Image: Gianandrea Noseda

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Música

Gianandrea Noseda

“Cada concierto no puede ser una gesta musical”

4 marzo, 2004 01:00

Gianandrea Noseda. Foto: Clive Barda

Gianandrea Noseda (Milán, 1964) es el más destacado director de orquesta de la nueva generación italiana. Actual titular de la BBC Philharmonic de Manchester y de la Orquesta de Cadaqués, Noseda es también el principal director invitado del Teatro Mariinski de San Petersburgo y, desde el pasado septiembre, también de la Sinfónica de la RAI de Turín. Tras la reciente y exitosa gira que realizó por España al frente de la BBC, vuelve el 5 de marzo acompañado de la orquesta y coro del Capitole de Toulouse para dirigir en el Palau de la Música de Valencia La condenación de Fausto de Berlioz.

El director milanés Gianandrea Noseda vive en aviones y hoteles. Su hiperactividad recuerda a Georg Solti, quien también estudiaba y repasaba partituras durante los viajes. En su agenda, repleta hasta el 2007, también figuran algunos días que reserva celosamente para dedicar al Festival de Stresa, del que es director artístico. La conversación se desarrolló en el apartamento que Noseda habita en San Petersburgo, pocos minutos antes de dirigir una función de Così fan tutte en el legendario Teatro Mariinski.

-Existe la tendencia de pensar que aquí en Rusia no se puede interpretar bien el repertorio mozartiano, de que los rusos no sirven para la vocalidad italiana. Y es algo absolutamente falso. Mire, ahora, en esta semana, dirijo en el Mariinski un pequeño festival con la trilogía Mozart-Da Ponte. Pues le aseguro que el nivel vocal -y, por supuesto, instrumental- de estas representaciones no tiene nada que envidiar al mejor Mozart que se pueda hacer en cualquier teatro importante centroeuropeo. Después de siete años de trabajo en San Petersburgo, he de decirle que hay muchos cantantes que han desarrollado un canto italiano de primer orden, mejor incluso del que se escucha en algunas grabaciones célebres.

Noseda habla casi sin que sea necesario encauzar las preguntas. Tiene las ideas claras, que vuelan por su activo cerebro, que expresa en un español casi perfecto, aunque confiesa que "ya me expreso más fluidamente en ruso". Es un maestro en plenitud, como revela el deslumbrante disco que acaba de publicar Deutsche Grammophon con Anna Netrebko junto a la Filarmónica de Viena. Habla con cariño del inicio de su carrera como director, muy vinculado a España, donde dirigió 18 orquestas diferentes tras vencer en 1994 el Concurso de Cadaqués.

-Ese año comencé a dirigir como profesional, sobre todo en España. Pero muy pronto mi carrera se desarrolló en Francia y en Italia, donde inmediatamente me nombraron asistente de Vladimir Delman en la Sinfónica Verdi de Milán. Pero España fue el país que más marcó el inicio de mi carrera. Tras ganar el Concurso de Cadaqués recibí la invitación de dirigir 18 orquestas, algo que me permitió consolidar un enorme repertorio y baquetearme con orquestas de muy diversa índole.

Estrenos españoles
-En ese repertorio también figuraría la música española...
-¡Por supuesto! Hice muchas cosas, también estrenos, de compositores como Halffter, Montsalvatge, Eduardo Montesinos, César Cano, Alfonso Romero, y bastantes otros. Algunas de estas obras las sigo haciendo hoy fuera de España.

-En su carrera hay tres directores que han incidido de modo muy especial: Donato Renzetti, Myung-Whun Chung y Valeri Gergiev.
-Renzetti me dio la técnica de la dirección de orquesta. Técnica dura y pura: decidir cómo se marca un tempo. Algo muy sencillo y muy complicado al mismo tiempo. Chung me ha aportado el sentido de la forma musical. Llegar al clímax de la frase, de la obra, en el momento justo; incluso, cuando hay varios movimientos, saber en qué instante tienes que volcar toda tu energía. Esto, Chung, como oriental, lo tiene muy claro en su cabeza y me lo transmitió cuando trabajé con él en la Academia Chigiana de Siena. Valeri [Gergiev] me enseñó el gusto particular por el sonido. Cómo obtenerlo de la orquesta, cómo trabajar con ella, para materializar la sonoridad que tienes en tu cabeza, algo importantísimo.

