Image: Anne Sophie Mutter cabalga a lomos de Mozart

Image: Anne Sophie Mutter cabalga a lomos de Mozart

Música

Anne Sophie Mutter cabalga a lomos de Mozart

La instrumentista alemana en el Auditorio Nacional

28 abril, 2005 02:00

Anne Sophie Mutter. Foto: lillian Birnbaum

Escuchar de una sentada, a lo largo de dos sesiones, 29 y 30 de abril, en el Auditorio Nacional, los conciertos para violín de Mozart no es ninguna tontería; y menos si la Orquesta es la de Cámara Inglesa y si quien los tañe es una violinista de la talla de Anne Sophie Mutter, la magnífica instrumentista alemana (Rheinfelden, Baden, 1963), uno de los más admirables casos de precocidad de los últimos decenios: a los 13 había ya recibido el plácet de Karajan, que rápidamente la atrajo para diversas colaboraciones solistas con la Filarmónica de Berlín. En su niñez Anne Sophie, que sin duda llevaba la música en las venas, estudió también piano, aunque sus preferencias iban hacia el instrumento de arco, en el cual la impuso Erna Honinberger, una antigua alumna del gran violinista húngaro Carl Flesch (1873-1944). Es curioso que puedan percibirse en la ya madura artista rasgos muy de esa escuela, que tuvo continuadores en multitud de discípulos de Bucarest, Amsterdam, Berlín, Filadelfia, Lucerna y Baden-Baden, entre ellos Rostal, Szeryng, Neveu y Goldberg, estudiosos, como Mutter, de su famoso Método de violín.

Hay evidentemente, por línea directa, algo del estilo Flesch en la instrumentista de Rheinfelden, como esa suavidad de arco y pureza de tono, esa singular manera, tan seria, de acercarse a la música, esa disposición casi amorosa para tocar su maravilloso Stradivarius Lord Dunn Raven de 1710. La sonoridad de Mutter es en verdad acariciadora y su fraseo posee siempre la naturalidad de lo bien hecho, de lo finamente estilizado, de lo elegante. Su acercamiento a Mozart, como ha demostrado tantas veces, es refinado, equilibrado, sugerente en su forma de acentuar. De ahí que nos parezcan tan interesantes estas propuestas madrileñas organizadas por Juventudes Musicales. Será seguramente, para quien no haya escuchado su interpretación de estos cinco conciertos, una revelación. Sin duda la mejor forma de tomar contacto con estas obras, compuestas por Mozart prácticamente de una sentada. Junto con el Adagio K 261 y los Rondós K 269 y 373, forman una serie de partituras muy racionalmente reunidas, un grupo cerrado y coherente y que suponen, en lo que a los conciertos se refiere, cinco escalones progresivos en el acceso hacia la madurez de un músico todavía muy joven. Todos fueron escritos en Salzburgo entre abril y diciembre de 1775. Se duda de si los escribió para su propio uso y deleite o si tuvieron como destinatario al violinista italiano Antonio Brunetti, que en 1777 sustituiría a Mozart como maestro de conciertos. Las últimas tres partituras pueden calificarse de obras maestras en su género. La cita del día 30 se completa con la Sinfonía concertante para violín y viola K 364 (320d), en la que intervendrá el violista ruso Yuri Bashmet, asiduo colaborador de Juventudes.