Image: Paco Cepero

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Música

Paco Cepero

“En Abolengo me muestro a corazón abierto”

1 noviembre, 2007 01:00

Paco Cepero. Foto: Miguel ángel González

El guitarrista gaditano Paco Cepero celebra sus cincuenta años dedicados al flamenco con la publicación de un nuevo disco, Abolengo, con el que repasa su brillante trayectoria. Feliz por el logro, Cepero habla con El Cultural de su destacada evolución artística.

Anexionado a la estética de la renovación de finales de los 60 y bajo el influjo del renacimiento de la guitarra, que empezó junto a sus compañeros Serranito, Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, Paco Cepero (Jerez de la Frontera, 1942) es un artista de acentuada personalidad musical, con un sonido inconfundible y un largo camino a sus espaldas. Ahora cumple medio siglo de profesión y lo celebra publicando un disco, Abolengo.

Su trayectoria comienza en la adolescencia, cuando el flamenco carecía de la notoriedad actual y era una diversión para los poderosos. Solía acompañar en las fiestas pagadas a nombres casi anónimos, pero que con el tiempo han sido valorados e inscritos en los anales del flamenco: La Piriñaca, Borrico, Sernita o Terremoto. "Eran situaciones un tanto humillantes: nos ponían en la cocina de un palacio o una casa de campo a esperar que concluyera la cena. Luego nos decían: ‘que pasen los flamencos’, como si fuéramos los bufo- nes". Aun así, es un verdadero privilegio el haber podido tocar para los que considera maestros honorables, aquéllos que en tiempos difíciles le enseñaron a amar el flamenco y descubrir un mundo que, desde el primer instante, marcó al guitarrista. "Murieron sin recoger los frutos y sin apenas reconocimiento, pero gracias a ellos, las últimas generaciones lo tienen más fácil y el cante, el baile y la guitarra están en los mejores teatros del mundo".

En el flamenco, a un acompañante de prestigio se le con- sidera de la misma categoría que a un concertista, y Paco Cepero fue elegido por la gran Paquera, que estaba en todo su apogeo, en un momento que también tocaba para el bailaor Farruco o Juan Valderrama. En Madrid -"llegué a Madrid cargado de ilusiones, las mismas que después me animaron a volver a mi tierra"- entusiasmó a Caracol, que lo contrató en Los Canasteros, y en Torres Bermejas secundó a La Perla de Cádiz o Camarón, quien dijo sin ambages que Cepero era el que mejor lo acompañaba en los conciertos.

Reliquias venerables
"Me siento muy gratificado porque he tenido la oportunidad de tocar en directo o en discos para las mejores voces, desde venerables reliquias, que ya son figuras históricas, a las vanguardias". Sordera, Lebrijano, Rancapino, Pansequito, Turronero, Juan Villar o Carmen Linares son algunos de los afortunados que estuvieron junto a Paco Cepero, uno de los grandes protagonistas de la edad dorada de los tablaos madrileños, en los que permaneció veinte años trabajando duro. "Sin megafonía, le sacaba el sonido a la guitarra a base de pulsación. Me miraba los dedos llenos del verdín de las cuerdas y parecía que estaba en un taller arreglando bicicletas". Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología, Castillete de Oro del Festival Internacional del Cante de las Minas, Galardón Flamenco Calle de Alcalá, Medalla de Oro de la provincia de Cádiz o Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, los nuevos guitarristas lo llaman "maestro" y quieren hacerse fotos con él.

"Cuando empiezan a concederte recompensas y honores y los jóvenes te muestran su admiración, quiere decir que has llegado a una etapa en la que te miras al espejo y ya no tienes treinta años". En Jerez ha retomado el trabajo como solista que había abandonado en 1983, tras publicar Amuleto. Uno tras otro se han ido sucediendo los discos: De pura cepa, Corazón y bordón y, ahora, Abolengo. "Ahí me muestro a corazón abierto, entregado y descubriendo todo lo que he absorbido y aprendido, como un resumen de mis cincuenta años de vida artística".