Image: Winterreise aventuras y parodias

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Música

"Winterreise" aventuras y parodias

El Teatro de la Zarzuela presenta la versión escénica del ciclo schubertiano

17 abril, 2003 02:00

Henschel, en la escenificación del Winterreise

Llega este 23 de abril al escenario de la Zarzuela la fascinante versión escénica del Viaje de invierno (Winterreise), el ciclo liederístico de Schubert. El montaje corresponde a Pierre Strosser y será interpretado por el barítono berlinés Dietrich Henschel junto al pianista Irwin Gage.

Los caminos de la música son infinitos. Las combinaciones a las que pueden someterse, en un proceso inacabable, las doce notas de la escala cromática, incontables. Las variaciones que, sobre partituras dadas, pueden establecerse en una operación de ampliación, reforma, imitación o actualización, inconmensurables. El arte de la parodia, conocido ya en el siglo XVI, que suponía modificar la significación, apariencia y, frecuentemente, la intencionalidad de una obra, viene siendo ejercido, con mil y un matices, hasta hoy. Compositores que se citaban a sí mismos; compositores que se apropiaban de los pentagramas de otros; deformaciones practicadas en busca de nuevos cauces expresivos han estado y están a la orden del día.

Bach o Haendel han sido dos de los grandes nombres que han fomentado en mayor medida estos procesos de ajuste, recuperación, adaptación y proyección. Pero ellos mismos han servido a veces como base de operaciones. Recordemos los trabajos de Mozart sobre fugas bachianas o su versión de El Mesías de Haendel; o los de Brahms actualizando y retocando a Schubert o Schumann; o los retornos de Richard Strauss representados por esa obra modélica que es El caballero de la rosa, estilizada recreación de la tan mozartiana Viena de María Teresa... Y más cerca de nosotros, los acercamientos de Schünberg, Berg y Webern a la obra de Juan Sebastián y sus vigorosas y divertidas recuperaciones de la música de Johann Strauss.

Podríamos citar muchos casos de parodias, entendiendo ya este concepto en sentido muy lato. Y Schubert ha sido uno de los músicos más utilizados; el propio músico vienés dejó pentagramas sin terminar. Muchas manos intervinieron en ellos, incluidas las del propio Schubert. Liszt sería uno de los más asiduos con sus numerosas trascripciones. Y sería el en tiempos concertino de la Orquesta de Weimar, que regía precisamente Liszt, el violinista Joseph Joachim, amigo y colaborador de Brahms, quien acometería, por ejemplo, la orquestación del Gran Dúo en do mayor para piano a cuatro manos, que quedó así convertido en una nueva sinfonía.

Berio actualizador. Mucho más tarde, el compositor italiano Luciano Berio -recuperador y actualizador de las músicas de otros autores- dio su versión personal, sin disimular su estilo, partiendo de unos esbozos, de lo que habría sido la Sinfonía nº 10 de Schubert en un magnífico trabajo que tituló Rendering (según Schubert), en donde hay tanto de uno como de otro creador, de ahí su novedad y su interés.

En torno a Schubert se han movido otros muchos músicos. Entre los más conspicuos, el director y compositor de Wiesbaden Hans Zender (1936), que arregló con fortuna el ciclo liederístico Viaje de invierno para voz de tenor (que era el timbre de Schubert) y orquesta. Y en el ámbito de esta maravillosa serie de 24 canciones, que no son otra cosa que un recorrido por el mundo interior de un hombre que rumia sus frustraciones de manera a veces trágica, en un proceso lleno de luces y sombras, nos vamos a mover en los próximos días: el miércoles 23 actúa de nuevo en el Teatro de la Zarzuela, dentro del IX ciclo de lied patrocinado por la Fundación Caja de Madrid, el barítono berlinés Dietrich Henschel (1967). No va a cantar una adaptación musical de la obra, una versión distinta de lo que Schubert escribió. Va a dar las mismas notas que figuran en la partitura, pero las va a reforzar, a acentuar aún más -lo que quizá sea redundante- su expresión en una labor -otro ángulo de la parodia- de carácter teatral.

En efecto, lo que se va a poner en pie es una recreación teatral, una puesta en escena. Una aventura que tiene ya algunos años, que se pudo disfrutar, por ejemplo, en el Festival Mozart de La Coruña de 2001 y que nació en la cabeza del director de escena Pierre Strosser, que ha ideado una mínima acción, muy pegada al texto de Möller y a la música de Schubert, en la que cuenta con la iluminación de Joël Hourbeigh; y, naturalmente, con las dotes actorales de Henschel, un barítono muy lírico y matizador, de la escuela de Dieskau. Al piano el experimentado músico americano Irwin Gage.