Image: Voigt en la cumbre

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Música

Voigt en la cumbre

26 febrero, 2004 01:00

Deborah Voigt en el Fidelio del Real. Foto: Javier del Real

Ya se ha escuchado en Madrid a la soprano norteamericana Deborah Voigt (Chicago, 1960), una cantante de voz robusta, timbrada, de rico metal y anchuroso caudal. No es una dramática propiamente dicha, aunque haga a veces de tal -de hecho, es difícil localizar ese tipo vocal-, para lo que le falta una mayor densidad y una amplitud más reconocible, pero sí una lírico spinto o spinto de considerable consistencia. Posee potencia, extensión y temple, bien que en la zona aguda pueda experimentar ciertas apreturas, siempre, en todo caso, sin perder la colocación. Recordamos haberla escuchado hace unos años en una interpretación no especialmente poética, de los Cuatro últimos lieder de Richard Strauss. Más tarde la vimos en el Teatro Real en un Fidelio beethoveniano dirigido por Daniel Barenboim. Causó una excelente impresión musical, aunque en lo escénico su Leonora quedara muy lejos de la verosimilitud: es mujer de oronda figura, la menos apropiada para disfrazarse de hombre.

Pero lo que importa en este arte a la postre, por mucho que digan los modernos registas, es la voz y la manera de utilizarla; y en esto la soprano posee magnífico nivel. En los últimos tiempos ha obtenido grandes éxitos, sobre todo en su Tristán de Viena, junto a Thomas Moser, Robert Holl, Petra Lang, dirigido por Christian Thielemann y que, grabado por Deutsche Grammophon, está previsto que aparezca el próximo mes de mayo.

Podrá apreciarse de nuevo en sendas actuaciones en Barcelona y Madrid. En el Liceo de la capital catalana lo hará el 27 de febrero mientras que en Madrid estará en la Zarzuela, el día 1 de marzo, acompañada al piano en ambos casos por Brian Zeger. Buena piedra de toque para gustar del arte de esta buena cantante. En los atriles un programa centrado en autores del área germano-austriaca -Zemlinsky, Strauss, Schoenberg, Wagner- y de un músico americano influido por ellos -Griffes (1884-1920)-, más dos franceses como Gounod y Saint-Saëns. Prometen ser excelentes veladas.