Música

Cuenca

Aires sacros en su semana de gloria

6 abril, 2006 02:00

Eliahu Inbal, Robert King, Ángel Recasens y el conjunto Schola Antiqua (Foto: Santiago Torralba)

La Semana de Música Religiosa de Cuenca vuelve a protagonizar la Pascua musical de nuestro país. Con la actuación de la Orquesta Nacional, que estrena la Sinfonía bíblica de Eduardo Rincón, empieza mañana la XLV edición, que reúne a importantes conjuntos del repertorio como Schola Antiqua, la Orquesta del Siglo de las Luces, La Grande Chapelle, The Sixteen, el Concerto Italiano o solistas como Fabio Bonizzoni, Ara Malikian o Wilbert Hazelzet.

La tónica del equilibrio, la didáctica combinación de lo nuevo y lo viejo sigue manteniéndose en este próxima edición de la Semana, que es la última que dirige artísticamente Antonio Moral, que deja los trastos a Pilar Tomás, su fiel colaboradora en estos menesteres y que sin duda mantendrá alto el pabellón.

Es habitual que la programación venga recorrida por líneas internas que contribuyen a forjar una argamasa que otorga solidez y equilibrio al edificio. Este año acertamos a ver, como es habitual, la presencia de la Schola Antiqua de Juan Carlos Asensio, que llevan a cabo en la catedral su clásico Triduo Sacro, a través del que se proyectan encendidas visiones gregorianas de la mano ágil y rigurosa de Juan Carlos Asensio. Y, previamente y en paralelo, una de las vetas más firmes de esta Semana: el ciclo llamado Abstracciones místicas, que engloba cinco conciertos en los que es protagonista Juan Sebastián Bach. En la primera Abstracción, un artista ya conocido del certamen, Fabio Bonizzoni, en esta ocasión en su calidad de clavecinista, ofrece, con la colaboración de la también clavecinista Mariko Uchimura, El arte de la fuga, BWV 1080.

La segunda sesión de la serie es para el magnífico traverso Wilbert Hazelzet y el grupo Passamezzo Antiquo, que asumen La ofrenda musical. En la tercera entra en acción el violinista armenio Ara Malikian, un virtuoso que actúa con frecuencia en el primer atril de la Sinfónica de Madrid. Tocará, en tres días consecutivos, las tres Sonatas y la tres Partitas del Cantor, que vendrán acompañadas -una estupenda idea- de piezas contemporáneas, asimismo destinadas al violín solo: Lamento de Jueves Santo de Parera Fons, que es estreno absoluto, Página para violín de Carmelo Bernaola y Sonata para violín de Adom Khoudoyan.

Este nervio central se rodea de una serie de enjundiosos complementos que contribuyen a darle firmeza al todo. Naturalmente, no podía faltar Mozart en el 250 aniversario de su nacimiento; y la verdad es que se han elegido algunas de sus obras sacras más eminentes, como el oratorio Davide Penitente K 469, que abre la muestra el día 7, o la Misa de la Coronación K 317, que la cierra. Entremedias podrán escucharse diversos motetes junto a la gran Misa K 427 (417a) -que, como se sabe, quedó inacabada y que es la base del citado K 469- y la versión que de El Mesías haendeliano realizara el genio salzburgués. Nos hubiera gustado que se aprovechara la oportunidad para incluir, además, otras piezas mozartianas realmente infrecuentes: otras misas (hay 15 para escoger), vísperas, letanías, ofertorios…

Sinfonía bíblica
Al lado de la Orquesta Nacional y Josep Pons, que inician la Semana y que interpretan también un estreno de Eduardo Rincón, Sinfonía bíblica, y la Sinfonía de los salmos de Stravinski, han sido invitados para las restantes sesiones conjuntos de la valía de la Orquesta del Siglo de las Luces y el Coro de Cámara Neerlandés, dirigidos por el ascético Frans Bröggen, por un lado, y The Sixteen y The Symphony of Harmony and Invention, que estarán al mando del vitalista músico que es Harry Christophers para la partitura Haendel/Mozart. Los solistas que acompañan a estos grupos foráneos son los típicos especialistas holandeses e ingleses. Destacan la soprano Claron McFadden y el bajo Christophers Purves. En el concierto inaugural se cuenta con cuatro solistas españoles de relieve: Ruth Rosique, Elena Gragera, Joan Cabero y José Antonio López.

