Image: De la rebelión en Bayreuth...

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Música

De la rebelión en Bayreuth...

Festivales sin rumbo: Crisis de identidad en Bayreuth y Salzburgo

22 julio, 2004 02:00

Wolfgang Schmidt y Evelyn Herlizius, en los ensayos de Siegfried del Festival de Bayreuth

Comienzan los dos festivales por excelencia: Bayreuth (del 25-7 al 28-8) y Salzburgo (del 24-7 al 31-8). Sus presupuestos son excepcionales, lo mismo que su capacidad de convocatoria. Sin embargo, viven momentos críticos. Bayreuth, dedicado íntegramente a Wagner, es gobernado por su nieto, Wolfgang, un luchador ya octogenario, que vive en pleno fragor de las batallas intestinas habidas entre los diferentes clanes de la familia Wagner por el trono. Su gestión ha sido enjuiciada ante los recientes enfrentamientos con Christoph Schlingensief, responsable del Parsifal que abre mañana esta edición, y por la espantada de Lars von Trier, retirado del proyecto de la Tetralogía para 2006. Por su parte, en Salzburgo, su director Peter Ruzicka anuncia que se va. Frente al mediático Mortier, el modelo planteado por Ruzicka hace aguas y se inicia una carrera entre los posibles sucesores. El Cultural le toma el pulso a la situación de ambos eventos y desgrana su programación.

El wagneriano Festival de Bayreuth comienza con mal pie. El domingo, cuando se descubra el inmenso telón del Festspielhaus tras el preludio de Parsifal, la expectación generada por el esperado retorno de Pierre Boulez para dirigir la nueva producción del festival "sacro escénico" diseñada por Christoph Schlingensief, habrá quedado emborronada por el escándalo que ha supuesto la inesperada partida, pocas semanas antes del estreno, del polémico enfant terrible de la escena germana. Ha sido precisa la mediación del propio Wolfgang Wagner, nieto del compositor y director del festival, para que Schlingensief accediera a volver a Bayreuth y ultimar su trabajo.

La inesperada deserción de Schlingensief obedeció precisamente al desencuentro con Wolfgang Wagner, quien desde 1951 regenta el festival. La bandera artística de Schlingensief es introducir el arte en la vida diaria, "buscar el conflicto entre política, arte y vida". Sus trabajos han estado siempre envueltos en polémica. Suyas son declaraciones tan controvertidas como "Fuera extranjeros" ("Ausländer raus!", en alemán) o el programa televisivo con el curioso título "Mata a Helmut Kühl".

Proyecciones de vídeo
"Me ponen todo tipo de obstáculos. Así no se puede trabajar", llegó a confesar el berlinés Schlingensief, que a sus 44 años ha chocado con el anciano Wagner a causa de la negativa de éste a aceptar unas proyecciones de vídeo durante las funciones. "En Bayreuth existe un rechazo extremo contra las proyecciones", se lamenta el cineasta antes de garantizar que su puesta en escena en absoluto es una "tosca provocación". "Por el contrario", agrega, "me he esforzado para que entre los cantantes, el coro y la orquesta surja un verdadero cuerpo orgánico". Aunque admite que no es experto en ópera, Schlingensief sí había visitado anteriormente Bayreuth como espectador. "De Wagner me interesa más su pensamiento político y el intento de bajar de lo divino a lo terrenal". Lo que no le impide reconocer que ha sido la música la única instancia que ha seguido a la hora de poner en escena Parsifal: "Es la música la que provoca que las imágenes que [Parsifal] lleva en su interior puedan aflorar. Sería una ocasión perdida si sólo aprovechara está oportunidad para provocar a algunos".

A pesar de las aludidas razones de corte artístico, otras fuentes aseguran que la partida de Schlingensief respondió a problemas de salud. La revista Focus incluso llegó a informar de que el director "puede permanecer ausente por largo tiempo al estar en tratamiento psiquiátrico". En cualquier caso, lo que sí es seguro es que antes de distanciarse de Wolfgang Wagner, Schlingensief no dudó en salir en defensa de quien precisamente le abrió las puertas del legendario Festspielhaus: "Alemania tiene muy mala memoria. Unos cuantos despistados nos venden a Lars von Trier (quien debía de dirigir el nuevo montaje de la Tetralogía que se estrenará en 2006) y a mí como algo nuevo. Pero Wolfgang Wagner siempre ha traído a gente que, a primera vista, no encaja, como Patrice Chéreau o Heiner Möller". Este sentido común ha prevalecido y ha propiciado que, tras recibir garantías del propio Wolfgang Wagner de que podría desarrollar con plena libertad su idea escénica, las turbulentas aguas vuelvan a su cauce.

Casi nadie del universo wagneriano pensaba que el polémico y revolucionador Christopf Schlingensief fuera a encajar en el Bayreuth de Wolfgang Wagner, donde el nietísimo impone con fuerza su ley bajo el imperio poderoso del apellido. De hecho, cuando hace un par de años Bayreuth anunció que Parsifal iba a retornar al Festspielhaus de la mano de Schlingensief (tras rechazar el director Martin Kusej la invitación del festival, también por diferencias de concepción), muchos pensaron que era un auténtico disparate. Incluso el semanario Der Spiegel llegó a preguntarse: "¿Está loco el señor Wagner?".

