Image: Comienza el año Mozart en La Coruña

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Música

Comienza el año Mozart en La Coruña

El Festival inaugura las celebraciones del 250 aniversario del compositor

19 mayo, 2005 02:00

Idomeneo en el montaje del Teatro delle Muse de Ancona

El Festival Mozart de La Coruña inaugura el 19 de mayo las celebraciones del 250 aniversario del compositor con una nueva producción de Don Giovanni dirigida por Víctor Pablo Pérez. Bajo el epígrafe "ópera y Mito" se podrá escuchar otra obra del salzburgués, Idomeneo, La Cenerentola de Rossini y la inusual Orfeo de Sartorio, en tres montajes de Pier Luigi Pizzi. El apartado sinfónico y de cámara estará presidido por la obra de Johann Sebastian Bach.

Los actuales rectores continúan, claro, apostando por la figura del músico salzburgués, que junto con Rossini -sobre todo desde que el musicólogo y director de orquesta Alberto Zedda está en el manejo de los hilos- viene siendo, ya desde hace años, el indudable protagonista del certamen.

En lo estrictamente operístico -que se desarrolla bajo el epígrafe "ópera y mito"- se nos brindan tres obras clásicas, Don Giovanni e Idomeneo de Mozart y La Cenerentola de Rossini; tres títulos sólidos y ya celebrados en La Coruña. Otra barroca, el Orfeo de Sartorio, auténtica novedad del festival. Lo es asimismo el oratorio de un juvenil Haendel La Resurrezione, que pone sus gotas de dramatismo interior y de fluido melodismo a la italiana. El otro gran bloque, que abarca los conciertos de cámara, los recitales y una sesión sinfónica, está presidido, lo que nunca está de más, por Johann Sebastian Bach. No es especialmente original elegir una serie de partituras del Cantor, ordenarlas, cuando no lo están, y programarlas: el éxito es seguro, máxime si, como parece ser el caso, son servidas por intérpretes de aceptable calidad media. En todo caso es un excelente contraste con el resto y marcan también una distancia con los tres recitales previstos a cargo de dos tenores y un barítono, cada uno con su repertorio propio.

Don Giovanni es un título muy apreciado en La Coruña. Víctor Pablo Pérez ya lo dirigió en la capital gallega y con él va inaugurar la próxima temporada del Real. Tiene de él una visión sólida, bien distribuida y equilibrada, justa de tempi, puede que un punto falta de gracia. Es el recuerdo de aquella interpretación de hace unos años. Veremos ahora, cuando ha de enfrentarse a una producción gobernada por el siempre imaginativo y conocedor Gian Carlo del Monaco, que se servirá de una escenografía y vestuario de la diseñadora ágatha Ruiz de la Prada. En principio el mundo colorista, tierno, ingenuo y un tanto naïf de esta profesional no parece casar demasiado con el poblado de luces y sombras, entreverado de tragedia y de comedia napolitana del de esta ópera de óperas, que decía Kierkegaard. Del Monaco pretende una puesta en escena que sirva muy claramente el lado más giocoso de la obra. Marco Vinco, algo pavisoso pero con una voz baritonal oscura muy potable, será el Don. Pietro Spagnoli será Leporello, un personaje que tiene una escritura en exceso grave para este barítono lírico más bien opaco. La armenia Elizaveta Martirosyan y la polaca Johanna Kozlowska darán vida a doña Ana y doña Elvira, el tenor Ferdinand von Bothmer, algo destemplado, según demostró en su reciente Octava de Mahler coruñesa, dará vida al feble don Octavio, mientras que el Comendador estará en la garganta de Woo-Kuy Kim y Masetto en la del notable José Antonio López (seguro que haría un Leporello mejor que Spagnoli).

Inusual Orfeo
Ha de celebrarse, claro está, la presencia de ese Orfeo escrito por Antonio Sartorio (1630 - 1680) sobre libreto de Aurelio Aureli, estrenado en Venecia en 1672, una consecuencia de las obras de Claudio Monteverdi y Luigi Rossi, en el más puro estilo de Francesco Cavalli. Es una curiosa visión del mito basada en las Geórgicas de Virgilio y en las Metamorfosis de Ovidio, con extrañas e improbables intrigas amorosas que banalizan no poco la historia. Orfeo es aquí un histérico, un celoso con tendencias homicidas y dispuesto a seducir jovencitos. La música de Sartorio, opina el musicólogo italiano Davide Daolmi, secunda esta desmitificación del héroe con una mezcla de elementos cómicos y de lamentos. Hay algunos ejemplos de aria da capo realmente magníficos. El equipo del Teatro della Fortuna de Fano, que ya triunfara el año pasado con Gli amori di Apollo e di Dafne del antes citado Cavalli, vuelve en esta producción firmada por el barroquizante Pier Luigi Pizzi. Zedda toma las riendas en el foso. El tenor ligero canario Agustín Prunell-Friend y la soprano lírico-ligera italiana Cinzia Forte, muy conocida en la plaza, cantan Orfeo y Euridice, respectivamente.

