Marte, comienzan las misiones
EEUU, Europa y Japón ultiman sus proyectos
17 abril, 2003 02:00Recreación artística de uno de los Rover gemelos que enviará la NASA a Marte
El agua en Marte se ha convertido en una obsesión en materia aeroespacial. Recientes imágenes emitidas por la Mars Odyssey, con indicios de depósitos de nieve, han aumentado las esperanzas de la NASA, que en junio enviará dos vehículos exploradores al planeta rojo. Pero tiene un competidor. Mientras Japón desarrolla la misión Nozomi, la Agencia Espacial Europea (ESA) también intentará llegar a Marte y realizar su propia búsqueda. Entre mayo y junio la nave Mars Express realizará su primera misión a la órbita marciana.
Cauces de ríos y lagos
La agencia espacial norteamericana cree que podría tratarse de cauces de un río, lagos o, en cualquier caso, zonas esculpidas por el agua, aunque Peter Thisienger, director del proyecto Mars Exploration Rovers, aboga por la sensatez: "No creo que encontremos vida, pero sí restos de agua, y que nos sorprenderá".
La exploración del suelo marciano mediante dos rovers forma parte del esfuerzo a largo plazo que se ha propuesto la NASA bajo el nombre Mars Exploration Program. Esta misión doble le costará a la agencia espacial norteamericana 800 millones de dólares, y lanzará los dos todoterrenos entre mayo y julio próximos. Tras siete meses de crucero cósmico, la cápsula entrará en la atmósfera marciana en diciembre de 2003 o, como máximo, en enero de 2004. Prácticamente la misma agenda prevista para la misión europea Mars Express.
No es casualidad esta coincidencia de fechas, ni responde tampoco a una frenética carrera por ser los primeros en llegar. De hecho, todo tiene su explicación científica. Ambas misiones (a las que se suma la japonesa Nozomi, que también llegará a Marte a finales de año) quieren aprovechar la circunstancia de que en agosto el planeta rojo hará su mayor aproximación a la Tierra de los últimos años.
En realidad, las órbitas alrededor del Sol que recorren cada uno de los planetas hacen posible que se pueda enviar una sonda a Marte desde la Tierra cada 26 meses, pero el año 2003 es especialmente adecuado, pues será el viaje más corto posible entre ambos planetas -unos 400 millones de kilómetros-, curcunstancia que no se repetirá hasta dentro de 17 años.
Una vez en suelo rojo, el objetivo de ambas misiones es prácticamente el mismo: buscar y categorizar una amplia muestra de rocas y minerales que escondan pistas sobre el pasado molecular, en forma de agua, del planeta Marte. Después de que la cápsula enviada por la NASA dé cincuenta botes en suelo marciano hasta detenerse (un recorrido de un kilómetro protegida por airbags), de su interior saldrán los dos vehículos terrestres. Provistos con todo tipo de artefactos de última tecnología, los rovers gemelos tomarán imágenes panorámicas de lo que ven para determinar, con un espectómetro por infrarrojos, la mineralogía, textura y estructura del terreno que transitan, a una velocidad de cien metros diarios.
Desde la Tierra se elegirán las rocas a analizar más detenidamente, y entonces el todoterreno actuará como un auténtico geólogo que enviará los datos de la composición básica de la roca y su contenido en hierro a nuestro planeta. En los tres meses que los rover trabajarán en el suelo rojo se espera poder confirmar la existencia de hematita gris que la Mars Global Surveyor descubrió en 1998. Se trata de una variedad del óxido férrico que precipita en aguas termales y estancadas, y por tanto un salto cualitativo en las investigaciones, pues la forma en que la hematita gris esté cristalizada puede dar pistas sobre cómo estaba el agua. El módulo europeo que buscará evidencias de vida, llamado "Beagle 2" (en recuerdo del barco de Charles Darwin) empleará métodos de rastreo muy similares.
Aterrizaje en Isadis Planitia
Con un peso total de 65 kilogramos, aterrizará en Isadis Planitia, un cráter de impacto donde se sospecha que se pudo desarrollar algún tipo de vida. Además de las fotografías y espectómetros que realizará de los sedimentos rocosos, empleará medidas directas para sus investigaciones, es decir, la búsqueda de indicios de metano y la abundancia del isótopo ligero del carbono C12. La misión Mars Express no es sólo el primer ingenio espacial europeo que aborda una investigación científica en el planeta rojo, sino que marca el inicio de una nueva era para Europa en exploración planetaria. En su empeño por desmarcarse claramente de las investigaciones norteamericanas, la ESA ha procurado no tener que recurrir a tecnología no continental para completar el proyecto. El director científico del proyecto es el investigador español Agustín Chicarro, mientras que los instrumentos con los que cuenta el módulo de la Mars Express -que será lanzada desde un cohete ruso Soyuz- son todos de fabricación europea. De la estructura y construcción del "Beagle 2" se ha encargado Gran Bretaña, mientras que el módulo va equipado con estetoscopio alemán, mapa geológico francés, sonda atmosférica italiana..., etc. Un trabajo realizado en un tiempo récord y, según la ESA, a un coste mucho más barato -unos 150 millones de euros- que cualquier otra misión enviada a Marte.
Bien desde Cabo Cañaveral o desde tierras rusas, la realidad es que a partir de junio se pondrán en marcha dos nuevas misiones con el único cometido de descifrar más enigmas sobre el planeta rojo. El siguiente paso será establecer en su superficie una serie de estaciones, objetivo de las futuras misiones "Netlander" (europea) y "Smart Lander" (norteamericana), previstas para 2005 y 2007 respectivamente. La posibilidad de enviar un viaje tripulado no se plantea hasta dentro de 20 años. De momento, si se pudiera determinar qué causó la desaparición del agua en el planeta Marte, también tendríamos las claves sobre el destino de nuestro planeta.
La ESA, también en la Luna
El interés por la Luna no ha desaparecido. Puede que hayan pasado más de 30 años desde que Neil Amstrong diera el primer paso humano en nuestro satélite, pero todavía se ignoran muchas cosas sobre él. La Agencia Espacial Europea pondrá en marcha este verano Smart-1, primera de las misiones lunares europeas que tratará de aclarar muchos de los enigmas que aún existen sobre la formación, composición y evolución de la Luna. Con la ayuda de un sistema pionero de propulsión solar eléctrico, capaz de generar una potencia diez veces superior a la de los actuales sistemas químicos, el satélite Smart-1 -impulsado por el cohete Ariane 5- entrará en la órbita lunar en apenas quince meses. El espectómetro de rayos X a bordo de Smart-1 se encargará de analizar la composición mineral de la Luna con vistas a emplazar una base permanente para diez personas.