Image: Teatro Real año en tránsito

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Música

Teatro Real año en tránsito

26 septiembre, 2002 02:00

Escena de Carmen en producción de Emilio Sagi

Con el estreno el próximo martes de la ópera Simon Boccanegra da comienzo la temporada 2002-2003 del Teatro Real. El coliseo madrileño afronta su quinto aniversario con seis nuevas producciones: además de la obra de Verdi, se pondrán en cartel Giulio Cesar, Las bodas de Fígaro, La Walkiria, La Favorita y Merlín, en su primera versión escénica. Completan la programación la ópera Carmen, en el montaje de hace dos años, y Fausto. Un curso de transición a la espera del nuevo director musical, Jesús López-Cobos.

La temporada que comienza el próximo día 1 de octubre es probablemente la más conservadora de todas las que se han desarrollado en el Real desde su reinauguración. Si bien se mira, no hay una sola ópera que pueda considerarse de lleno del siglo XX. Ni siquiera el Merlín de Albéniz, que fue concebida, pese a su indudable originalidad, en y sobre bases decimonónicas, aunque se concluyera en 1902. Se descuida así una importante veta. Nada de Strauss, Henze, Britten, Orff, Zimmermann, Milhaud, Poulenc o de otros autores de menor enjundia. Se supone que todo se andará en la nueva etapa Sagi-López Cobos. Hay algunos incipientes proyectos en cuanto a actividades paralelas de los que se hablará, como ‘ópera en familia’, cursos de repertorio italiano y francés para jóvenes valores, actos en torno a ‘La ópera y el romanticismo español’ a propósito de las representaciones de Simon Boccanegra, homenaje al fallecido director de escena Gütz Friedrich, puertas abiertas con motivo del quinto aniversario de la institución...

Empecemos por lo más antiguo. Hay buenos mimbres en el Giulio Cesare de Haendel, una coproducción con el Comunale de Bolonia: dirección musical de Rinaldo Alessandrini y escénica de Luca Ronconi, un equipo en principio pintiparado y experimentado en el barroco. Una suerte contar con la especialista norteamericana Jennifer Larmore, mezzo que borda el papel titular y que lo tiene muy bien grabado; y con otros nombres muy relevantes: Bayo, Wyn-Rogers, Polverelli o el contratenor Brian Asawa. Puede ser el éxito de la temporada.

Lo clásico viene representado por la perfección de Las bodas de Fígaro de Mozart. Nueva producción del teatro a cargo de Marco Arturo Marelli (La flauta mágica de hace dos años). La presencia de Ros Marbà en el foso (ya la ha dirigido en Madrid) es al menos una garantía de musicalidad y adecuado grado de estilización.

Voces jóvenes
Lo más interesante es la intervención, al lado de expertos como Pietro Spagnoli o Barbara Bonney, Almaviva y Rosina, de jóvenes españoles: Juan Jesús Rodríguez (una de nuestras mejores voces de barítono, hasta ahora prácticamente inédita), Ana Ibarra, María José Moreno, Simón Orfila, Silvia Tro... En el mencionado ciclo ‘ópera en familia’ se programan en sesión conjunta las refrescantes Bastian y Bastiana, singspiel de niñez del mismo compositor y la ópera cómica en un acto Rita ou Le mari battu de Donizetti. Sagi y Vigié dirigen la escena.

El romanticismo se sitúa en cinco de los títulos. Repasémoslos. Simon Boccanegra, una de las mejores obras de Verdi, aunque sea menos conocida que otras, cuenta con la sin duda sugerente dirección de escena de Gian Carlo del Monaco, uno de los registas que más y mejor música saben y que trabaja siempre partitura en mano, y la musical del competente Gabriele Ferro. Ningún gran nombre en sus alternativos repartos. El personaje principal, uno de los mejores de Verdi, estará en las voces de dos barítonos que no poseen ni los modos, ni el empaque, ni la amplitud, ni el grado de matización requeridos: Alexandru Agache y Carlo Guelfi.

Se repone Carmen de Bizet en la ya conocida producción de 1999 de Emilio Sagi con figurines de Jesús del Pozo. El poco estimulante Alain Lombard toma la batuta y Denyce Graves y Anna Caterina Antonacci, dos mezzos líricas casi opuestas, encarnan a la cigarrera. Isabel Rey, una soprano casi ligera, interpreta Micaela, que habría de ser, en buena lógica, una lírica. Pero así están las cosas en el actual mundo vocal: cada vez hay menos instrumentos de peso, consistentes. En todo caso, es un tema que habría que cuidar con más esmero para evitar posibles descalabros. Choca no poco que se mantenga este título y en este montaje en cartel cuando su creador, Sagi, es actualmente el director artístico del teatro.

Faust de Gounod, una obra más bien apolillada dramáticamente, pero con una línea melódica de enorme inspiración, será dirigida musicalmente por el irrelevante Alain Guingal y cantada por la voz fresca y sensual de Aquiles Machado, que se alterna con el americano, ya algo agostado, Richard Leech. Dos Robertos, Scandiuzzi y Hale, son cantantes bien diferentes para Mefisto: aquél es un bajo cantante con ínfulas de profundo, más bien corto por arriba; éste es más bien un barítono robusto que se defiende mejor en la zona alta y que posee buenas capacidades histriónicas. Ninguno posee un timbre rico, sonoro, equilibrado en armónicos. Mariella Devia y Giusy Devinu, que se suceden en Margarita, brindan interés indudable a una función que se desarrolla sobre las ideas escénicas del desaparecido e inquietante Gütz Friedrich.

Tándem Domingo/Meier
La walkiria, en el planteamiento escénico de Willy Decker (esperemos que sea más convincente que el de El Oro del Rin), y que continúa la aventura de La Tetralogía, aparece engalanada para el gran público por la presencia de un ya fatigado Plácido Domingo, en su mejor papel wagneriano después de Parsifal, y de Waltraud Meier, uno de los fenómenos vocales de la joven Alemania, aunque en una parte, la de Sieglinde, que le exige unas esforzadas prestaciones en el registro agudo. Se alterna con Michaela Schuster y Jean-Michelle Charbonnet. ésta, a su vez, sustituye tres días a la Brönnhilde titular, la americana Luana de Vol, una cantante que no acaba de romper. El engolado y al tiempo nasal Alan Titus es de nuevo Wotan. El sosainas Peter Schneider corre con la dirección musical. Cierra este capítulo romántico La favorite, versión francesa original de La favorita de Donizetti, en un montaje que ya conoció el Liceo. El nombre de la mezzo Dolora Zajick concita toda la atención. Roberto Rizzi, un maestro en alza, y Ariel García Valdés se encargan de la música y de la escena. Será de interés establecer la comparación entre los dos Alfonsos XI, dos barítonos españoles de carreras casi paralelas -ambos se dieron a conocer en Madrid con La del manojo de rosas- y de características bien distintas: Manuel Lanza y Carlos álvarez. Ni el argentino Raúl Giménez, exquisito estilista, pero ya en ligero declive, con agudos algo problemáticos, ni el barcelonés José Bros, de timbre en exceso ligero, parecen a priori idóneos Fernandos.

Junto a Giulio Cesare el mayor interés se centra en lo que se podría considerar como práctico estreno de Merlín, la impresionante ópera de Albéniz -todavía se discute de si la partitura es por completo suya- en versión escénica. Es el profeta del compositor en la tierra, José de Eusebio, redescubridor y revisador de estos pentagramas, quien estará al frente de nuevo de la obra. John Dew es el regista. David Wilson-Johnson, Stuart Skelton, Eva Marton desempeñan en esta ocasión los principales y arduos cometidos.