-Como principal director invitado del Mariinski, ¿piensa que la forma de trabajar en Rusia es diferente a la habitual en el resto de Europa?
-Es un modo de trabajar típico del teatro de repertorio. Como en Viena, en Alemania, o en el Metropolitan neoyorquino. Muchas veces las óperas se preparan con un ensayo y medio, o sólo un simple ensayo con los cantantes. Por supuesto todo cambia cuando tienes un festival o una nueva producción, que te permite contar con más jornadas de ensayo. Lo que aquí es fantástico es que dispones de una compañía de canto plena de jóvenes voces muy formadas y con enorme talento. También de un cuerpo de baile fantástico y de una orquesta que puede tocar maravillosamente. La tradición es increíble. Cuando estoy en el foso no puedo quitarme de la cabeza los músicos que han estado en ese mismo metro cuadrado. Desde Berlioz a Strauss, Walter o Klemperer, además de todos los rusos.

-Ha dirigido mucho en los Estados Unidos. ¿Dónde se trabaja mejor, allí o en Rusia?
-Son mundos distintos, con maneras diferentes de entender la profesionalidad. Aquí, en San Petersburgo, se ensaya sin pensar que por la noche tienes que tocar una obra maestra. No vives con la presión de tener que realizar una gesta cada vez que sales ante el público. En Estados Unidos todo es más competitivo. Esperan algo siempre impresionante. Y la verdad es que son pocas las veces que se hace algo impresionante. En el medio está la virtud.

-"En medio" está la vieja Europa: Alemania, Italia, Francia, España...
-Pero no nos engañemos, tampoco es la panacea. Aunque sí he de reconocer que en los teatros italianos el nivel de la ópera italiana está increíblemente mejor que en todos los teatros del mundo. En ningún sitio se escucha mejor el verdadero canto italiano.

Ensayar demasiado
-¿Mejor que en todos los teatros del mundo?
-Sí, sí... ¡Sin duda! ¡Es la realidad! Bueno, la verdad es que cuando hablo de "teatros italianos" pienso en la Scala de Milán y no en teatros de provincias. Pero, como le decía, la "panacea" no existe. En Italia se ensaya demasiado, en Alemania se ensaya muy poco... No creo que existan situaciones "ideales".

-¿Se "ensaya demasiado"?
-Sí, desde luego, llega un momento en que los ensayos son excesivos, contraproducentes. Creo que es mejor ensayar "un poco menos" que "un poco más". Cuando se ensaya demasiado se pierde algo de la espontaneidad que siempre requiere cualquier interpretación. Además, corres el gran riesgo de aburrir no sólo a los profesores de la orquesta, sino también hasta a las musarañas.

-Su estrecho vínculo con el Mariinski le sitúa en un particular espacio entre la ópera italiana y la rusa. ¿Boris o Tosca?
-¡Uf! Ahora, ¡sólo Così fan tutte!, que es lo que tengo que dirigir dentro de unos minutos. Ayer Valeri me propuso dirigir una nueva producción de Tosca, un título casi inédito en el Mariinski. Creo que la haré, porque tenemos cantantes formidables para hacer Tosca. A la hora de hablar de repertorio no hay que ser excluyente. Adoro a Mozart, Musorgski o Puccini sin escalafones.

-Me gustaría finalizar esta entrevista en Manchester, donde desarrolla con la BBC Philharmonic unas novedosas temporadas en las que cada programa aparece envuelto por una serie de acontecimientos complementarios...
-Es una colaboración muy positiva, en la que todos -público, músicos, equipo gerencial y yo mismo- andamos profundamente ilusionados. En Manchester respiramos un aire muy estimulante. La receptividad es enorme, y permite programaciones atrevidas, aunque sin olvidar el repertorio más conocido. A veces mantenemos antes de los conciertos interesantes coloquios con el público. Por ejemplo, el próximo 2 de abril estrenaremos en el Reino Unido la Sinfonía con giardino de Niccolò Castiglioni. Pues una hora antes me reuniré con el público para mantener una conversación sobre esta estupenda obra. Tal tipo de actividades estimula al público y le facilita la audición. El resto del programa está articulado en torno a la naturaleza y a la fecha en que se celebra: la Pastoral de Beethoven y la Consagración de la primavera. En Manchester, cada programa, cada concierto, es una historia nueva. Además, hemos firmado un fructífero contrato con Chandos que prevé la grabación de diez discos cada temporada. Algo ciertamente excepcional en medio de la crisis discográfica que asola el mundo musical contemporáneo. Pero ahora, ¡perdóneme! tengo que marcharme. La función de Così comienza dentro de poco más de una hora y casi no voy a llegar al teatro.