Image: Alicante, al límite

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Música

Alicante, al límite

Cruce de géneros y renovación en su Festival de Música Contemporánea

15 septiembre, 2005 02:00

Bradley Lubman en un reciente ensayo junto al Ensemble Modern. Foto: Markus Kirchgessner

Desde el miércoles hasta el 30 de septiembre se celebrará en Alicante el XXI Festival Internacional de Música Contemporánea, que responde al título "En los límites". Se trata de cruzar géneros, saltar fronteras y replantear horizontes. A lo largo de quince espectáculos y con doce estrenos absolutos, Alicante tratará de renovar su condición de principal escaparate español para la creación musical más reciente.

Normalmente, cuando algo se pone delante, es para que se vea. Así, en plan mascarón de proa, puede entenderse el concierto inaugural del XXI Festival Internacional de Música de Contemporánea de Alicante, que está dedicado enteramente a la presentación en directo del "PJ Project", Las siglas se leen a la inglesa, "pi yei", y representan a la soprano y compositora madrileña Pilar Jurado, que con este proyecto, se tira de cabeza a la piscina pop.

La situación es novedosa, porque durante medio siglo, en toda Europa, y sobre todo en España, el delicado salón del clásico y el multitudinario patio del pop han mantenido muy firmes sus tabiques de separación. Ha habido algunos cruces aislados y, en general, poco exitosos. "Pop", o sea, popular, sigue significando "yuyu" para casi todos los "clásicos", pese a que algunos de ellos, tenores y no tenores, hayan pescado a gusto en ese caladero y algunos poperos hayan gastado tiempo y dinero en saltar la valla y estrellarse al otro lado.

El hecho es que la Jurado, dueña de una notable carrera como cantante y compositora "seria", se divierte en esta ocasión con los ritmos cuadrados de la batería y el bajo eléctrico. El resultado es muy distinto de aquel juego divulgador de Luis Cobos con zarzuelas y vivaldis. Aquí no se trata de hilvanar motivos célebres y encajarlos en una claqueta "umpa-umpa", sino de recrear músicas de Haendel, Guridi o Rachmaninov en un entorno diferente y desprejuiciado en su totalidad.

Calidad y desvergöenza

Será interesante registrar las reacciones, porque el "PJ Project", por lo oído en el disco del mismo nombre, tiene calidad y desvergöenza para gustar a unos y disgustar a otros.

Pero Alicante 2005 ofrece mucho más música, enmarcada toda ella dentro del lema "En los límites". La presencia más sobresaliente es la del Ensemble Modern, que ya triunfó hace unos años en Alicante con música de Ligeti y vuelve ahora con la de Helmut Lachenmann, explorador veterano de las fronteras del sonido con el silencio y con el ruido. Lachenmann ha reservado para Alicante el estreno absoluto de una de sus composiciones: Concertini. Dentro o fuera de cualquier límite, la música buena es siempre oficio de buenos músicos y, en ese terreno, poder oír de nuevo en directo al Modern es un oportunidad impagable. Lo dirigirá en esta ocasión Bradley Lubman.

En versión del Ensemble Academia de Lucerna, se presenta en Alicante el Laboratorium de un hombre clave de la vanguardia de los años cincuenta y sesenta, el trombonista y compositor esloveno Vinko Globokar. Hoy parece que gran parte de los compositores buscan salidas -cada cual la suya- a la áspera sequedad de aquella corriente, pero Globokar lo sigue viendo claro: "El lenguaje tonal se desmoronó en los últimos dos siglos y no tiene sentido revivirlo", asegura. Y remata: "No hay vuelta atrás; el mundo de hoy no puede describirse con bonitas melodías". El gran Vinko parece condenarnos a todos al feísmo. Por su parte, Jorge Fernández Guerra, el director del Festival, asegura que nos encontramos en un periodo de "tensa calma, como a la espera de algún cambio" y añade que "esa espera es rica". Más vale, porque, a lo peor, sin nada al otro lado del horizonte, la espera es todo lo que tenemos.

Además de Globokar, y de algunas piezas pianísticas de Scelsi, Cage y Wolpe, sonarán en orquesta dos brahmanes de la música: el octogenario Boulez (Rituel y Eclat-multiples) y Luigi Nono, con su segundo Epitafio a Lorca. Los interpretarán la Sinfónica de RTVE con Tamayo y la JONDE con Gloria Isabel Ramos e irán acompañados de estrenos de Roberto López y Bernat Vivancos.

