Image: Lucerna, música por las alturas

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Música

Lucerna, música por las alturas

Gergiev, Abbado, Rattle, Maazel, o Mehta entre las batutas convocadas

28 julio, 2005 02:00

Claudio Abbado. Foto: Wilfried Hüsl

El próximo 11 de agosto comienza el Festival de Lucerna, uno de las más grandes citas centroeuropeas que hasta septiembre acoge un multimillonario despliegue de orquestas y solistas de pedigrí. Gergiev, Abbado, Rattle, Maazel, o Mehta son algunas de las batutas convocadas.

En la Suiza germánica se encuentra Lucerna, que acogió en su día a un Richard Wagner que huía de sus acreedores. Muy próximo a la casa donde residió el autor de Tristán, se celebraba en 1938 un concierto a cargo de Arturo Toscanini en un homenaje que serviría como punto de partida del que está considerado como "uno de los más grandes" del momento. En la actualidad y dirigido por Michael Haefliger, en cuyo apellido se reconoce una saga musical ya reconocida, el Festival de Verano de Lucerna recibe cerca de ochenta mil personas todos los años, atraídas por uno de los mayores despliegues de formaciones sinfónicas y solistas de pedigrí que se puedan reunir en poco más de un mes. Así, por esta edición que se inicia el próximo día 11 de agosto, se dejarán caer el Mariinski de San Petersburgo con Gergiev, la Orquesta y Coros de Cleveland con Welser Müst, Concertgebouw con Jansons, Filarmónica de Berlín con Rattle, New York con Maazel, Gewandhaus y Chailly, London Philharmonic con Masur, Academy of Saint Martin in the Fields con Murray Perahia, Chicago con Barenboim y Viena con Mehta, entre otros.

Haefliger nuevo gurú
Michael Haefliger, considerado como uno de los nuevos "gurús" en esto del arte de configurar festivales, ha sido el responsable de construir una nueva formación sinfónica para la ocasión (la Lucerne Festival Orchestra) a la que acuden grandes figuras de sus respectivos instrumentos, como Natalia Gutman, Kolja Blacher o Wolfgram Christ, que peregrinan a ese marco incomparable que es el nuevo auditorio de la ciudad suiza, dispuestos a recibir las bendiciones de Claudio Abbado, convertido, tras superar sus problemas de salud, en un auténtico santón más que en un director. Paralelamente se consolida la Academia, con un perfil más innovador a la búsqueda de otras tendencias compositivas y que cuenta con Pierre Boulez como máximo referente. El Festival proyecta a determinados nombres a los que ennoblece con el título de "residentes" que, en esta edición, son el barítono Thomas Quasthoff, el violinista Christian Tetzlaff y el compositor Helmut Lachenmann quien, por cierto, para ser en estos momentos el creador de moda de los países de la órbita germana. Esta exhibición de poderes, que muy pocos eventos se pueden permitir en sólo un mes, lo consigue Lucerna por tradición, merced a los ricos patrocinadores que le apoyan, sin olvidar el altísimo coste de las entradas. Y es que, para hacerse una idea, asistir al devenir de las batutas de Maazel, Barenboim o Mehta, algo que en España puede alcanzar como máximo unos 100 euros, en Lucerna vale casi el doble. Valga como curiosidad que el encuentro de Abbado, con el pianista Alfred Brendel y la citada Orquesta de Lucerna, tiene un precio especial de 225 euros.