Música

Apuestas seguras en Las Palmas

29 Festival de Ópera

2 marzo, 2006 01:00

D’intino en la última Carmen de Las Palmas. Foto: Nacho González

Estamos ante la edición número 29 del Festival de ópera de Las Palmas, que alberga seis títulos, que cubren distintas etapas de la historia del género, pero que deja fuera a la producción del siglo XX, lo que todavía es usual en muchos puntos de nuestra geografía. Tenemos dos obras veristas, que van, como es habitual, en una sola sesión, el famoso díptico Payasos-Cavalleria rusticana; una obra clásica, Idomeneo de Mozart; un Verdi temprano, Attila, que, dentro de una órbita que podríamos denominar neobelcantista, se empareja con una ópera semicómica y sentimental, Don Pasquale de Donizetti, pocos años anterior, y una muestra de la típica ópera francesa de fin de siglo, de tintes dramáticos, más o menos diluidos en un cierto edulcoramiento pero trazada con habilidad y sentido, Werther de Massenet.

Iremos comentando estos títulos a medida que vayan siendo representados. Hoy nos corresponde acercarnos a ese doblete en el que se resume el movimiento verista, heredero en lo literario del naturalismo francés de Zola o Balzac y de las experiencias de autores italianos como Giovanni Verga. Fue precisamente Mascagni, con su Cavalleria rusticana quien abriría el fuego de esta cultura de la sordidez en 1890; de ese realismo desaforado, de ese pronunciamiento a favor del cotello, del cuchillo, como elemento de discusión. La voz marchaba en paralelo, aunque sin llegar a perder las reglas de la expresión, del matiz, del acento bien puesto, eso sí, más incisivo. Porque, aun en este tipo de escritura vocal, el bien cantar ha de estar siempre presente. Y han sido los intérpretes los que han confundido a veces los términos. Y pusieron de moda, a partir de mediados del siglo pasado, una manera de expresar que se alejaba de esos presupuestos inviolables. Y lo malo es que el grito descosido, la emisión muscular se empezó a aplicar a todo tipo de repertorio.

Lo más señalado en estas dos primeras óperas, que se anuncian en el auditorio Kraus para los días 7, 9 y 11 de este mes, es la presencia de la mezzosoprano Luciana d"Intino, de arte cuidadoso, de emisión ortodoxa, de instrumento bien coloreado y de indudable belleza. Es artista inteligente y que no acostumbra a forzar, lo que puede venir bien a una Santuzza, personaje desgarrado que, no obstante, ha de encontrar momentos para expresar un cálido lirismo de la mejor ley. A su lado el norteamericano Frank Porreta, un tenor más bien rudo, de carácter spinto, y el barítono ruso Valeri Alexeev, timbrado y temblón, potente y robusto, de arte más bien plano. Estos dos últimos coinciden en Payasos como Canio y Tonio junto a la canaria Yolanda Auyanet, de voz en origen muy lírica, que se enfrenta a una parte de más enjundia dramática que las que acostumbra a cantar. ángel ódena encarnará, suponemos que con propiedad, al amante Silvio. El joven Pedro Halffter, con su ardor habitual, dará lustre desde el foso a su Orquesta Filarmónica. La puesta en escena es cosa de Mario Pontiggia, actual responsable de al temporada.