Música

Depredadores

por Gonzalo Alonso

21 noviembre, 2002 01:00

O los cobradores de derechos de autor. Quienes hemos trabajado en radio o televisión conocemos bien el problema. Hace unos años realizaba un programa de radio cuyo contenido se anunciaba en la prensa con antelación. El día que se iba a emitir una ópera con derechos en vigor se recibió una llamada: había que pagar un millón de pesetas en concepto de derechos de autor. Una emisora privada no cuenta con recursos para poder afrontar pagos así. No sirvió tratar de explicar que aquella divulgación favorecía los nuevos aficionados y la adquisición de discos. Los depredadores solo piensan en su alimento inmediato. Obvio es decir que el programa se tuvo que levantar y que, como uno es como es, se emitió a la semana siguiente tras anunciarse en prensa una obra con derechos vencidos y a los oyentes la realidad y la explicación.

Han de pasar ochenta años para no tener que abonar derechos de autor, pero ni aún así la cosa es clara. ¿Por qué se exige a la ABAO que pague derechos por Manon Lescaut? Y, para continuar cobrando, nace otra clase de depredador: el revisor de las partituras. A algunos les basta cambiar cuatro notas para convertirse en los nuevos cajeros. Y, para colmo, suelen desaparecer las partituras originales, con lo que las organizaciones musicales a veces no tienen más remedio que pasar por el aro y pagar las revisadas. ¿No es acaso un robo intelectual de blanquísimo cuello? La música contemporánea, cuya reducida difusión tanta queja suscita en sus autores, es rehén de derechos altísimos que sus destinatarios no quieren reducir. Quejarse sí, pero el bolsillo es el bolsillo, aunque sea pan para hoy y hambre para mañana. No sólo eso, hay compositores-directores que eligen muy bien el repertorio de sus conciertos para sobrepasar el minutaje que les permite entrar en una escala más elevada de cobro. Y, en medio de este panorama, la ABAO lucha por ofrecer Zigor.

¿Y qué me dicen de esos cds vírgenes que utilizamos para guardar nuestros archivos, fotos, videos, etc? También nos quieren hacer pagar. La solución fácil para quien no es capaz de establecer un control sobre grabaciones fraudulentas. Y, luego, a retirar los cds de Alaska por decir una gran verdad: su precio es exorbitante.