Image: Orfeo se encuentra

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Música

Orfeo se encuentra

El Real y el Liceo estrenan a Monteverdi y Britten

8 mayo, 2008 02:00

Dos momentos de los ensayos de L’orfeo en el Teatro Real (izquierda) y Muerte en Venecia en el Liceo. Foto: Javier Del Real / Liceo.

Madrid y Barcelona presentan el próximo martes dos nuevas producciones de L’Orfeo, de Monteverdi, y Muerte en Venecia, de Britten. Dos óperas separadas por casi cuatro siglos pero que giran en torno a la búsqueda de belleza como destino espiritual. La obra de Monteverdi -que forma parte de un ambicioso proyecto sobre el compositor italiano- se retransmitirá el día 19, por primera vez y vía satélite, a salas de cine de toda España y a varios países europeos.

El 24 de febrero de 1607 se produjo un acontecimiento que habría de marcar un antes y un después en la historia de la música. Aquel día se estrenaba en el Palacio Ducal de Mantua L’Orfeo de Claudio Monteverdi. Esta fecha se ha establecido como el nacimiento de la ópera, pues fue el compositor de Cremona, con su favola in musica sobre el mítico cantor de Tracia, quien estableció para siempre las pautas del nuevo género con un revolucionario tratamiento dramático y musical.

Después de haber asistido en Florencia a la representación de Euridice de Jacopo Peri, el duque Vincenzo Gonzaga encargó a Monteverdi que pusiese música al antiguo mito, recogido ya un siglo antes por Poliziano, sobre el músico y poeta que tocaba admirablemente la lira y la cítara y entonaba unos cantos tan suaves que las bestias salvajes lo seguían, los árboles y plantas se inclinaban ante él y los hombres más feroces se calmaban. Alessandro Striggio aportó un libreto muy rico, basado en la Metamorfosis de Ovidio y las Geórgicas de Virgilio. A su vez, el compositor de Cremona liberó al estilo recitativo ideado por la Camerata Fiorentina de cuanto tenía de artificioso, escribiendo una música que constituiría una referencia imprescindible para el desarrollo del teatro musical.

Gracias a su extraordinaria concepción sonora y dramática, L'Orfeo de Monteverdi alcanza una perfección que se conseguirá muy raramente en la historia de la ópera. Monteverdi es el primer músico para quien la expresión de los sentimientos que conmueven profundamente nuestro ánimo y la pintura de las pasiones se vuelven absolutamente prioritarias. Podemos señalar la intervención de la Mensajera que interrumpe la acción para traer la noticia de la muerte de Eurídice, la primera escena dramática en la historia de la ópera, o el emotivo monólogo de Orfeo a su llegada a los infiernos.

Con motivo del 400 aniversario del estreno de la obra, el Teatro Real inicia la representación de la trilogía monteverdiana, que se ofrecerá por primera vez en Madrid de una manera cíclica (le seguirán Il ritorno d'Ulisse in patria en la temporada 2008-2009 y L'incoronazione di Poppea en la temporada 2009-2010), en un montaje de Pier Luigi Pizzi, coproducido con La Fenice de Venecia, que dirige por primera vez el ciclo completo. En el foso, uno de los máximos intérpretes de la música barroca, William Christie, al frente de su conjunto Les Arts Florissants y un elenco en el que, junto al versátil barítono alemán Dietrich Henschel en el papel titular, sobresalen, entre otras, las voces de especialistas como Maria Grazia Schiavo, Sonia Prina, Agustín Prunell-Friend o Antonio Abete.

Pureza primigenia. Pier Luigi Pizzi es bien conocido del público madrileño, que recientemente ha podido disfrutar de su producción de La Gioconda en este mismo escenario. El director de escena italiano afirma: "He tratado de reflejar la pureza primigenia de la obra. El estreno de L'Orfeo fue un momento tan fundamental de la cultura occidental que he querido situar la acción justamente en la Corte de Mantua para mostrar ese momento mágico en el que nació la ópera. Trato de poner en imágenes aquel sentido de improvisación irrepetible. También me fascina todo ese mundo mitológico en el cual los dioses y los héroes parecen estar en posesión de todos los valores y los dones, incluido el de la inmortalidad, pero también de todos los defectos y la fragilidad de los mortales. Este tipo de ópera encuentra su expresión en el recitar cantando que es la base misma de la invención monteverdiana". Coincidiendo con su grabación en DVD, L'Orfeo será retransmitida en directo el 19 de mayo vía satélite, en alta definición, a salas de cine de España, Alemania, Reino Unido, Italia, Holanda y Polonia, y podrá verse en pantalla gigante en la Plaza de Oriente el 23 de mayo. Hoy y mañana habrá conciertos de madrigales a cargo del conjunto La Venexiana.

Si L'Orfeo es la primera ópera de Monteverdi, Muerte en Venecia es la última y, probablemente, la más profunda de cuantas escribiera Benjamin Britten. De hecho, fue estrenada por su colaborador Steuart Bedford en el Festival de Aldeburgh el 16 de junio de 1973, tres años antes de su muerte, cuando el compositor inglés estaba ya muy enfermo. El libreto de Myfanwy Piper sigue con extremada fidelidad la célebre novela de Thomas Mann, que plantea varias de las grandes cuestiones estéticas y existenciales que afectan al ser humano y al artista.

Las 17 escenas en que se divide la ópera nos describen la llegada del angustiado protagonista, el escritor Gustav von Aschenbach, a una Venecia enferma por la epidemia de cólera, donde se planteará las grandes cuestiones que lo han obsesionado a lo largo de su vida, como la fascinación por la belleza absoluta, el deseo de eternidad, la contemplación de la muerte como única certeza, y donde descubrirá en el adolescente Tadzio la imagen ideal de la belleza.

Extraña y fascinante. El Liceo presentará esta extraña y fascinantemente turbadora obra en una nueva producción de Willy Decker (el autor de la Tetralogía madrileña), que es también una coproducción con el Teatro Real, y que constituirá el estreno en España del testamento del autor. En el foso estará el todavía director musical del teatro, Sebastián Weigle. El tenor alemán Hans Schüpflin dará vida al protagonista, un papel pensado, como era habitual, para el compañero del músico, Peter Pears. El barítono Scott Hendricks se encargará de una serie de personajes que son una especie de macabro "alter ego" del escritor, y el contratenor Carlos Mena aportará su voz al dios Apolo, en unas intervenciones entre arcaizantes y enigmáticas, al igual que los juegos coreográficos de Tadzio y sus compañeros, intensificados con el uso del gamelán balinés.