Como es habitual desde sus inicios y de manera muy especial en sus últimas ediciones, la Semana propone una serie de recuperaciones históricas, que es también una de las cartas de naturaleza de siempre y sobre todo de la nueva época. La presentación de obras inéditas de compositores principalmente españoles es una de las labores más meritorias, didácticas y consecuentes de un festival de este tipo. En esta ocasión se presenta una revisión del oratorio sacro La Gloria de los Santos del compositor catalán Pere Rabassa (1683-1767) que fue estrenado en la Iglesia de San Felipe Neri de Valencia en el año 1715. La Compañía Musical, creada y dirigida por el eternamente inquieto Josep Cabré, será el conjunto encargado de tan meritoria exhumación, posible gracias al trabajo de investigación y transcripción de la musicóloga María Teresa Ferrer Ballester. Por su parte, Àngel Recasens y su grupo La Grande Chapelle, un conjunto que viene realizando una extraordinaria actividad en el campo de lo antiguo, acometen un concierto que promete grandes cosas, con el protagonismo de un compositor de la tierra, el conquense Carlos Patiño, del que se podrán escuchar tres Responsorios y una Secuencia, unidos a obras de otros insignes creadores del XVII, como Juan Bautista Comes, López de Velasco y Cristóbal Galán. Vuelven Alessandrini y su Concerto Italiano para brindar páginas de los siglos XVI y XVII de gente como Fabricio Dentice, Carlo Gesualdo, Francesco Durante y Domenico Scarlatti. Es decir, de grandes autores de la Italia barroca.

De interés evidente, por la novedad de la obra base, es el concierto de Krzysztof Penderecki (1933), compositor avezado y avisado donde los haya, que continúa creando, aunque ya hace tiempo que su música dejó de tener el significado y la novedad que llegaron a deslumbrar en su día. Los brillos de su orquestación y la finura de sus timbres no nos llegan ya con la fuerza de lo original, con la impronta del compromiso. Se presenta, al frente de la Joven Orquesta Nacional de España, con tres obras propias. La más ambiciosa, nueva en nuestro país, es su última gran Sinfonía, la nº 8, Lieder der Vergänglichkeit ("Cantos de lo efímero"), escrita para solistas, coro y orquesta, estrenada en Luxemburgo el pasado 26 de junio. Se unen a ella la Ciaccona in memoria de Giovanni Paolo II, homenaje a su compatriota el Papa Wojtyla. La sesión queda completada con el Agnus Dei (1981) del propio creador-director y el más conocido Stabat Mater (1962), que se tocó en Cuenca hace 27 años.

Cuarteto ejemplar
Daremos ahora razón de otros conciertos que, sin integrarse en ningún ciclo o veta básica de la muestra, la completan satisfactoriamente. En primer lugar, lo que es ya una tradición instituida: Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz, partitura que este año está encomendada al Cuarteto de Tokio, que es, recuperada ya, como parece, su antigua forma, uno de los mejores del orbe. El interés se acrece por cuanto en la misma sesión se estrena otro de los encargos, el Cuarteto nº 2, Primera luz, de Lera Auerbach. El mismo día (8) por la tarde la Sinfónica de Berlín tocará al mando del buen maestro que es Eliahu Inbal, la Sinfonía nº 9 de Mahler, una de sus especialidades. El barítono Dietrich Henschel, nunca una gran voz pero sí un cantante muy estimable, magnífico liederista, con el pianista Michael Schäfer, cantará piezas de Beethoven, Martin, Milhaud y Dvorák. Un programa insólito. Como en cierto modo lo es el que desarrollará el sensible pianista Josep Colom: la integral de la reconcentrada y transparente en sus refinadas resonancias Música callada de Mompou. Y el impecable vihuelista Hopkinson Smith, un fijo en Cuenca, alumbrará, bajo la leyenda "Más alto que ningún Ave…", obras de Milán, Narváez, Mudarra, Da Milano y Borrono. Auténticos clásicos.


Cantar el apocalípsis
Hemos de referirnos aquí, con un poco más de espacio, porque se encuadran en lo que es otro de los puntos fuertes de la Semana, a los tres estrenos absolutos. Queremos hablar en primer lugar de la obra del competente músico santanderino Eduardo Rincón (1924), esa Sinfonía bíblica para mezzosoprano, barítono, coro y orquesta, que incluye textos de el Cantar de los cantares, el Apocalipsis y el Salmo 13. Una oportunidad de comprobar el estilo enjuto, bien trabado, de resabios seriales de un compositor que escribe siempre una música tan sólida como emotiva. Tiene aquí campo para que su lirismo intenso aflore a la superficie en el servicio a unos textos embargados de un luminoso erotismo. Otro español, el mallorquín Antonio Parera Fons (1945), presenta Lamento de Jueves Santo en Cuenca, que ha sido escrito ex profeso para su estreno en esta Semana, aunque no sea una solicitud directa. Sí lo es la obra de la rusa Lera Auerbach (1973), titulada Primera Luz, estructurada en seis movimientos, que se mueven, según manifiesta Antonio Moral, entre los límites de lo profano y lo sagrado. Será la primera vez que se escuche en nuestro país una partitura de esta joven, nacida en Chelyabinsk y afincada desde 1991 en Estados Unidos.