Obra maestra
El segundo título mozartiano, Idomeneo (1781), - la primera obra maestra en este terreno del autor-, dará oportunidad de escuchar al ya madurito y siempre exquisito (cuando canta lo que debe) tenor argentino Raúl Giménez, un servidor muy competente de esta música. La atribulada parte protagonista es bellísima y contiene un aria muy dura de roer, "Fuor del mar", sobre todo si se interpreta en la versión original. La mezzo modenesa de 1970 Francesca Provvisionato, -aceptable Giustino en la ópera de Vivaldi recientemente grabada-, es Idamante. María José Moreno, que esperamos haya recuperado su forma anterior, canta Ilia mientras que la georgiana Iano Tamar, también conocida en La Coruña, algo deficiente en agilidades, tiene, no obstante, suficiente envergadura vocal para afrontar el durísimo rol de Elektra. Alvaro Vallejo apechuga con la parte menos lucida, sobre todo si le quitan algunos solos, de Arbace. Pizzi vuelve a ser el responsable de la escena, en un montaje proveniente, en este caso, del Teatro delle Muse de Ancona. Por su parte, el francés Philip Auguin (Niza, 1961), maestro muy activo en los principales teatro europeos, llevará la batuta.

Uno de los indudables atractivos de las representaciones de La Cenerentola es la participación del tenor granadino José Manuel Zapata, un lírico-ligero de timbre claro y agudo fácil, que gana paulatinamente proyección y redondez. Junto a él Carbó, el caricato Simone, Marina Pizzolato -una digna solista en la reciente Octava Sinfonía de Mahler- y Lorenzo Ragazzo. En el foso, de nuevo el especialista Zedda, que conoce muy bien los pentagramas rossinianos y cuenta, en esta ocasión, con la ya celebrada producción procedente del Festival de Pésaro.

El oratorio de Haendel antes citado estará en las manos cuidadosas y expertas de Eduardo López Banzo, que dirige en esta ocasión no a su grupo Al Ayre Español, sino a la Sinfónica de Galicia. Solistas vocales de casa, algunos muy dignos: Cardoso, Auyanet, Tro y Peña. Lucifero corre a cargo, sin embargo, del italiano Carlo Lepore.

Violinista en ascenso
Y pasamos a lo instrumental. Y al subfestival Bach. Aquí hay excelentes cosas y nombres. El primero es el del chelista holandés Pieter Wispelwey, que toca las Suites 2, 3 y 4, obras que borda. El segundo es el del ruso, de San Petersburgo (1952), Ilya Gringolts, un violinista en ascenso, dueño ya de una técnica muy depurada, que se da un auténtico atracón: nada menos que las tres Sonatas y las tres Partitas (tiene grabadas algunas). No es menor el de la joven pianista Ewa Poblocka, con todas las Partitas de una sentada. Otros dos jóvenes pianistas, el alemán Martín Stadtfeld -Variaciones Goldberg- y el italiano Andrea Bacchetti -dos Suites inglesas y dos francesas del cantor junto a cuatro encores de Berio- contribuyen a que la fiesta bachiana no decaiga.

Los pentagramas del más ilustre y avanzado compositor retrógrado de la historia de la música -valga la paradoja-, servirán también para el engrase de la de por sí bastante engrasada y profesional Orquesta de Cámara de la Sinfónica de Galicia, que dirige un día el violinista Giovanni Fabris -dos Conciertos para violín, Concierto para dos violines- y otro su compañero y concertino del conjunto nodriza Massimo Spadano -conciertos de Corelli y su discípulo Masciatti, Conciertos de Brandenburgo 3 y 4, Suite nº 3 de Bach-. Solistas de la Sinfónica tocarán Una ofrenda musical, que alternarán con Divertimentos para quintetos de viento de Mozart. Observando al Mozart amante de Bach, el Trío Manuel Quiroga ha programado por su parte 4 Preludios y fugas K 404a y 6 Preludios y fugas (arreglo de Pasquier). Señalemos los dos últimos conciertos de esta serie: uno que dirige, a la OSG, el suizo Matthias Bamert -que no es precisamente un especialista-, con el tercer Brandemburgo, la Suite nº 3 (que tocará días más tarde, como hemos visto, la formación de cámara, cosa insólita), Passacaglia y Fuga BWV 582 (arreglo de Stokowski) y Sinfonía nº 39 de Mozart.; otro, que promete, a cargo del Cuarteto Emerson: Fugas de El arte de la fuga, Fuga de El clave bien temperado en versión de Mozart, Capricho y Fuga de Mendelssohn y Gran Fuga de Beethoven.

Como guinda, tres recitales, con piano, de tres voces muy estimables: el tenor ligero italiano Antonino Siragusa, el citado Giménez, con canciones argentinas, y el inglés, ya sesentón, Alan Opie, con piezas inglesas.