Música

Nuevos aires, nuevas voces

Una generación joven sigue los pasos de las figuras históricas de la lírica nacional

5 octubre, 2006 02:00

Jordi, en El cantor de México del Châtelet

La ilustre estirpe de cantantes españoles ha encontrado su relevo. Así, estos días, tres artistas pisan con fuerza en los escenarios. Ismael Jordi triunfa en el Châtelet de París, Ainhoa Garmendia en el Liceo e Ismael Pons en el Campoamor. El Cultural da las claves de este fenómeno.

Tras voces como las de Victoria de Los ángeles, Montserrat Caballé, Teresa Berganza, Consuelo Rubio, Alfredo Kraus, Manuel Ausensi, Antonio Campó, entre las más importantes, que reverdecieron los fastos de la escuela española de canto de los García, representada a principios del siglo XX por los Lázaro, Fleta, Cortis, Barrientos, Capsir, Galvany y otros, pareció que, de nuevo, el panorama se oscurecía; hasta que vinieron Plácido Domingo y José Carreras, con algún que otro escudero como Joan Pons, como principales luminarias. Pero ese tiempo se acabó. Muertos, retirados o arrastrando ya sus vergöenzas, estos cantantes dejaron un hueco que parecía irrellenable. Pero, de nuevo el milagro. Aunque no hay actualmente esos instrumentos impresionantes, únicos, y esos artes de canto definitorios, sí se reconoce una amplia falange, de gente que se mueve entre los 25 y los 45, que está ocupando un sitio significativo, aquí y fuera y que al menos mantiene en buen lugar el pabellón.

Así es habitual la presencia de nuestras voces en repartos de campanillas. Estos días coinciden, por ejemplo, tres voces de estos años, cada vez más acreditadas: el tenor Ismael Jordi, el barítono Ismael Pons y la soprano Ainhoa Garmendia. El primero, uno de los frutos de la escuela de Kraus y sus colaboradores, Mariategui y Arnaltes, es un cantante que ve crecer y robustecerse su voz de lírico-ligero, ahora más segura en la zona aguda. Triunfa en el Châtelet de París con El cantor de México, una vieja opereta estrenada por Luis Mariano. El segundo lleva años trabajando a destajo por los principales escenarios de zarzuela, donde pudo asentar su instrumento lírico de buena pasta. En estas fechas participa en la Manon Lescaut de la ópera de Oviedo. La soprano, vasca, de Lejarreta, está convirtiéndose en una figura internacional. Está ligada a la ópera de Leipzig y en el Liceo hará por estos días Servilia de La clemenza di Tito, ideal para su voz límpida de lírico-ligera.

Junto a éstos pueden citarse otros cantantes que están trabajando mucho y bien. Dejando a un lado a los nombres más consagrados, como las sopranos Sánchez, Bayo, Rey, Moreno, Blancas, Matos (de extracción portuguesa) o Arteta, las mezzos Tró, Rodríguez Cusí, Casariego, Gragera (que ocupa una parcela liederística muy precisa) o la recién llegada a la cuerda Montiel, los tenores Bros o Machado (de origen venezolano), los barítonos álvarez (sobre todo) o Lanza, y los bajos Zapater o Palatchi, debemos consignar otros nada desdeñables y más jóvenes.

Voces ligeras
Así, Mariola Cantarero, una lírico-ligera de voz penetrante y aguda -ojo a su exceso de actuaciones: el cansancio asoma-, la aún más ligera Milagros Poblador; las valencianas -escuela Chova- Ofelia Sala, Elena de la Merced o Isabel Monar; la muy fresca Sonia de Munk y la aún más tierna María Teresa Alberola… Como ejemplo de los cantantes que se baten el cobre en el extranjero, citemos a la emprendedora gallega Laura Alonso, residente en Berlín, y a la ya más cotizada Ana Ibarra.

José Antonio López y Juan Jesús Rodríguez son hoy dos de las mejores voces de barítono, que crecen día a día. Otros, como Federico Gallar, llevan tiempo defendiendo el predio de la zarzuela, con esporádicas excursiones a otros territorios, un trasiego en el que está permanentemente el tenor Emilio Sánchez. La voz clara y extensa, todavía en formación, del tenor granadino José Manuel Zapata, es buen ejemplo de la labor de los más jóvenes. ángel Rodríguez Rivero es un profesional eficiente, que sabe llevar su voz, aún más leve, a distintos campos, en los que lucha, haciéndose ya un buen sitio, el gijonés Alejandro Roy. Por su parte el valenciano Antonio Gandía trata de hacer valer sus interesantes medios. Algo más mayores, Luis Dámaso y Eduardo Santamaría desarrollan su arte con dignidad en diverso frentes. Una relación incompleta, en la que faltan muchos, pero que nos da una idea de por dónde van los tiros.