Música

Euskadi hacia la plenitud

Gira/ La orquesta vasca cierra su 25º aniversario con una gira internacional

6 septiembre, 2007 02:00

La orquesta de Euskadi, durante una de sus últimas actuaciones. Foto: Juantxo Egaña

Veinticinco años no es mucho en el nacimiento, desarrollo y crecimiento de una orquesta. Hay ejemplos de agrupaciones que no han empezado a asentarse hasta transcurrir varias décadas. Todo depende de la calidad de la gestión. La Sinfónica de Euskadi cumple ahora sus primeros cinco lustros y lo hace, tras iniciales balbuceos, en un momento en el que se camina hacia una plenitud que aún está por llegar y a cuyo fin se han entregado sus rectores musicales actuales, Gilbert Varga y Christian Mandeal, bien compenetrados con el entusiasta gerente Iñigo Alberdi, continuador de la empeñada labor de Germán Ormazábal. Es Varga quien va a situarse en el podio en los distintos conciertos programados para la gira prevista con motivo de la efeméride, penúltimo de los fastos ideados para un año prieto en acontecimientos.

Es la decimosegunda gira internacional y la segunda realizada a Suramérica. En este caso, se viajará por primera vez a Brasil -días 9, 11 y 12 de septiembre en Sao Paulo; 10 en Santos y 13 en Blumenau- para volver después a Argentina, al ciclo del Nuova Harmonia, que llevará a la Orquesta al Teatro Coliseo (el Teatro Colón está cerrado) de Buenos Aires y a su filial de Rosario (días 17 y 18).

Los programas vienen constituidos por una hábil combinación de música vasca y rusa, con la incrustación germana de Brahms (Doble concierto para violín y violonchelo). Por una parte, se ofrecen páginas de Madina (Orreaga) y Donostia (Acuarelas vascas); por otra, de Rachmaninov (Concierto para piano nº 3), Chaikovski (Sinfonía nº 6, Patética) y Shostakovich (Sinfonía nº 10). Autores estos tres últimos del agrado de Varga, capaz de poner en evidencia los claroscuros del primero, sin caer en peligrosos dengues, de acentuar con rigor, sin fáciles enfatismos, el pathos del segundo y de resaltar la nervadura rítmica del tercero. La sesión brasileira del domingo la constituye un pintoresco popurrí extraído de aquí y de allí, incluidos movimientos aislados de las dos sinfonías citadas. Se cuenta con solistas de talla: el veterano pianista Bruno Leonardo Gelber, el violinista Lorenz Nasturica y el chelista Asier Polo.