, sutilezas diversas-, en la que se buscaron derroteros intelectuales y se asentó una forma de hacer de notable finura marginando a veces el espectáculo del gran nombre, llegamos a la de Enrique Gámez, un hombre que ha estado muchos años en los entresijos del certamen antes de pasar a ocupar cargos en la Orquesta de Granada y en la Junta de Andalucía. La visión del nuevo responsable no parece que vaya por los mismos cauces, aunque es de suponer que algunas cosas estarían ya previstas por la anterior dirección. Aparte de criterios de especial refinamiento -que a veces sólo captaban los muy enterados-, echamos de menos, respecto a lo precedente, un mayor cuidado en el servicio a las músicas antiguas y sobre todo modernas y una más ambiciosa novedad. Ha desaparecido también el ciclo de música electroacústica, siempre minoritaria, pero con un público adicto. Una dimensión extraña y complementaria de la producción sonora emanada de fuentes más tradicionales. No puede negarse en esta edición en todo caso una cierta variedad y una más reconocible presencia -sin ser nada del otro jueves- de nombres de intérpretes de prestigio.

Artista en ascenso
Señalemos entre éstos, por ejemplo, la hoy espléndida Royal Philharmonic Orchestra de Londres, que cierra la muestra, los días 6 y 7 de julio, con dos conciertos dirigidos por su titular, el maestro italiano Daniele Gatti, un artista en ascenso, de firmes y convincentes maneras y criterios claros. Su Mahler es espléndido, como de seguro se podrá comprobar escuchándole la Quinta Sinfonía. Las demás obras son el Concierto para violín de Brahms, con el joven y prometedor Julian Rachlin, fragmentos orquestales de El ocaso de los dioses de Wagner, Muerte y transfiguración de Strauss y El pájaro de fuego (en su versión abreviada de 1919) de Igor Stravinski. La apertura del Festival iba a estar a cargo de la Orquesta Nacional, pero los conflictos laborales, administrativos y de personalidad que se están operando en esta agrupación en los últimos meses y su permanente pulso con el INAEM, han aconsejado su ausencia. En su lugar actuará la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, que respeta el mismo programa: obertura Carnaval de Dvorák, Concierto para piano nº 2 de Liszt (con Jean Yves Thibaudet) y Sinfonía Fantástica de Berlioz. El corajudo y casi siempre solvente Pinchas Steinberg empuñará la batuta.

Se debe tener asimismo muy en cuenta a los notables conjuntos de Les Arts Florissants que dirige el americano William Christie, que ponen en atriles el oratorio de Haydn Las estaciones, una de las obras más ambiciosas del maestro austro-húngaro. Los solistas vocales, como suele suceder con los que actúan con estas agrupaciones de instrumentos de época, son más bien flojos: Sunhae Im, Paul Agnew y Nathan Berg. Importante, por supuesto, la presencia del Gabrieli Consort de Paul McCreesh, con el Officium Defunctorum de Tomás Luis de Victoria. En este campo de lo que podríamos denominar música antigua es de destacar la presencia de tres conjuntos españoles -que cada vez se acercan más a las cotas de calidad de las formaciones foráneas-: Alia Mvsica, dirigido por el sensible Miguel Sánchez, que programa, muy dentro de su especialidad, Vigilias y música en la tradición mediterránea: el canto de Auroros; Orphenica Lyra, dirigida por el fantasioso José Miguel Moreno, que recurre a Músicas en tiempos de Garcilaso, Góngora y Cano, y Compañía Musical, que rige el polifacético Josep Cabrè, que anuncia música del barroco en las Españas.

En otro orden de cosas, no hay duda de que son nombres de talla, los que actúan en el campo instrumental, el Cuarteto Alban Berg (Mozart, Rihm, Beethoven) y el Cuarteto Philharmonia de Berlín (Shostakovich, Schumann, Brahms), dos agrupaciones de primer rango. Como lo es también el del pianista Grigory Sokolov, siempre excéntrico e imaginativo, siempre variado y barroco en su juego, que dedica su programa a Haydn (tres Sonatas) y Prokofiev (Sonata nº 7), con la incrustación entre ellos de Seis danzas del compositor armenio Sogomon Komitas (1869-1935); y, en otro orden de cosas, el del pianista y arreglista Uri Caine, que nos trae su personal visión jazzística de músicas de Mahler en Urlicht/Primal light.

Fidelio de Weigle
La ópera de este año es Fidelio de Beethoven, que se encomienda al Coro de de la Generalitat valenciana y a la Orquesta de Granada bajo el mando del artesanal Sebastian Weigle. El reparto es simplemente potable: Jörgen Freier, Gerhard Siegel, Nadine Secunde, Matthias Hülle. La puesta en escena, que procede de la Komische Oper de Berlín, viene firmada nada menos que por Harry Kupfer, uno de los registas de mayor talento -no pocas veces en entredicho- del presente. Se prevé también una Flauta mágica para niños adaptada por José Menor -director y solista de piano-, que emplea el montaje de Font para Les Comediants, conocido ya en Granada. Cantan Enric Matínez-Castignani, Hélios Pardell, Virginia Parramón, Elisa Vélez y Enric Arquimbau. Josep Pons y la Orquesta de la ciudad con el Coro Gulbenkian programan por su parte la monumental Missa Solemnis de Beethoven con solistas muy apañados: Luba Orgonasova, Julia Juon, Deon Van der Walt y el anteriormente citado Matthias Hülle.

Por lo demás, continúan los llamados "Cafés concierto" del teatrito del Hotel Alhambra: Kurt Weill, música de cabaret, con Itziar álvarez Arana, soprano, y Bárbara Granados, piano; "Una tarde de zarzuela" y canciones de América, con el barítono David Menéndez y el pianista Rubén Fernández.

Noches flamencas
Se mantienen asimismo los "Trasnoches flamencos" y, desde luego, el ballet, como una de las señas de identidad del festival: Nacional de Praga (Bella durmiente), Monte Carlo (La Cenicienta de Prokofiev), Víctor Ullate, Compañía Javier Latorre (flamenco: Rinconete y Cortadillo, estreno absoluto, con músicas de Romero y Sotelo).
No está mal. La tradicional "Fiesta de la Música", a celebrar en patios y recintos históricos, será el 30 de junio. Hay conciertos de tambores, de clarinete y piano, de trompeta y órgano, de acordeón, de guitarra, de chelo y piano, de percusión y de flamenco. A cargo de jóvenes intérpretes. No da la impresión de que se aproveche, como a veces se ha hecho, para estrenar alguna que otra partitura, siempre de agradecer.