Ocho estrenos (Fernández, Díaz de la Fuente, Turina, Colomer, Garrido, Guevara, Zavala, Lara) se acumulan en la actuación de dos conjuntos españoles de gran calidad: el Luur Metalls y el Taima Granada de José Luis Estellés.

Volviendo a los límites, el Grupo Amores se acerca al teatro y a la música gestual en su espectáculo Drumcuts, para percusión y saltimbanqui. Al día siguiente, el sábado 24, el Festival se entrega por entero a la exploración de bordes y horizontes en una jornada de "Música en los límites" en la Antigua Lonja del Pescado. Allí se mostrará una instalación sonora del valenciano José Antonio Orts. También se podrá ver a Esther Ferrer, que es quizá la única artista del grupo ZAJ que continúa cultivando los géneros de la acción y la performance. Tom Johnson, el siempre sorprendente artista de Colorado, presenta Galileo, una composición que, como todas las suyas, explora se va de excursión por la aritmética y la física. Como Galileo Galilei, Johnson juega con péndulos, cinco, de diferentes longitudes y los percute según "la lógica del ritmo pendular", sea esto lo que fuere. Pocas músicas como la de Johnson ilustran mejor la contradicción que atenaza -¡o encumbra!- al compositor: tengo libertad casi completa y la uso para encadenarme a leyes implacables y exteriores a la música. ¿No se percibe aquí nostalgia de las viejas leyes del oficio; aquellas que, como dice Globokar, llevan dos siglos viniéndose abajo? Lo innegable es que esta especie de física recreativa y sonora de Tom Johnson nos sitúa de nuevo en el límite de la música.

La jornada culmina con el espectáculo Orlando furioso de Roland Olbeter, que consiste en un concierto "para cuarteto de esculturas, tambor y soprano". También en la Lonja, y también en la frontera, el LIEM (Laboratorio de Informática y Electrónica Musical) ofrece cuatro jornadas de "Electrónica a la carta" y dos "creaciones radiofónicas". Son palabras, y géneros, ligados desde siempre a Alicante.

Arreglos, con "s"
Pero este año, en Alicante se oirán palabras nuevas. Al saltarse el muro que separa la música clásica de la popular, Pilar Jurado desafía, entre otras cosas, la jerga de los iniciados. Un clásico puede decir "arreglo" refiriéndose a un cambio de instrumentación, pero jamás "arreglos", en plural, que en el "pop" vienen a ser el condimento con que un "arreglista" apaña una canción desnuda.

Acabará también en el foso de los cocodrilos quien diga "tema", en lugar de "obra", refiriéndose a una composición clásica o "álbum" refiriéndose a un disco. Figuras arraigadas en el pop como el "productor", los "coros" (entendidos como segundas voces y no como agrupaciones de muchos cantantes), el "directo" (contrapuesto al grabado), el "unplugged" (con miles de vatios de amplificación) producen confusiones y malentendidos en el ambiente clásico.

Pilar Jurado, a sabiendas de que está cruzando al jardín vecino, usa tranquilamente esas palabras y firma los "arreglos" de varios de sus "temas", trabaja con el "productor" Suso Saiz -que, por cierto, es otro brillante traspasador de géneros- y presenta en Alicante el "directo" de su "álbum". Al género más exclusivo de la música, donde pervive el frac y prospera el esnobismo, no le vienen mal una retahíla de palabras inadecuadas.

El sonido de Roland
Roland Olbeter es un paradigma del traspaso de límites y fronteras. Es alemán de Hannover, pero lleva tres lustros instalado en España. Su tarjeta de visita dice: "Set designer & rob art", o sea, "escenografía y arte robótico", dos oficios que rara vez van juntos. Tiene formación de violinista y de ingeniero naval y ha trabajado con La Fura dels Baus en el diseño de autómatas y piezas de escenografía. Suyos eran los elementos principales del barco Naumón, con el que La Fura viajó por el mundo, y el gran zeppelin del Don Quijote en Barcelona de José Luis Turina. Si se trata de buscar fronteras y saltarlas, Olbeter es un especialista.

Las esculturas del espectáculo Orlando furioso, hechas en colaboración con Carlos de la Madrid, tiene piezas replicantes, como los brazos-robot de la SEAT o como el abdomen de algún bicho ancestral. Y, además, suenan.