Lluís Pasqual lleva hoy 'El prisionero' de Dallapiccola a París
Un poema, un auto sacramental, un puñetazo y un alegato contra la tortura. Todas estas cosas, y muchas más, es Il Prigioniero, ópera de Luigi Dallapiccola que hoy estrena Lluís Pasqual en la ópera Garnier de París.
Esta tarde, la ópera Garnier, que es el Teatro de ópera de toda la vida de París, estrena Il prigioniero, la ópera de Luigi Dallapiccola, en la puesta en escena del director tarraconense Lluís Pasqual. Es una composición poco conocida que aún no se ha visto en España. El propio Lluís Pasqual nos presenta así la obra: "Dallapiccola forma parte de esa generación de artistas, que abarca desde Britten hasta Pasolini, que decidieron escribir grandes poemas sobre temas nuevos, los temas más dolorosos de la humanidad. En el caso de El prisionero, el tema es la tortura, pero no la tortura física, sino la psicológica, que es la más grave. Alimentar la esperanza de alguien, hacer que se ilusione para al final cargárselo. No existe una tortura más refinada".Y esa es la historia que cuenta Dallapiccola: un carcelero cruel juega con su prisionero, le hace creer que va a ser liberado en seguida, le deja incluso escapar, y le da muerte justo en el momento en que va a salir de la prisión. Es la ley de fugas agravada por el síndrome de Estocolmo y el escarnio emocional. Dallapiccola (1905 - 1975) fue un destacado practicante del dodecafonismo, lo que, en opinión de Pasqual, juega en esta caso a favor de obra: "Dallapiccola fue un dodecafonista, pero a la italiana, es decir, con Puccini en el oído. Esta música violenta -porque a mí el dodecafonismo me produce violencia física-, se adapta perfectamente al tema de la obra, que es, por decirlo suavemente, un tema inarmónico". El libreto es del propio Dallapiccola, a partir de La tortura por la esperanza, uno de los Cuentos crueles de Villier de L'Isle Adam. "No es un libreto realista -continúa Pasqual-, sino un poema, un pequeño auto sacramental. Dura sólo cincuenta minutos, porque viene a ser una blasfemia, un taco, y esas descargas de energía, como los orgasmos, no pueden durar tres horas".
Tanto Villiers de l'Isle como Dallapiccola situaron al Prisionero en las mazmorras de la Inquisición española. La falsa escapada lleva al reo ante al Gran Inquisidor y, a continuación, a la hoguera. Sin embargo, en la visión teatral de Pasqual, El prisionero está traído a nuestros días, dado que la televisión ofrece diariamente realidades de ese tipo. "El asunto es el uso y el abuso de la religión y su interferencia en la vida de los seres humanos. En tiempos de Felipe II, era la Inquisición. Ahora, está lleno. Ahorrémonos nombres".
Schünberg y Byron. El espectáculo del Palais Garnier es una sesión doble, donde El prisionero está acompañado por una representación de la Oda a Napoleón, que Schünberg compuso sobre el poema de Lord Byron. Son dos piezas duras y extremadas. "Esto sí que es una blasfemia -dice Pasqual-, un "me cago en tus muertos", un rap en el que Byron le dice al Napoleón retirado en Elba: "¡No tienes vergöenza!". Schünberg inventó el rap dodecafónico. Afortunadamente, en este espectáculo contamos con un magnífico recitador: Dale Duesing." En la puesta en escena de Lluís Pasqual, la Oda a Napoleón se convierte en una función de cabaret berlinés. El recitador, en vez de "hacer" un número de travestí, lo "deshace": comienza travestido y termina convertido en un prisionero de Auschwitz. Pasqual resume así esta oda al revés: "Son apenas quince minutos: un puñetazo en el estómago y a otra cosa".
Ese "puñetazo", compuesto en 1942, sirve aquí de preámbulo. El responsable musical del espectáculo es Lothar Zagrosek, que dirigirá a la Orquesta y Coro de la ópera de París. Evgeny Nikitin es el Prisionero, Rosalind Plowright la Madre, mientras que Chris Merritt se desdobla como Carcelero y Gran Inquisidor.