Lejos de la locura
Pero el heredero de Richard Wagner puede ser cualquier cosa menos un loco. Lo ha demostrado durante los 53 largos años que lleva como director del festival que fundara su abuelo en 1876 en la localidad bávara de Bayreuth. Durante todo este tiempo, y al margen de criterios estéticos, el festival ha funcionado como un reloj suizo, con perfecta organización administrativa y artística. La respuesta del público y la imagen del Festival no han parado de acrecentarse. Bayreuth sigue siendo la Meca a la que miran y peregrinan wagnerianos de todo el mundo, a pesar de que la lista de espera para conseguir una entrada es de siete años. Sólo en las últimas ediciones, tras la partida de estrellas como Barenboim y Levine, y la muerte de Sinopoli, ha comenzado a resquebrajarse la sólida estructura artística del festival. Para colmo, la virulenta pugna entre diversos clanes de la familia Wagner para dirigir los destinos del festival ha terminado por debilitar la figura todopoderosa de Wolfgang Wagner.

Hace sólo unos días, el periódico Die Welt denunciaba que "Bayreuth atraviesa actualmente su más grave crisis desde los tiempos en que era dirigido por Winifred Wagner" [viuda de Siegfried Wagner y madre de Wolfgang, que dirigió el festival entre 1931 y 1944]. Ciertamente las cosas nunca habían llegado al extremo actual. Wolfgang Wagner, célebre por su habilidad para capear crisis, no parece a sus 84 años tener energías para superar los problemas que le surgen. El nieto de Wagner y bisnieto de Liszt tiene ante sí otro gravísimo reto: el no menos famoso director de cine danés Lars von Trier ha abandonado el proyecto de dirigir la nueva producción de El anillo prevista para el 2006 aduciendo su "imposibilidad para abordar un trabajo tan inmenso". Sin embargo, fuentes cercanas a Bayreuth aseguran que la verdadera razón de su marcha son exactamente las mismas de Schlingensief: las diferencias con Wolfgang Wagner. Ahora, éste se encuentra en el brete de encontrar, a sólo dos años vista, un director de escena y un equipo capaz de montar toda una Tetralogía en poco más de un año, y que, además, cuente con el beneplácito de Christian Thielemann, responsable musical del proyecto.

Sin embargo, Wolfgang Wagner no se amilana ante nada y tira para adelante con la tozuda decisión que siempre le ha caracterizado. Quien ha hecho frente al Presidente de Baviera y al ministro de Cultura no tiembla ahora ante estos avatares "domésticos". Genio y figura hasta la sepultura, Wagner ha impuesto a su hija Katharina, de 25 años de edad y fruto de su matrimonio con la ambiciosa Gudrun Mack, como directora de escena de la producción de Los maestros cantores que se estrenará en 2007, y que será dirigida desde el foso por Sebastian Weigle, el nuevo director musical del Liceu de Barcelona. Con esta decisión polémica, Wolfgang Wagner da un nuevo paso en su intento de marcar la línea sucesoria en la dirección del festival, por la que también han luchado Eva Wagner-Pasquier, hija de su primer matrimonio y con quien ya no mantiene relación, y su sobrina Nike Wagner, hija del fallecido Wieland Wagner.

Precisamente será el tenor Endrik Wottrich, casado con la joven Katharina Wagner, y por lo tanto yerno de Wolfgang Wagner, quien dará vida al personaje de Parsifal en la producción que el domingo inaugura esta nueva edición. El mayor interés del montaje, además de las expectativas generadas por lo que haya podido hacer -o dejado de hacer- Schlingensief con el místico Parsifal, se basa en la vuelta de Boulez, quien a sus 79 años de edad retorna con una obra que ya dirigió en la Colina Sagrada -a tiempos inusitadamente vivos- entre 1966 y 1970. Ahora, casi 40 años después, cabe imaginar que las vivacidades de entonces habrán dado paso a un concepto más sosegado.

El reparto vocal es muy diferente al que tuvo entonces. Frente al Parsifal familiar de Wottrich, la mezzo Michelle DeYoung dará vida a una Kundry ante cuyos encantos vocales será difícil no sucumbir. El cada día más wagneriano Robert Holl dará vida a Gurnemanz, mientras que Alexander Marco-Buhrmester asumirá el rol de Amfortas. Kwangchul Youn (Titurel) y John Wegner (Klingsor) figuran también en el elenco.

El resto de los títulos que integran esta nueva edición, que se prolongará hasta el 28 de agosto, incluye el enigmático montaje de El holandés errante concebido por Claus Guth (dirección musical del joven triunfador Marc Albrecht); el coloreado Tannhäuser de Philippe Arlaud (con la batuta aclamada de Thielemann, el nuevo mesías de Bayreuth) y el ya veterano Anillo firmado por el tándem Jörgen Flimm (escena) y Erich Wonder (escenografía). En el foso, la batuta honesta y eficaz de Adam Fischer. Sobre el escenario cantarán, entre otros, Alan Titus (Wotan), Hartmut Welker (Alberich), Robert Dean Smith (Siegmund), Philip Kang (Hunding), Eva Johansson (Siegliende) o Christian Franz y Wolfgang Schmidt (Siegfried).

Como de costumbre, Radio Clásica de Radio Nacional de España transmitirá en directo las primeras funciones de cada título.